Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Nacional

26 de Octubre de 2013

Roxana Valdebenito, candidata a presidenta de la FECH: “El concepto de ultra te desprende de un proyecto político”

Roxana Valdebenito (23), de la lista "Vamos Construyendo", es su principal carta para presidir la federación en un momento bastante especial, donde se hacen evaluaciones tras tres años de movilizaciones estudiantiles y donde el país se prepara para sus comicios presidenciales y parlamentarios. Estudiante de sociología, nacida y criada en la comuna de Lo Prado dice: "Es iluso pensar que los gobiernos tienen cierta independencia para hacer las reformas que quieran. Ellos se someten a presiones de todo tipo: empresariales, políticas y sociales. La agenda del modelo educativo actual es compartida por los gobiernos anteriores y por el que viene y su fuerza motriz reside tanto en el empresariado educacional chileno como en las directrices tecnocráticos de organismos internacionales, como la OCDE".

Por

Vía Lachispa.cl

El jueves se acabó el plazo para inscribir las listas que buscan conducir la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) durante el próximo 2014 y esta versión presentó una interesante sorpresa: la inédita postulación de un grupo de estudiantes que hasta ahora se había mantenido al margen de estas elecciones y que hoy irrumpe con fuerza bajo la consigna “Vamos Construyendo Universidad para una Nueva Sociedad”.

Roxana Valdebenito (23) es su principal carta para presidir la federación en un momento bastante especial, donde se hacen evaluaciones tras tres años de movilizaciones estudiantiles y donde el país se prepara para sus comicios presidenciales y parlamentarios. Estudiante de sociología, nacida y criada en la comuna de Lo Prado.

– Has sido dirigenta estudiantil desde el 2010, sus colectivos existen hace varios años ¿Por qué se tiran a las elecciones ahora, y no antes?

Cuando se bajaron los paros el 2011, el análisis que hicimos del movimiento estudiantil era bastante crítico. No podíamos simplemente enorgullecernos porque aguantamos siete meses movilizados, sino que centrarnos en las debilidades que había que superar y que nos impidieron realizar cualquier cambio al modelo educativo.

“Desde nuestros colectivos, que trabajamos en distintas facultades de La Chile, hicimos el análisis común de que era necesario dotar al movimiento de un proyecto y de convertirlo en una organización fuerte que sea capaz de conseguir sus objetivos. Precisamente, la clave está hoy porque el movimiento se encuentra envuelto en una encrucijada: Seguir utilizando nuestras organizaciones como un trampolín de candidaturas o hacer de nuestra federación una herramienta que fortalezca el movimiento estudiantil ante un escenario de abierta cooptación que podría significar un segundo gobierno de Michelle Bachelet”.

– Se hablaba mucho de “la ultra”, que podríamos definir como grupos de estudiantes que están a la izquierda del Partido Comunista al interior del movimiento estudiantil  ¿Te acomoda ese concepto para definirse políticamente?

El concepto de “ultra” es peyorativo, porque te desprende de un proyecto político. Te habla de algo impulsivo, de dispersión, ambigüedad y oportunismo. Particularmente, nosotros nos definimos como parte de la construcción de un proyecto revolucionario para Chile, que en palabras sencillas significa terminar con una sociedad que se define desigual, que se sustenta en la explotación. Estos son cambios mucho más grandes que lo que se ha esbozado hasta el momento. Nuestro proyecto es la construcción de una sociedad donde podamos desarrollarnos íntegramente.

– Hay otros movimientos que son independientes de partidos políticos en la Universidad de Chile, como el grupo autónomo o Luchar ¿Cuál es su principal diferencia con ellos?

Me gustaría acotar algo antes. La diferencia no está en tener o no tener partido, porque todos somos organizaciones políticas. Algunas más grandes, otras más chicas, pero en ningún caso “independientes”. Ahora, con los grupos que tu mencionas creo que hay dos diferencias fundamentales. La primera es que somos la única lista que además de tener un arraigo importante y de años en varios espacios de la Universidad, no sostenemos en ningún caso la necesidad de una apuesta electoral, parlamentaria o presidencial como herramienta para fortalecer al movimiento popular en el actual período. La segunda, es que las otras listas prometieron y ya han tenido la posibilidad de construir un movimiento estudiantil distinto y no lo han logrado. Nosotros queremos demostrar ahora de lo que somos capaces.

La popularidad de Bachelet

¿Tienes candidato o candidata presidencial?

No.

– Muchas agrupaciones estudiantiles han optado por apoyar a candidatos que se han comprometido con las demandas estudiantiles, desde Bachelet hasta Marcel Claude ¿No te parece una alternativa razonable, entendiendo que son los gobiernos los que empujan las grandes reformas en el país?

