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Opinión

19 de Noviembre de 2013

En una estación del Metro

La aparición de estos rostros en la multitud/Pétalos de una rama oscura y húmeda (Pound). Hoy se arrojó un sujeto al Metro y se provocó cierta congestión y sonido de sirenas. Nada demasiado especial, en realidad, considerando que es primavera. Pero la manera en que la vendedora del almacén hizo alusión al tema, me pareció […]

Germán Carrasco
Germán Carrasco
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La aparición de estos rostros en la multitud/Pétalos de una rama oscura y húmeda (Pound).

Hoy se arrojó un sujeto al Metro y se provocó cierta congestión y sonido de sirenas. Nada demasiado especial, en realidad, considerando que es primavera. Pero la manera en que la vendedora del almacén hizo alusión al tema, me pareció demasiado violenta: “sacogüéa, que se mate en su casa el CSM, como si esta ciudad no tuviera ya suficientes problemas”. Por gente ruin como esa iñora quizás es que esta ciudad tiene demasiados problemas: es aterradora la manera en que atienden, no todas ni todos por supuesto, pero hay bastantes. Los argentinos cuando vienen creen que es con ellos la cosa, les digo que no, que acá nos tratamos así.

La lista de la gente más fascista la encabezan taxistas, botilleros y ejecutivos (jamás he entendido esa palabra). No sé quién me dijo que había una especie de acuerdo con la prensa para no publicar cada vez que alguien se arrojaba al Metro, porque si no sería mucho más frecuente, y porque en realidad poco puede decir el periodismo con respecto a esas tragedias, excepto que nos hacen falta más psicoanalistas y psicólogos, terapeutas y profesoras de yoga con voz de terciopelo y mirada serena por metro cuadrado.

Escribía Eugenia Brito en su poema sobre el Metro, “Será por eso que tiemblan de náusea las baldosas cuando se recogen al amanecer /pues saben que ellas siempre osamenta fueron de otra vieja piedra?” Y ni hablar del magistral poema de Hermán Miranda que cito siempre sobre una suicida en las líneas del tren, Doralisa. Uno de los poemas más hermosos sobre un final, un quiebre, el golpe de Estado, el fin de una forma de inspiración, el fin de un amor. El canto a los trozos de blusa y de una pierna aquí y otra allá lejos, a la carne descuartizada que Doralisa deja como un enigma a ser descifrado.

Entiendo que los choferes a los que les toca atropellar a un suicida tienen tratamientos sicológicos intensos y sabáticos. La iñora que pronunció esa frase precisamente actúa dentro de las reglas del sistema, sin reflexionar. El tipo muere a contramano entorpeciendo el tráfico como dice la canción de Buarque, eso es lo que a ella le choca: que la fila sea más larga, la congestión vehicular. La interrupción del sistema. Hay días así. Cuando se murió el viejo Lihn, un librero de usados de la calle San Diego dijo, ¡menos mal que se murió este, a ver si se vende algo! Y arrojó un ejemplar a una ruma de ofertas. Hay días así, camino por la librería Metales Pesados y la veo clausurada, sin Sergio Parra afuera, de camisa blanca y sonrisa de cafeína…

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#Carrasco#Columna#metro

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