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Opinión

12 de Marzo de 2014

Bachelet en su hora cero: La carrera contra el tiempo para cumplir su ambicioso programa

La segunda asunción de Bachelet al poder es la historia de un desafío a contrarreloj que comienza hoy a las 07.40 en La Moneda, con el primer consejo de gabinete. La historia de la segunda promesa de Bachelet a la República es la de la foto en que Isabel Allende le entrega la banda, rememorando para el mundo a sus padres víctimas de la dictadura de Pinochet. Y por último, es el reto a siete partidos que tras un arranque complicado, deben mantenerse juntos para sacar adelante el primer gobierno de la Nueva Mayoría, con una mochila de compromisos que "el Chile que cambió" va a cobrar. Así fue la jornada de su retorno.

Richard Sandoval
Richard Sandoval
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-Nuestros padres están presentes -le dijo al oído la presidenta del Senado, Isabel Allende-.
-Así es -respondió emocionada Michelle Bachelet, ajustándose la banda presidencial frente al país por segunda vez en su vida-.

El mensaje, ya se lo había dado la hija del líder de la Unidad Popular a la ex directora de ONU Mujer cuando ésta la llamó por teléfono, hace unos días, para felicitarla por el acuerdo que la convertiría en la primera mujer presidenta del Senado. Sería un momento histórico le dijo, que pondría un ingrediente más a una jornada marcada por la épica.

La épica detrás de los padres Salvador Allende Gossens y Alberto Bachelet Martínez, quienes se encontraron en ese diálogo de las 12:18 horas del martes 11 de marzo de 2014, después de 40 años, es el concepto que marcó el regreso de la doctora socialista al poder. Es la foto que recorrió el mundo, destacando la “madurez democrática” que alcanzaba Chile, según El País de España. La épica es, además, el tono que Bachelet se encargó de remarcar desde el primer día en que pisó suelo chileno para competir por la primera magistratura del país, hasta ayer en la tarde.

En la alocución que hizo frente a unos dos mil adherentes que la esperaron desde temprano frente a la sede de gobierno, la Mandataria, de 62 años, se refirió en primer lugar a la necesidad de la educación pública, luego a la de una nueva Constitución, y posteriormente a los cambios a realizar en Salud. “¡Un programa que compromete una reforma educacional que asegure gratuidad, calidad, inclusión y mejores perspectivas para los niños, niñas y jóvenes de Chile! ¡Y mi compromiso es que esta plaza, sea la Plaza de la Constitución, de una Constitución nacida en democracia!”, sostuvo, subrayando que “¡Vamos a llevar adelante el programa de gobierno que hemos comprometido con ustedes! Vamos a hacerlo en un marco de diálogo con todas las fuerzas políticas y sociales. Pero un diálogo que tiene como objetivo avanzar en el cumplimiento del programa. Ese es nuestro mandato ciudadano y para eso he vuelto a ser presidente de Chile!”. Tal como dijo en su discurso en la comuna de El Bosque, hace casi un año, no había vuelto para hacer lo mismo que hizo la Concertación durante dos décadas.

Las palabras, eran el aviso de que la suya será una administración que pondrá en ejecución un trabajo frenético, y a contrarreloj, con la mirada puesta en no dejar de cumplir un programa ambicioso, como lo calificaron todos los ministros consultados por la prensa, y los presidentes de los partidos de la nueva coalición oficialista.

El mensaje

A las 7 de la mañana, un bus salió desde la Cancillería con 14 ministros a bordo. Entre ellos, el vocero de gobierno, Álvaro Elizalde. El vehículo, en el que hubo tiempo para el relajo, trasladó a los secretarios de Estado hasta el palacio presidencial de Cerro Castillo, donde la distensión cedió espacio a la seriedad y los mensajes. “No parar de trabajar”, les dijo Michelle Bachelet a sus ministros. “No hay que parar ni un minuto”, advirtió la jefa de Estado antes de partir a la sede del Congreso Nacional, donde la ceremonia partió con un cuarto de hora de retraso. La premura es el obstáculo principal del gobierno que comienza, y sus ministros ya lo saben. Por eso, ninguno puso objeción al primer consejo de gabinete, que fue convocado para hoy, de forma inédita a las 07:40. El objetivo, según señaló el ministro del interior, Rodrigo Peñailillo, será agilizar las tareas de cada área y poder cumplir la meta de las 56 medidas para los 100 primeros días de gobierno, entre las que destaca la reforma tributaria, proyecto vital para lograr los recursos que requiere el programa.

En ese sentido, el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, apuntó que desde ya trabajan con la conciencia de la urgencia. “La Presidenta y nosotros tenemos la experiencia de haber gobernado, y estamos preparados desde el primer día. Los equipos técnicos ya están trabajando, avanzando en los proyectos de ley, en los decretos, en los convenios, en las tareas administrativas. Y básicamente estamos ocupados, nos estamos ocupando de lo que nos corresponde. Van a estar los proyectos de ley que la Presidenta ha prometido”.

En cuanto a la coordinación parlamentaria que requerirá la primera reforma de Bachelet, Arenas precisó que “todos los lunes nos vamos a estar reuniendo con los parlamentarios de la comisión de Hacienda en un almuerzo, por tanto la coordinación está. Conforme a los proyectos que la Presidenta vaya enviando, los ministros van a estar en el Congreso tramitándolos. Lo más probable es que yo esté estos días en el parlamento, cumpliendo algunas promesas de la Presidenta. Mañana (hoy) la Presidenta va a anunciar al país cuales son esas materias”. Esto, después del consejo de Gabinete.

