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Opinión

4 de Abril de 2013

La Campaña que No es Campaña

* Empezó la campaña electoral, y nuestras calles así lo demuestran. De la noche a la mañana variadas gigantografías de los candidatos presidenciables y parlamentarios surgieron ante nuestros ojos deleitándonos con sus miradas repletas de autoconfianza y sus eslóganes empáticos, cercanos y convocadores. Quizás suene un poco majadero, pero la Ley 18.700 Orgánica Constitucional sobre […]

Daniela Tejada
Daniela Tejada
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Empezó la campaña electoral, y nuestras calles así lo demuestran. De la noche a la mañana variadas gigantografías de los candidatos presidenciables y parlamentarios surgieron ante nuestros ojos deleitándonos con sus miradas repletas de autoconfianza y sus eslóganes empáticos, cercanos y convocadores.

Quizás suene un poco majadero, pero la Ley 18.700 Orgánica Constitucional sobre Votaciones Populares y Escrutinios, señala que la propaganda electoral sólo puede efectuarse entre el trigésimo y hasta el tercer día anterior a la elección, ambas fechas inclusive. Si mis cálculos no me fallan, y considerando que las elecciones primarias este año serán el 30 de junio, la propaganda se encontraría permitida desde el 31 de mayo hasta el 27 de junio. Qué raro, algo no calza entonces.

Y es que los ciudadanos nos sentimos sobrepasados en período electoral por la forma brutal en que nuestras calles son atiborradas de caras coquetas, pero no siendo eso suficiente, ahora también tenemos que mirarlas durante meses, encubiertas bajo el escudo de la “Campaña no Campaña”.

De partida el primer problema es que no es ilegal, porque hay una leve sutileza que diferencia a la propaganda electoral de la propaganda política. La primera, implica inducir a los electores a emitir su voto a favor de un determinado candidato, mientras que la segunda es simplemente dar a conocer a una persona, una idea, o un hecho en particular para generar una opinión favorable. Básicamente, esta última representa lo mismo que promocionar la apertura de la nueva tienda de moda en el mall sin llamar explícitamente a que la gente haga la fila para ir a comprar. Puede sonar rebuscado, pero así es, y por lo mismo no está sancionado. Pero no por eso es legal del todo.

El espíritu de la ley apunta a regular el proceso de elecciones, el tiempo de campaña, el gasto máximo permitido y los límites en las donaciones, entre otras cosas. Pero saltándose todas estas regulaciones, finalmente las autoridades, estudiando fríamente los vacíos legales de la actual legislación, terminan llevando cabo acciones que pese a no estar prohibidas tienden a la mala fé, y a trazar curvas en torno a las restricciones que buscan una competencia leal y en igualdad de condiciones para todos aquellos que quieren optar a un cargo de elección popular. Y es que sinceramente, por más que los letreros no sean estrictamente considerados parte de la campaña electoral, lo cierto es que cualquier individuo que los ve podría pensar lo contrario.

Pero quisiera hacer especial énfasis en aquellos letreros que han aparecido en esquinas, parques y bandejones centrales compuestos por un gigantesco tubo con la propaganda en la parte superior y equilibrados en una gran base de cemento. ¿Quién permite este tipo de propaganda? De partida están puestas en lugares donde no es posible instalar letreros de este tipo, y en segundo lugar, si es que los responsables se ciñen al hecho de que es propaganda móvil y que por tanto no está prohibida, entonces me pregunto cuánta espinaca habrá que comer para poder moverlos.

Y bueno, para qué mencionar los efectos en las rendiciones del gasto electoral. Nunca sabremos efectivamente cuánto gastaron los candidatos, porque claramente sus rendiciones no incluirán ninguna pista de lo invertido en los prematuros carteles no electorales, dado que las rendiciones sólo contemplan los gastos efectuados durante el período permitido, y no aquellos anteriores. Así es como se avanza en materia de transparencia entre dinero y política y en rendición de cuentas en nuestro país.

Tal vez sea tiempo de pensar en una reforma legal que recoja las lecciones aprendidas, y que incluya límites más específicos, fiscalizaciones serias y sanciones reales, junto con la creación de un organismo específicamente encargado de ello. ¿Sería muy utópico pensar que la ciudadanía organizada repletaría los juzgados de policía local de denuncias por infracciones a la ley electoral? Eeee…. Lamentablemente sí, pues nos enfrentamos a regulaciones poco difundidas o conocidas. Es tiempo de esclarecer estas relaciones entre el dinero y la política… o es tiempo de empezar a comer espinacas.

*Fundación Ciudadano Inteligente

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