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Cultura

17 de Febrero de 2013

El día en que Walt Disney dijo que era un “perfect chilean huaso”

A principios del siglo XX la ya poderosa industria de Hollywood sirvió como transporte geopolítico del gobierno de Estados Unidos. En la pantalla de cine no sólo se proyectaban historias entretenidas, sino también un modo de vida, un pensamiento político. Numerosas estrellas arribaron a Chile para esa misión, el creador del ratón Mickey es el más reconocido de ellos. El libro “¡De película!” revela esa historia.

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Publicado en www.w5.cl 

Vía Titolandia.cl

La revista Ercilla fue muy entusiasta al informar de la visita de Walt Disney a Chile, en su portada del 30 de septiembre de 1941: “Llegó el papy de Mickey”, refiriéndose a la creación animada del dibujante y cineasta norteamericano. Faltaban poco más de dos meses para que su país entrase a la Segunda Guerra Mundial. Durante varios días Disney se paseó por la zona central de Chile, se reunió con gente de alcurnia y autoridades políticas, también fue objeto de agasajos y homenajes variados en las zonas rurales. Otro medio de prensa de la época, El Diario Ilustrado, señaló que el invitado “cabalgó con aperos chilenos, bailó cueca y tomó chicha, a todo campo”. La nota concluía con la apreciación del propio Disney, quien aseguraba haberse convertido en un “perfect chilean huaso”.

 “¡De película!” (Editorial Taurus), de Fernando Purcell, da cuenta acabada de la influencia e impacto que produjo el cine de Hollywood en la primera mitad del siglo pasado en nuestro país. No sólo se imitaba la moda que se veía en la pantalla, sino el estilo de vida y la posición ideológica. Después de la Primera Guerra Mundial, con Europa devastada, Estados Unidos no tuvo más contrapeso ni competencia para la difusión de su industria cinematográfica. No nos extrañe que los empresarios del celuloide tuvieran el apoyo constante de las embajadas, los consulados e incluso el Departamento de Estado de USA. Había un trasfondo político confesado: “la conquista pacífica del mundo”, respaldada por el encanto del cine como transporte de las ideas.

Jorge Délano, Clark Gable ataviado con un poncho, y Guillermo Yánquez. La foto se encuentra en el archivo del Museo Histórico Nacional.

Pese a que no representábamos un gran mercado, los esfuerzos de Hollywood por marcar presencia en el continente fueron denodados. Algunas estrellas, por ejemplo, simulaban vacaciones en América del Sur, aunque sus agendas eran controladas y financiadas por los estudios de cine para sus relaciones públicas. Un ahora desconocido Art Acord fue el primer visitante, en 1923, y le siguieron otras luminarias de mayor peso, como Tirone Power y Clark Gable, o “Clark Gueibel”, como sugería la prensa que debía pronunciarse su apellido.

Como un guión aprendido de memoria – de hecho, así habrá sido – los artistas repetían esos elogios zalameros a los que más tarde nos acostumbraríamos: la belleza de la mujer chilena, la calidad de los vinos, el cariño de la gente. En la prensa, con su sonrisa de placa artificial, aparecería el protagonista de “Lo que el viento se llevó” ataviado con una manta campesina. De acuerdo a Fernando Purcell, “la imagen de Gable con poncho chileno y la realización de homenajes al ritmo de la cueca en entornos campestres, daban cuenta de las tensiones identitarias de una sociedad obnubilada con la modernidad norteamericana transmitida por el cine, pero ansiosa por fortalecer nociones de identidad agregadas al culto de lo criollo y lo rural”.

Honestamente, ¿qué impresión de este Chile pobre y subdesarrollado se habrán llevado las estrellas que nos visitaron? ¿Sería hoy tan distinto?

Walt Disney se reunió con el equipo creativo de la revista de humor político Topaze, pidió que dibujasen una caricatura suya y, a cambio, dejó un Mickey Mouse de saludo cordial. Pocos sabían que con ese método andaba reclutando ilustradores, ningún chileno calificó para trabajar en Hollywood. Un año después, en septiembre de 1942, se estrenó en nuestro país el fruto de la visita de Disney, la película “Saludos amigos” (sic), con la que Estados Unidos pretendía establecer mejores relaciones con su “patio trasero”. Es conocida la fábula del pequeño avión llamado Pedro que en el filme representaba a los chilenos, y que causaría el enojo del joven dibujante René Ríos Boettiger que, como reacción, crearía al mítico personaje “Condorito”. Sin embargo, la numerosa prensa nacional dedicada al cine sería más condescendiente con el relato.La revista Ecran juzgó así en un titular: “Walt Disney no se olvidó de Chile”.

“¡De película!” es un libro divertido, plagado de datos inconcebibles de nuestra historia y de los chilenos apasionados por las películas de vaqueros y por las chiquillas liberales que bailaban en pantalla. En algún momento se nos olvidó que todo este largo proceso de transculturación y de asimilación del estilo de vida del imperio comenzó mucho antes, cuando el cine era todavía mudo. Ya ve que nos falta poco para ser gringos.

Aquí puede verse completa la película “Saludos amigos”, incluye un making off. Es sorprendente la forma en que los latinoamericanos aparecemos representados. Noten la secuencia final en que el pato Donald se embriaga bebiendo cachaza con José Carioca:

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