Es iluso pensar que los gobiernos tienen cierta independencia para hacer las reformas que quieran. Ellos se someten a presiones de todo tipo: empresariales, políticas y sociales. La agenda del modelo educativo actual es compartida por los gobiernos anteriores y por el que viene y su fuerza motriz reside tanto en el empresariado educacional chileno como en las directrices tecnocráticos de organismos internacionales, como la OCDE. Es un hecho que el motor de reformas del gobierno de Michelle Bachelet no será el movimiento estudiantil.

“Al movimiento educativo popular le corresponde una tarea mucho más grande e importante, que es cuajar en todos sus sectores un proyecto educativo coherente a su realidad, con su respectiva agenda, aunando reivindicaciones que en primera instancia eliminen la competencia en todos sus niveles y explicitando a toda la sociedad que sólo organizados lograremos las transformaciones que el país necesita”.

– ¿Qué piensas de la popularidad de Bachelet? ¿Puede el movimiento estudiantil oponerse a una figura política con la magnitud que ella tiene?

La popularidad de Bachelet tiene mucho que ver con la legitimidad del modelo en general, cuestión que no se rompió el 2011, a diferencia de lo que creen muchas fuerzas de corte más progresista. El que existan nueve candidaturas presidenciales y ninguna le haga el peso es una prueba. Si queremos enfrentar a Bachelet el próximo año tendremos que lidiar con todo lo que representa, no meramente con su figura. En ese sentido es fundamental que el movimiento educativo marque una línea programática distinta. Por ejemplo, la articulación de demandas en contra de la competitividad de las instituciones educativas y de los mecanismos estandarizados de evaluación es un ejemplo de lo que no podría responder el nuevo Gobierno sin tocar los intereses de quienes hoy realmente tienen el poder en Chile.

-Bachelet prometió la construcción de dos universidades estatales en regiones ¿Qué te parece esta medida?

Con las movilizaciones y los escándalos asociados al mercado educativo, como el cierre de la U del Mar, el cierre de colegios municipales o los conflictos en la Acreditación, el sistema educativo chileno se ha desprestigiado no sólo frente a lo que para ellos son los clientes, sino también para los inversionistas, los empresarios que dinamizan y acumulan en base a este sector. Recordar que en el informe de la OCDE del 2008 ya se denunciaba el exceso de libertad mercantil en la educación chilena. Bachelet necesita acomodarse a estas disposiciones, nada más. Pero es inteligente, porque al mismo tiempo plantea que está respondiendo a una demanda estudiantil. Nosotros, los universitarios sabemos que levantar una Universidad Estatal en este contexto es una mentira. La institución estatal que más recibe directamente aportes del Estado (AFD y AFI) es la Chile y no es más del 8% de su presupuesto, el resto es autofinanciamiento, aranceles y venta de servicio. Bachelet va a crear dos Universidades estatales que tendrán que sostenerse con los mismos criterios de cualquier institución privada que, si no se logra vender bien, compartirá la condición precaria de muchas otras universidades del Estado.

Expectativas

– Ustedes hablan de un proyecto popular de educación ¿Qué significa eso concretamente?

El conflicto fundamental que atraviesa a la educación es la entrada del mercado versus la precarización del conocimiento tanto en su producción como su enseñanza y socialización, es decir, entre más mecanismos de mercado operan, más pobre es nuestra educación en términos cualitativos. Un proyecto popular de educación debe enfrentar esta situación planteándose objetivos claros para el sistema educativo: este no debe tener como ley fundamental la apropiación privada o la ganancia individual, la educación debe hacerse cargo de las necesidades de la población en general, cuestiones que si hoy se abordaran afectarían directamente intereses privados. Y si entramos en detalles, estas necesidades son integrales, cuestiones materiales, de salud, culturales, etc.

– Pero entrando en materia, 7 de cada 10 estudiantes que están en la educación superior, lo hacen en instituciones privadas. No obstante, el CONFECH durante estos tres años ha puesto el acento en la educación pública ¿Por qué?

Cuando recién hablábamos de un proyecto, eso tiene que ver con la coherencia que se logre entre los distintos actores que hoy tenemos, puesto que un desafío pendiente es la articulación política entre universitarios de estatales y privadas. La CONFECH tiene una posición conflictiva pues aloja instituciones privadas también, aunque “tradicionales” y por lo mismo, aún no se ha logrado cuajar una cuestión fundamental para darle continuidad a la lucha por la educación: definir un enemigo común. Me parece que el aporte que hicieron los compañeros de la MESUP este año fue significativo, a pesar de casi no aparecer en ningún medio cuando plantearon que el enemigo estaba puesto en los empresarios de la Educación. Creo que dan en el clavo porque para nosotros, en la Chile por ejemplo, también son el enemigo. No porque sean dueños de nuestra institución, pero sí porque hoy dictan las reglas del juego de la educación, condicionan las políticas públicas y de financiamiento, promueven los principios y valores que queremos erradicar. La CONFECH ha puesto el acento en la educación pública y puede que el 2011 haya servido, pero hoy no podemos seguir con el mismo discurso porque “lo público” traslada el debate a una arena abstracta donde se valida la entrega directa de recursos estatales a instituciones privadas pero también donde se supone que existe alguna institución de educación superior que responde realmente a la sociedad y eso también es mentira. En Chile no existe educación pública y no lo hará mientras exista mercado educativo.

