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Opinión

16 de Diciembre de 2013

Reacomodo de fuerzas en el poder, un análisis urgente

* Independiente de la posición que se pueda asumir, sin lugar a dudas ninguna persona que se declare con cierto nivel de conciencia política puede pasar por alto lo acontecido ayer respecto de la segunda vuelta presidencial. Para los movimientos sociales en general y el movimiento estudiantil en particular, los resultados de las elecciones y […]

Javier Miranda
Javier Miranda
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Independiente de la posición que se pueda asumir, sin lugar a dudas ninguna persona que se declare con cierto nivel de conciencia política puede pasar por alto lo acontecido ayer respecto de la segunda vuelta presidencial.

Para los movimientos sociales en general y el movimiento estudiantil en particular, los resultados de las elecciones y las jugadas políticas que comenzarán a desencadenarse desde ahora marcarán la pauta de lo que serán, al menos, los próximos cuatro año. En torno a esto se hace urgente comenzar a analizar el escenario y en base a esto proyectar hacia el futuro.

En términos generales se deben analizar tres aspectos de la situación: primero la posición en la que queda la derecha; luego la vuelta de la Concertación al mando; y finalmente el “fenómeno” de la abstención.

Para comenzar, lo que ha pasado con la derecha era previsible. Si hay algo por lo que va a ser recordado el gobierno de Piñera es por contar con los más altos niveles de rechazo desde el fin de la dictadura y por su incapacidad para dar aunque sea una mínima solución al sin fin de conflictos que durante los últimos cuatro años se han desarrollado.

De esta manera y con una votación paupérrima, que ni siquiera alcanza a llegar al 38%, a la derecha como sector político se le ponen las cosas cuesta arriba, y no sería extraño comenzar a ver reacomodos importantes de fuerzas en su interior. El descrédito de los defensores más acérrimos del modelo es causado por los movimientos sociales; sin embargo, este golpe político en términos económicos no es tal, pues en este sentido saben que sus intereses están seguros con un nuevo gobierno de la Concertación.

En segundo lugar está la vuelta de la Concertación al mando, que si bien sigue siendo la misma de hace 23 años en términos político-ideológicos, hoy trata de cubrirse de un manto social que le permite por un lado mantener el orden actual de cosas en cuanto al fondo o la estructura y por otro calmar los ánimos de las grandes mayorías que han salido a la calle durante los últimos años a través de promesas y consignas recogidas del movimiento social, pero carentes de potencial transformador.

En este sentido es necesario precisar algunos de esos elementos, entre los cuales podemos destacar tres: avance hacia la educación “gratuita” a través de beneficios individuales y no financiamiento directo a las instituciones; creación de una AFP estatal (que vendría a ser lo que es Fonasa, pero en términos de pensiones) y en ningún caso la creación de un sistema solidario de reparto y la recuperación de las mutuales; una nueva constitución, pero hecha bajo la institucionalidad heredada de la dictadura y no mediante una asamblea constituyente que permita la participación de todos y todas. Claramente un programa hecho a la medida de los empresarios, donde los cambios propuestos vienen a ser más formas de contención social que un impulso para verdaderas transformaciones estructurales del actual modelo político-económico.

Para terminar el análisis es necesario tocar el tema de la abstención. La cantidad de personas que votaron ayer representa según Piñera un 47% de los que tenían derecho a voto, lo que significa que Bachelet ha resultado electa Presidenta de la República con poco más de un cuarto de respaldo. Esto no es menor, pues es una muestra clara de la crisis de legitimidad y representatividad en que ha caído el sistema político chileno. Sin embargo, no hay que generar falsas expectativas frente a esto, pues no se puede vincular directamente el alto nivel de abstención con una posición política de crítica al sistema, sino todo lo contrario: es el sentido común impuesto, es la despolitización en su máxima expresión y los niveles catastróficos de frustración y desilusión los que generan este fenómeno. El modelo neoliberal llevado al extremo.

El análisis no es muy alentador para los que luchamos por una sociedad distinta, sin embargo nos da claridades respecto de lo que se viene y nos obliga a tomar posición frente a la coyuntura. Es esto lo que al menos se ha comenzado a hacer desde la Confech en alianza con diferentes sectores sociales, principalmente sectores estratégicos de la producción como son mineros y portuarios, y la posición a la que hemos llegado es que la única manera de lograr realmente los objetivos que en conjunto hemos trazado es organizar, movilizar y politizar a los más diversos y amplios sectores de la sociedad y de esta manera ir constituyendo una alternativa real de transformación para el pueblo en su conjunto.

Se vienen tiempos complejos y hay que ser muy cuidadosos. Sólo con organización, unidad y lucha podremos sortear los obstáculos que se presentarán de aquí en adelante.

*Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción

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