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Opinión

18 de Junio de 2013

El club de la comedia: de maracas, fletos, caca y peos

Cuando salieron Los Méndez, mi mami obviamente alcanzó a ver 5 minutos de programa antes de calificarlo de “roto, picante y cuma”. No, cuma no porque esa palabra es muy cuma para la gente que se cree cuica. Pero lo encontró una rotería. Yo me acuerdo que me reí mucho en un capítulo en que […]

Candelaria Dominguez
Candelaria Dominguez
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Cuando salieron Los Méndez, mi mami obviamente alcanzó a ver 5 minutos de programa antes de calificarlo de “roto, picante y cuma”. No, cuma no porque esa palabra es muy cuma para la gente que se cree cuica. Pero lo encontró una rotería. Yo me acuerdo que me reí mucho en un capítulo en que Méndez iba manejando y dice con cara de urgido: “ohh, estoy que me cago”, porque ¿a quién no le ha pasado? En fin, nunca lo pesqué mucho. De repente lo pillo, a veces no. Pero la semana pasada caché que había una tremenda polémica (?) por un sketch de El Club de la Comedia que imitaba al docurreality como antes lo hicieron con Las Argandoña.

Méndez decía que le da lo mismo que se rían de él, pero que de sus hijos no. Que Chilevisión estaba organizando un golpe de estado contra él y por eso estaba utilizando el programa de Copano, Ruminot y compañía para desestabilizar su poderío mediático mundial universal. Los cabros de El Club se defendían explicando que era una sátira y bla bla. Los matinales lo comparaban con el lagarto Murdock, que en paz descanse y decían que el mismo Méndez expuso a sus hijos. Y con unos amigos nos pusimos a pensar en los límites del humor y esas cosas fomes. Pero la gran diferencia de El Club de la Comedia y Murdock es que con el lagarto, no lo nieguen, todos nos reímos hasta que recordamos que era feito reírse del Holocausto. El Club, en cambio, tiene el mismo sentido del humor que mi sobrino de tres años.

Presidente Travesti:

En serio. Hace como dos semanas mi sobrino descubrió la existencia del humor y no ha parado de terminar todas sus frases con “poto, pichí, caca, peo” y cagándose de la risa solo de sus propios chistes. Y seamos honestos, el cabro chico calificaría perfectamente como guionista de El Club. Porque en su sketch de Los Meléndez todo su meditado guión y brillantes actuaciones se reducen a tres puntos: dar a entender que la Stefi es maraca (porque OH NO, se hizo un test de embarazo), que el Leito es fleto y que Dj Méndez tiene mil hijos porque es bueno para culear. ¿Ya y? ¿Sigue siendo chistoso decirle maraca a las minas que les gusta tirar (o sea, todas)? ¿Sigue siendo chistoso decirle fleto a los hombres femeninos? No estoy ni ahí con hacer una defensa del feminismo ni de los homosexuales. No creo tampoco que haya temas ni personas de las que no está bien reírse. Todo y todos podemos ser objeto de chiste, de burla, de comedia. Pero también creo que hay algunas formas más graciosas de hacer humor que apuntar con el dedo y gritar: oh el hueón fleto. O decir “mi semen es bacán”.

Ese parece que es su superpoder: agarrar cosas que andan por ahí volando y capitalizarlas en fomedad. Desde el #eellaaa masificado por las chicas de Fausto, Amigas y Rivales, hasta El Presidente travesti, donde creo que Simonetti se equivocó porque no era discriminador, sino enfermo de fome (uy, los travestis tienen paquete y culean por el ano, uy). Ambos sketch superados sólo por la fomedad del trailer de Barrio Universitario.

Amigas y Rivales:

O sea, no me malentiendan. A mí también me encanta el humor ahueonáo. Me sigo riendo con las películas de Chris Farley y no me perdía capítulo de Jackass en el MTV. Pero al menos ellos siempre reconocieron que su humor era la “risa fácil”, como les gusta decir a los chistosos intelectualoides hoy en día. De hecho, encuentro mucho más chistoso a Ruminot por tuiter o cuando lo entrevistan para la tele que en los sketchs de El Club. Lo mismo con Fabrizio Copano. Lo que me pasa es que no entiendo por qué no aceptan que su humor es ahueonáo. De peos y caca y pichí. En serio chiquillos, no tiene nada de malo reírse de los peos.

Ruminot salió explicando lo obvio, de lo que se trataba la sátira y la exageración y diciendo que Méndez tenía que ser “bien tonto para creer que lo estamos atacando”. Y eso a mí me transmitió una pará como de “intelectuales del humor”. Onda, si no te reís con mi humor, es porque erís demasiado básico para entenderlo. Te creo fueran los Bill Hicks o George Carlin chilenos transgrediendo la línea de lo políticamente incorrecto y no unos tipos inflados creyendo que van a derrocar al Imperio o a revolucionar el humor en el país por reírse del rapero más inofensivo de Chile.

Bill Hicks: sexo, drogas y el diablo:

Igual, demás que yo no soy el público objetivo de El Club, aunque no estoy segura quién lo es: ¿gente que cree que el stand up comedy nació con los hermanos Copano? ¿Personas que creen que Plan Z es un nuevo thriller gringo? Quizá mis ex compañeros de colegio, perritos zorrones cuya idea más ingeniosa para la foto de fin de año era vestirse de mujer. O sea, ponles un guatón travestido, y es meado seguro. En realidad, ahora que lo pienso, nunca he conocido a alguien que le guste o se ría con ese programa. Bueno, a excepción de mi papá. Pero él también cree que Checho Hirane es chistoso.

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