– Si te tocara ser Ministra de Educación ¿Cómo hubieras enfrentado la situación que vivió la Universidad del Mar?

En Chile y en el mundo se han invertido miles de millones salvatando empresas en quiebra cuando hay alguna crisis. Creo que la medida ideal hubiese sido traspasar la Universidad a control del Estado, pero claramente eso implicaría necesariamente un respaldo popular muy fuerte que hoy recién se está recomponiendo. Hubiese sido factible acoger y distribuir a los compañeros de la Universidad del Mar entre las distintas universidades del Estado e inyectando allí los recursos que permitiesen ampliar la infraestructura y la planta docente en las distintas instituciones. Esto claro, sólo solucionaría el problema contingente de los compañeros que se quedaron sin Universidad, pero todavía quedaría la tarea de qué hacer con el hecho de que cualquier institución privada puede atravesar por las mismas crisis. Hubiese sido una buena oportunidad para pegarle a la irracionalidad del mercado y marcar un precedente.

– ¿Estás de acuerdo con el slogan “Universidad para Todos” o crees que se requieren mecanismos de selección como la PSU donde sólo algunos accedan a la educación superior?

Es problemático, porque la Universidad se validó como algo a lo que todos debiéramos ir porque se nos prometió con ella el ascenso social individual, siendo que en realidad, el hecho de que te especialices a partir de una carrera universitaria o técnica, incluso si no sigues en la educación superior, tiene que ver con el lugar que ocuparás en el mercado laboral o en el sistema productivo del país.

“Yo creo que más preciso sería decir que hoy necesitamos una educación igualitaria y al servicio del pueblo, donde la primera premisa es que todos obtenemos una educación de calidad, centrada en el aprendizaje de los estudiantes y no en el rendimiento de criterios estandarizados de evaluación. En el caso de la educación superior, claramente se puede definir cuántos profesionales y técnicos de cada área se requieren en planificaciones de largo plazo, por lo que no todos podrían concentrarse en tal o cual carrera, como ocurre hoy con disciplinas copadas en el mercado, y la selección estaría dada en ese plano, respondería a una necesidad social concreta. Los mecanismos estandarizados que hoy se utilizan en Chile no tienen absolutamente nada que ver con el aprendizaje ni con las necesidades de la sociedad, sino con la clasificación de instituciones que potencien la competencia y determinen la asignación de recursos. Tienen que eliminarse”.

– Eliminar la PSU significa una serie de consecuencias, entre ellas, un ingreso menos para la U. de Chile ¿No es esa una forma de dispararse en el pie?

Si la Universidad de Chile no ha sido capaz de denunciar la PSU como un mecanismo segregador y absolutamente inútil en términos pedagógicos es sólo porque representa una parte de su presupuesto, ya sabemos que la Chile debe autofinanciarse en un alto porcentaje. El valor que tiene la Universidad de Chile para la sociedad no puede asociarse al cumplimiento de las expectativas del modelo, a la capacidad de competir por fondos de investigación, de captar alumnos “talentosos”, etc. Pues es ese camino el que le ha hecho perder su rol social, su ligazón amplia, interdisciplinaria y permanente con los problemas de nuestra gente. La Chile hoy ya se está disparando en el pie al no aprovechar su visibilidad y su relevancia nacional como un parlante que denuncie la injusticia y la desigualdad incluso en su interior. Este es el primer paso para ponerse del lado que corresponde.

– Es recurrente plantear que la U. de Chile, la más grande y numerosa del CRUCH es también la mejor del país ¿Estás de acuerdo con esa afirmación?

Cuando se plantea que la Chile es la mejor universidad se hace referencia a su capacidad de captar buenos puntajes PSU, de tener un buen nivel de adjudicación de fondos de investigación y de sacar primeros lugares en distintos rankings internacionales. Un desafío del movimiento es instalar qué entendemos por buena educación, que entendemos por calidad o por excelencia. Para mí, la mejor Universidad será la que cumpla con la tarea que le compete: producir, enseñar y socializar el conocimiento, ser útil y aportar concretamente en la superación de los conflictos sociales que tiene el país y formando profesionales íntegros con amplias capacidades para enfrentarse a esa realidad apostando a transformarla.

Notas relacionadas