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Poder

8 de Mayo de 2013

El supermercado de las izquierdas de Gonzalo Rojas en el Mercurio

Gonzalo Rojas, se mandó una nueva columna en El Mercurio donde critica la diversidad de “las izquierdas” presentes en Chile y que serán las que tendrá que enfrentar Pablo Longueira en su carrera por La Moneda. Según el columnista de derecha “En Chile las izquierdas son muchas, múltiples, variopintas; todas ellas coquetean con los electores […]

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Gonzalo Rojas, se mandó una nueva columna en El Mercurio donde critica la diversidad de “las izquierdas” presentes en Chile y que serán las que tendrá que enfrentar Pablo Longueira en su carrera por La Moneda.

Según el columnista de derecha “En Chile las izquierdas son muchas, múltiples, variopintas; todas ellas coquetean con los electores de centro. Unas y otras quieren cautivarlos, llevarlos a su tálamo. Y muchos caen en la tentación. Tantas son las ofertas, que en el supermercado de las izquierdas hay para todos los gustos”.

Llevando a “Las izquierdas” al retail, Rojas dice que “en la estantería principal, las izquierdas rupturistas. Hablan de asamblea constituyente, de ir adelante por las buenas o por las malas; quieren construir destruyendo y, en ese afán, algo de nietzscheano hay en ellas. Pero son, sobre todo, deudoras del propósito hegemónico de Gramsci y de la praxis chavista. Estudiantes apoyados en profesores parafernálicos, agentes culturales que asimilan la belleza con la revolución, en fin, políticos adolescentes que buscan un nicho donde acurrucarse”.

A esto se suman “Otras dos izquierdas, algo devaluadas, ven cómo la siniestra emergente se abre paso; le temen, pero carecen de armas para enfrentarla. Son el PS y el PPD. El primero, gozando de una marca registrada durante 80 años, es incapaz de explicar hoy cuál es su oferta. ¿Una izquierda dura con el comunismo? ¿Una izquierda liberal con el PPD? ¿Una izquierda socialdemócrata con el PDC?”.

En la misma línea describe al PPD como “un caso notable de engendro político. Un “constructo” lo llaman algunos: una izquierda tan partidaria del Estado omnipresente como de las autonomías individuales omniabarcantes. ¿Habrá posibilidad alguna de articular ambas aspiraciones? No, no la hay. Pero ahí sigue el PPD, cautivando con su frivolidad a estatistas y libertarios por igual”.

MEO no se queda afuera del análisis y el reemplazante de Hermógenes Pérez de Arce lo define como “un misterio”. Según Rojas “Existe. Llegó a tener millonaria votación, pero hoy, al parecer carente de recursos, carente de mística y carente de proyectos, busca reinsertarse en algún territorio seguro. Si existe para ella algún nicho que le dé seguridad, será al precio de su propia disolución. Y si no lo encuentra, se disolverá igual”.

Gonzalo Rojas también mete a la Democracia Cristiana en el saco. De este partido dice que tiene olor a centro y con “orígenes en la derecha”. La DC “es el caso más notable de nave sin capitán. A veces sabe de dónde viene y quiere volver a puerto; pero no lo hace, se convence de que debe ir adelante y arriesga todo, aunque pueda llegar a cualquier destino; en otros momentos da la sensación de ir a la deriva, confiada en que algún buen viento la conducirá a tierra. Es una izquierda que navega sin dar confianza”.

No podía faltar el Partido Comunista en el análisis del académico. Del PC dice que “Cada vez que se lo elogia, no falta el palurdo que afirma que a los comunistas se los sobrevalora, que ya pasó la Guerra Fría, que dejémonos de la campaña del terror. Mientras tanto, ellos, felices, avanzan. De cero a tres diputados; de tres a ¿seis diputados y un senador? Todo lo calculan, todo lo negocian, en todo engañan con especial sutileza”.

Una vez que analizó “las izquierdas” políticas y no contento con tirarles palos a diestra y siniestra, Gonzalo Rojas habló de “la omnipresente zurda en los medios de comunicación”.

El columnista del diario de Edwards dice que “son geniales los amigos periodistas de izquierda: dicen trabajar para medios de derecha, dicen luchar por su independencia, dicen buscar la objetividad. Todo eso es falso: los propietarios no influyen en ellos (les temen, más bien); por eso gozan de absoluta independencia y jamás han pensado que la objetividad sea algo distinto de la izquierda en acción”.

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