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Opinión

15 de Noviembre de 2013

El IVA a los libros

* Mucho se ha dicho y escrito sobre la eliminación del IVA a los libros, más ahora que estamos frente a una elección presidencial. No hemos visto ni oído ninguna propuesta concreta, de nadie, que analice seriamente el mecanismo y las consecuencias de una eliminación del IVA a los libros. Mucho se ha señalado a […]

Pablo Dittborn
Pablo Dittborn
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Mucho se ha dicho y escrito sobre la eliminación del IVA a los libros, más ahora que estamos frente a una elección presidencial. No hemos visto ni oído ninguna propuesta concreta, de nadie, que analice seriamente el mecanismo y las consecuencias de una eliminación del IVA a los libros. Mucho se ha señalado a Argentina como un referente de lo que debiéramos hacer, ya que en ese país no existiría el IVA al libro. Este argumento es absolutamente falso. En Argentina el libro tiene un IVA del 21%, puesto que todos los insumos (bienes y servicios) necesarios para fabricar un libro le son vendidos a las editoriales con IVA y estas no lo pueden recuperar, por lo tanto esto hace que el precio de venta al público de los libros se incremente en un 21%.

Como la condición tributaria del libro en Argentina es la de exento o no responsable, los libros importados no pagan ese IVA del 21% al ingresar al país, obteniendo así la producción externa una ventaja competitiva considerable frente a la producción nacional. Esto mismo sucedería en Chile con la propuesta populista de eliminación del IVA. Hay aquí un primer sector damnificado, como son las pequeñas y medianas imprentas. Normalmente el importador determina el precio de acuerdo al mercado y por lo tanto el no pago de un IVA al ingresar se traduce en un mayor margen para el importador y no un beneficio para el futuro comprador. El segundo sector damnificado son las librerías, puesto que no pueden descontar de sus ventas el IVA que viene en las facturas de sus otros proveedores, como son, los del alquiler de sus locales por ejemplo. ¿Qué les sucedería a las pequeñas librerías en Chile si ven incrementado su alquiler en un 19% en UF? Por lo tanto queda claro que el modelo argentino es el menos recomendable.

Un tercer damnificado serían los editores, ya que los costos de las editoriales (alquileres, fletes, software, hardware e insumos varios) se incrementarían en un 19% al no poder recuperar los IVA pagados.

Me parece demagógico el argumento de que más de 76 mil chilenos han firmado para eliminar el IVA sin haber recibido una propuesta concreta de cómo hacerlo y sin conocer el riesgo de terminar en un drama mayor, como sería la desaparición de la cadena de librerías medianas y pequeñas y también de las pequeñas imprentas. Seguramente si proponemos una campaña para eliminar el ILA, ley de impuesto a los alcoholes, o el impuesto específico a los combustibles, lograremos muchos más adherentes, pero eso no significa que tengamos la razón o que sea conveniente hacerlo. Podemos discutirlo que es otra cosa.

Una eliminación total del IVA a los libros sólo conseguiría que estos bajen su precio en un 16% aproximadamente y asegurar que eso significará un incremento sustancial en la lectoría es de los argumentos más falaces que podemos llegar a escuchar. El precio de venta al público de los libros, está absolutamente comprobado que es inelástico frente a porcentajes de variación menores, como el del 16%. Una variación en el precio de esta magnitud no acarreará un incremento en la venta de libros ni en la lectoría, que es en definitiva lo que nos debiera preocupar.

Si el precio de venta de los libros fuera tan determinante, las bibliotecas en donde los libros son gratuitos estarían llenas de lectores y los libros de bolsillo, que muchas editoriales publican a un valor equivalente a la mitad del valor de la primera edición, sería un éxito y ninguna de estas dos cosas sucede.

¿Por qué creo que debemos presentar un proyecto serio y sustentable para todos los sectores sobre el IVA al libro? Básicamente para terminar con el mito de los beneficios que supondría su eliminación y para que de una buena vez centremos nuestros esfuerzos, energías y tiempo en la discusión sobre la lectoría, que debe ser lo central en nuestra política cultural relativa al libro. Si tuviésemos una masa lectora importante, las tiradas o cantidad de ejemplares impresos serían mucho más altas y por ende los costos y los precios de los libros disminuirían en un porcentaje muy superior al 16% que se pretende bajar. Esto podría favorecer mucho más al resto de la industria del libro, si el precio fuera lo determinante. Una masa lectora cada vez mayor será lo único que le de sustentabilidad a la industria del libro en el largo plazo. Lo demás son parches o señales como les gusta decir a algunos.

Creo positivamente que la discusión sobre una eventual eliminación del IVA nos ha hecho perder una cantidad de tiempo enorme, 20 años a lo menos, y no hemos visto ninguna propuesta seria y concreta sobre cómo hacerlo sin dañar a otros sectores de la cadena del libro y sin favorecer exclusivamente a aquellos que son lectores habituales y que pertenecen mayoritariamente a los sectores más acomodados del país. La simple demanda sin propuesta fundamentada no basta.

Sería una torpeza deducir que estoy a favor del IVA, de ninguna manera, lo que creo conveniente es no centrar todo la responsabilidad en el IVA por nuestro paupérrimo nivel de lectoría y comprensión lectora. Tampoco creo que su sola eliminación vaya a producir beneficios. Debemos centrarnos en lo realmente importante, la lectoría. Una línea de pensamiento populista y demagógica es un error garrafal y no solucionaremos nuestra dramática situación con una sola medida como esa. El desarrollo de la lectoría necesita inexorablemente de mediadores para la adquisición del hábito lector y estos no surgen espontáneamente por la eliminación del IVA.

Debemos mirar siempre a quienes favorecen las medidas que se sugieren tomar. La eliminación abrupta e impensada del IVA o el incremento brutal de las adquisiciones por parte del Estado, sin lugar a dudas favorecerían a la industria del libro y no necesariamente a los lectores. Veamos entonces de donde vienen los reclamos.

Desde el año 2001 al año 2011 el Estado de Chile, por intermedio de la DIBAM, del Ministerio de Educación (CRA) y del Consejo Nacional del libro y la Lectura, ha incrementado las compras de libros en un 312% medido en términos monetarios (no incluye programa Maletín literario ni textos escolares) y en ese mismo período la lectoría o comprensión lectora no han tenido ni de cerca guarismos como este. ¿Quién se ha beneficiado entonces de esto?

Estoy por presentar a quién corresponda una propuesta seria y contundente sobre todas las modificaciones que debemos hacer a la ley del libro y la lectura, incluyendo una propuesta sobre el IVA, para que de manera definitiva la lectura y el libro en Chile puedan contribuir masivamente al desarrollo cultural y educacional de grandes sectores del país de manera determinante y para que el libro forme parte de una política pública que lo sitúe en un lugar preponderante dentro del quehacer cultural de la nación.

*Gerente General de The Clinic

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