La alegría de Aleuy

Al ser nombrado por el orador oficial de la transmisión del mando presidencial, tibias pifias enturbiaron el nombre de Mahmud Aleuy, el poderoso subsecretario del Interior. Sin embargo, tras solicitar juramento a todos los ministros, su salida del salón pasó desapercibida. Mientras la prensa y los invitados se desvivían por Pepe Mujica, Rafael Correa o el vicepresidente de Estados Unidos, Aleuy salía serio, como si no hubiera cumplido el rol histórico que acaba de ocupar. “Estamos muy contentos”, dijo al retirarse, conteniendo la emoción. Horas antes, usó esa misma parsimonia para zanjar la repartija de las 56 gobernaciones, lo que debía satisfacer a las siete colectividades de la coalición. La negociación, era la última que el ex subsecretario de Desarrollo Regional realizaba antes de que comenzara el gobierno. Sin embargo, no todos quedaron contentos. Uno de los heridos es el Movimiento Amplio Social, de Alejandro Navarro, quien no consideró justa la asignación de sólo una gobernación, advirtiendo que el trato recibido podría afectar la solidez de la Nueva Mayoría hacia el futuro.

Los partidos

Para los partidos de la Nueva Mayoría, el espíritu cívico de la ceremonia fue un bálsamo luego de las dificultades que marcaron el período previo a la asunción, a propósito de las autoridades cuestionadas. En ese sentido, se abocaron a calificar “la importancia histórica” del proceso político que comienza. El presidente del PPD, Jaime Quintana, sostuvo que “el Presidente Allende y el general Bachelet deben estar muy orgullosos de sus hijas en este acto, donde Chile se reencuentra con su historia, con lo mejor de sus tradiciones y también se encuentra con Latinoamérica, con la presencia masiva de mandatarios extranjeros”.

Respecto al PPD, el vocero de la nueva Mayoría enfatizó en que “este es un nuevo ciclo político que se inicia, con un Chile que cambió, y con una nueva coalición. El PPD es un férreo defensor de este gobierno que se inicia, porque estamos convencidos de que es el programa que Chile necesita hoy día… estos ministros con los cuales la Presidenta nos ha honrado son para ministerios muy sensibles, lo que va a requerir que redoblemos nuestros esfuerzos desde el plano político y legislativo para apoyarlos a ellos y a los 23 ministros”.

El timonel del PS, Osvaldo Andrade, en tanto, sostuvo que “este es el primer gobierno de un nuevo ciclo político en que la centralidad de la tarea es luchar contra la desigualdad. Durante 23 años hicimos un esfuerzo de lucha contra la pobreza, de reinsertar a Chile en el mundo, de crecer, de reconstruir a Chile en el mundo, que habíamos perdido en la dictadura. Somos convencidos de que la única forma de construir una mayoría que respalde a este gobierno es con una alianza de centroizquierda, y por esa razón durante mucho tiempo nuestro esfuerzo fue, al mismo tiempo que manteníamos un vínculo importante con la Democracia Cristiana, construíamos vínculo con el Partido Comunista; de modo tal de prefigurar una insuficiencia que la Concertación ya había demostrado tener, y transformarla en algo más amplio que la Nueva Mayoría. En consecuencia, la base política esta dada. Tenemos mayoría en ambas cámaras, y tenemos que reconstruir una relación con el movimiento social para que también coayude en este esfuerzo”.

Llegó otra vez

Pasadas las cinco de la tarde, Álvaro Elizalde no sabía por dónde subir al despacho presidencial desde el Patio de los Naranjos. José Antonio Gómez y Nicolás Eyzaguirre, en cambio, se sabían el camino de memoria. Mientras a Elizalde un suboficial de Carabineros le dijo por dónde dirigirse, Eyzaguirre no dudó ningún segundo por dónde arrancar cuando se dio cuenta que el Patio de los Cañones, que da a Moneda, estaba atestado de periodistas. “Y nosotros que pensábamos que estábamos en territorio libre” dijo el titular de Educación antes de huir por el ingreso al salón Montt-Varas, que divide a ambos patios. La situación refleja que con el regreso de Bachelet a La Moneda, vuelve un tronco histórico de rostros conocidos, saludados con aprecio por los funcionarios de Palacio; pero también lo hace una generación que por primera vez ocupa puestos de primera línea en la administración del Estado.

Lo cierto, es que apenas se produjo el cambio, el ambiente en La Moneda ya era distinto. Funcionarias que llevan más de diez años en la Presidencia, cuentan que “en los últimos cuatro años estuvimos tensionados. Ahora ya se nota más relajo. Es gente a la que uno conoce, no como la gente del Presidente Piñera, que venía más del sector privado que del público, era gente distinta, de otro estrato social”. Esa “cercanía” se notó también en la puesta en escena del ingreso de la Presidenta, que contrasta con el show televisivo que realizó Piñera hace cuatro años, con la idea de “refundar” La Moneda.

Al final del día, los mismos símbolos que iniciaron la jornada vinieron a cerrarla. Después del discurso de la Presidenta -cerca de las 20 horas-, la senadora Isabel Allende, aún emocionada, se tomó 40 minutos para saludar a los adherentes detrás de las vallas papales de la Plaza de la Constitución.

En tanto Elizalde, consultado por la similitud entre el tono del discurso de El Bosque y el de ayer, asentía que ello corresponde a que “este es un programa de cambios, de reformas estructurales. No es una manito de gato”.

Por último, una centena de funcionarios se reunía al centro del Patio de los Cañones a cantar “Y ya lo ve, y ya lo ve, la Bachelet llegó otra vez”. Cuatro años después, con un Chile remecido por los movimientos sociales, y un paso reformador por Nueva York, “la Bachelet” llegó otra vez.

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