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Opinión

17 de Diciembre de 2013

El domingo de Miguel: crónica de un observador de “Marca tu voto”

Miguel se levantó temprano el domingo. No solo votaba por su candidata preferida, sino que se había inscrito como observador ciudadano de la iniciativa “Marca tu voto”. Había escuchado sobre esta campaña en una radio local que su jefe siempre sintoniza al almuerzo. Las expectativas no eran muchas: la causa no había logrado penetrar en […]

Alberto Coddou
Alberto Coddou
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Miguel se levantó temprano el domingo. No solo votaba por su candidata preferida, sino que se había inscrito como observador ciudadano de la iniciativa “Marca tu voto”. Había escuchado sobre esta campaña en una radio local que su jefe siempre sintoniza al almuerzo. Las expectativas no eran muchas: la causa no había logrado penetrar en la televisión, algunos políticos menospreciaron sus efectos y las candidatas favoritas temían que las marcas pudieran competirle en número de votos.

A pesar de que Miguel siempre se ha interesado por las cosas que pasan a su alrededor, nunca había tenido experiencia en una campaña política. Después de votar a primera hora, se puso a disposición de un equipo que con muy pocos recursos y mucha voluntad logró constituir un sistema de conteo de los votos marcados con las siglas “AC”. Desde las seis de la tarde, cuando cerraron las mesas, Miguel se tomó muy en serio su rol de observador ciudadano. Se puso un cartel que lo identificaba como tal, y coordinó el conteo de varias mesas en que aparecieron un buen número de votos marcados. La tarea parecía titánica, pues varias comenzaron a cerrar casi simultáneamente, dificultando la labor de Miguel. La reacción de los vocales, sin embargo, fue impresionante: en la mayoría de las mesas comenzaron a registrar el número de votos marcados con “AC”, incluso tomando en consideración aquellos que expresaban su preferencia por Evelyn Matthei. En varias de las mesas que le correspondía observar, los resultados eran muy buenos para la iniciativa, y se comunicaban por teléfono a una central que había diseñado una plataforma electrónica para tener un sistema de conteo interno.

La pequeña crónica de Miguel es la de miles de observadores que formaron la base de la iniciativa ciudadana “Marca tu voto”. Tal como él, ninguno de los observadores participó de esta campaña porque esperara un cargo, porque estuviera presionado, o porque recibiría un beneficio al finalizar la jornada. El compromiso tuvo como base la necesidad de confiar en el otro, la posibilidad de cambiar algunas cosas abstractas que creemos tienen repercusión en la práctica, y la sensación de sentirse parte de algo que se constituye.

Los observadores, de este modo, formaron parte de una gesta (casi épica) colectiva que supo ubicar a “Marca tu voto” como el hito preliminar de un proceso constituyente en marcha. En efecto, las actividades que desarrolló esta campaña emulan lo que debe ser un proceso constituyente. Así, una Asamblea Constituyente es solo la culminación de un proceso amplio de participación y educación cívica que ubica a los ciudadanos, por algunos momentos siquiera, en eso que llamamos la “comunidad imaginada”.

Marca tu voto” implicó ejercicios de ciudadanía, la necesidad de justificar los actos y conductas que tienen efectos en los demás, y la posibilidad de pedir razones a nuestros compatriotas que se niegan a cuestionar las bases de un arreglo institucional que nos deja de pertenecer. Esta campaña fue un “ejercicio de enlace”, una prueba de cómo podría ser un proceso constituyente a la chilena. Con un poco de imaginación institucional, el desafío es pensar en cómo sentar las bases de este proceso. En base a la fuerza y a la experiencia adquirida, los observadores ciudadanos como Miguel debieran estar disponibles para la articulación colectiva que requiere un proceso constituyente

Al final de la jornada, Miguel supo distinguir entre una Asamblea Constituyente y un Proceso Constituyente. Entendió, por fin, eso que los abogados explicaron de manera un tanto compleja durante las jornadas de formación de observadores, cuando intentaban distinguir entre “forma y contenido”. Al calor del “se siente, se siente, Asamblea Constituyente”, que difícilmente rimaba con la cadencia del grito, Miguel comenzó a cambiar la AC por el término “Poder Constituyente”. Cuando la persona que estaba a su lado le preguntó qué significaba eso, Miguel respondió: “pero si la Asamblea es sólo un mecanismo, el Poder Constituyente somos nosotros

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