Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

1 de Junio de 2013

Humor y discriminación en Chile

Vía sitiocero.net Autor:Fernando de Laire D. La conmoción suscitada por el inexcusable “chiste” de Murdock, que derivó en un fuerte reclamo de la comunidad judía de Chile y en una oleada de reclamos ante el Consejo Nacional de Televisión, quizás sea la ocasión para debatir con más calma el tema general: humor y discriminación en […]

The Clinic Online
The Clinic Online
Por

Vía sitiocero.net
Autor:Fernando de Laire D.

La conmoción suscitada por el inexcusable “chiste” de Murdock, que derivó en un fuerte reclamo de la comunidad judía de Chile y en una oleada de reclamos ante el Consejo Nacional de Televisión, quizás sea la ocasión para debatir con más calma el tema general: humor y discriminación en Chile, que invita a una reflexión societal más profunda. Mi tesis es quebuena parte del humor que se aprecia en nuestra televisión y en festivales como los de Viña del Mar y Olmué, está asociada, cuando no fundada directamente, sobre algún grado de discriminación. Reitero: buena parte, no todo.

Abordaré el tema sintéticamente, desde una perspectiva de análisis de discurso. Quiero sustentar mi tesis en la idea que el humor discriminatorio se basa en una categoría que llamaré, en términos abstractos, una distinción ridiculizante. En efecto, en este tipo de “humor” (lo pongo entre comillas, porque no me hace ninguna gracia), se trata de identificar a unotro, un colectivo o una minoría, cuyos rasgos se exageran o se llevan al límite para ejercer una ridiculización que provoque hilaridad en el espectador.

Si uno pone atención a las rutinas de nuestros humoristas (hay muchas disponibles en youtube) verá que se repiten hasta el hartazgo varias de estas distinciones ridiculizantes, lo que, de paso, hace este “humor” altamente predecible. Una de las distinciones “clásicas”: los homosexuales.

Homosexuales escenificados como “locas” que no pueden refrenar sus impulsos, promiscuos y otras atribuciones arbitrarias que, hasta hace unos años, reflejaban los estereotipos de una sociedad que era muy condescendiente con la homofobia. En la medida que se han producido avances culturales en contra de la discriminación, estas rutinas no han desaparecido, por cierto, pero son objeto de mayores grados de impugnación (así por ejemplo: cuestionamientos al personaje “Tony Esbelt, desarrollado en la TV por Mauricio Flores; querella criminal de Jordi Castell contra el destacado imitador Kramer, quien claramente se excedió en su parodia del comentarista de farándula; escándalo por la abierta discriminación, basada en la ignorancia, que realizó hace un par de años un humorista en Viña del Mar, al asociar homosexualidad con VIH).

Otra distinción “clásica”: los extranjeros. Pero, desde luego, no cualquier extranjero, sino aquellos que tienden a ser vistos como “inferiores” a los chilenos (como si esta “inferioridad” pudiera tener un fundamento serio). El caso más típico es el de los peruanos, escenificando en las rutinas al peruano de bajo nivel de formación, remedando su modo de hablar, subrayando modismos como el “pé”, invocando “la pollada” como lugar de reunión, etc. Y todo ello, obviando el hecho que el peruano medio suele tener un nivel de manejo del lenguaje mejor que el chileno medio.

Otra categoría a la que se ridiculiza o sobre la que se hace escarnio es el judío, exagerando supuestos rasgos, arbitrariamente atribuidos, como la avaricia. En el caso del “affaire Murdock”, este escarnio llegó a un nivel de brutalidad tan grave, que provocó la reacción conocida, entre otras cosas por banalizar un hecho tan traumático para ese pueblo –y para la humanidad entera– como el holocausto.

En otro plano, una base importante de discriminación en el humor está dada por distinciones ridiculizantes basada en características físicas: los gordos o las gordas, los calvos, el hombre o la mujer feos. Tanto o más grave es la discriminación que resulta de ridiculizar a categorías de personas caracterizadas por una discapacidad motora, visual, auditiva o intelectual. Cabe destacar que en la medida que ha avanzado la toma de conciencia y el desarrollo de instrumentos jurídicos destinados a proteger los derechos de estas minorías, tales como la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, las sociedades han comenzado a combatir cada vez con más fuerza las conductas discriminatorias (incluido lo que se dice y acepta en el espacio público y en los medios de comunicación). Nuestro país no ha estado exento de esos avances, pero es evidente que queda un enorme camino por recorrer.

Siga leyendo aquí

Notas relacionadas