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10 de Septiembre de 2013¿Serías capaz de vivir un año entero con la tecnología presente en 1986?
Vía CookingIdeas Blair McMillan y su novia, Morgan, de 27 años ambos, son una pareja de canadienses que están jugando a como si estuvieran en el año 1986. Y lo están haciendo porque sus hijos no levantan la vista de los iPhones y iPads de sus padres el tiempo suficiente para ir a darle patadas […]
Blair McMillan y su novia, Morgan, de 27 años ambos, son una pareja de canadienses que están jugando a como si estuvieran en el año 1986. Y lo están haciendo porque sus hijos no levantan la vista de los iPhones y iPads de sus padres el tiempo suficiente para ir a darle patadas a una pelota en el patio. Es por eso que en su casa han prohibido cualquier tecnología posterior a 1986, año en que la pareja nació, para enseñar a sus pequeños cómo se vivía entonces.
Desde abril, los McMillans viven en el Pleistoceno digital de las cintas de casette y los pelos cardados; pero todo comenzó el año pasado, cuando Blair, el cabeza familiar, le pidió a su hijo de cinco años de edad que si quería ir a jugar con él en el jardín, sólo para darse cuenta de que, incluso en un día de verano perfecto, el niño prefirió quedarse en casa y darle a los videojuegos en un iPad.
Empezó a pensar en su propia niñez y cómo los jóvenes de hoy en día se han vuelto tan dependientes de la tecnología moderna, de ordenadores, teléfonos móviles e Internet. Y se le encendió la bombilla (incandescente): ¿Y si pudiera volver atrás en el tiempo y ofrecer a sus hijos una idea de cómo era la vida en ese entonces?
Ahora la familia no tiene Internet o canales de noticias de 24 horas en su casa. En cambio, tienen una tele de 1980 encerrada en un mueble de madera y un radio cassette boombox portátil donde ponen cintas. Han dicho adiós a sus teléfonos móviles, mandan las cartas por correo en lugar de enviar mails electrónicos; y llaman a las puertas de la gente en lugar de seguirlos en Facebook. También captan sus recuerdos en papel fotográfico, dejan notas escritas a mano y los anuncios los pegan en un espacio público. Incluso los mapas de papel han sustituido a su sistema de navegación GPS cuando salen de casa.
Renunciar a todos estos aparatos que hacían su vida tan cómoda no fue fácil. Pero al mismo tiempo la experiencia ha llevado a la familia a sentirse más cercana y les ha dado la oportunidad de hablar más unos con otros. Y ahora jugar al aire libre es la configuración predeterminada para cualquier divertimento con los niños.