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Poder

16 de Marzo de 2014

La Vicaría en la mira del régimen

En abril de 1986, funcionarios de la Vicaría de la Solidaridad socorrieron a un hombre que llegó al organismo con una herida a bala en el glúteo. El joven resultó ser un militante del FPMR que esa mañana había participado en un asalto a la Panadería Lautaro, en San Bernardo, donde un carabinero fue asesinado. Este hecho le permitió a la dictadura de Pinochet iniciar una fuerte ofensiva contra la Vicaría, en la que el fiscal Fernando Torres Silva jugó un rol protagónico. Un abogado detenido por meses, un médico preso por más de un año, y un enfrentamiento público entre el arzobispo de Santiago, Juan Francisco Fresno, y Pinochet fueron parte del saldo de ese enfrentamiento. El caso, que inspira los primeros capítulos de la serie de TVN Los Archivos Cardenal que se transmite hoy a las 23.30 horas, está contado en el sitio www.casosvicaria.cl, un proyecto periodístico de la Escuela de Periodismo y el Centro de Investigación y Publicaciones de la UDP.

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Reconstitución de escena asalto Panadería Lautaro. Archivo La Nacion. Universidad Diego Portales.

Reconstitución de escena asalto Panadería Lautaro.
Foto: Gentileza Universidad diego Portales, Archivo La Nacion. 

Aparentaba unos 20 años, era bajo, moreno y parecía un tipo tranquilo, hasta quitado de bulla. La mañana del lunes 28 de abril de 1986 llegó a la Vicaría de la Solidaridad, frente a la Plaza de Armas de Santiago, acompañado por su conviviente y una hermana. Se llamaba Hugo Gómez Peña y contó una historia que sonaba habitual para los funcionarios del organismo eclesiástico: unas horas antes iba caminando por una población de San Bernardo cuando ocurrió una balacera entre desconocidos y Carabineros. Él solo atinó a correr, dijo, antes de ser impactado.

Aunque podía caminar, Gómez Peña lucía una horrible herida sin salida de proyectil en uno de sus glúteos. Al ver la sangre, la asistente social Victoria Baeza supo que era una emergencia y decidió saltarse el procedimiento habitual de llenar una ficha con los datos del paciente y su relato.

Baeza lo ingresó inmediatamente al pequeño consultorio médico de la Vicaría, donde trabajaba un reducido de especialistas atendiendo a perseguidos políticos y a sus familias. De turno estaba el cirujano Ramiro Olivares. El país llevaba tres años de protestas callejeras y el régimen de Augusto Pinochet intentaba apagar las movilizaciones echando mano al estado de sitio, que restringía libertades como la de reunión y que facultaba a Carabineros para actuar con mano aún más dura que lo habitual. Sumando casos de violencia innecesaria y enfrentamientos, entre 1983 y 1986 la Vicaría documentaría un total de 218 muertes a manos de agentes del Estado. La misma entidad contaba con una completa galería de imágenes con lesiones a bala, perdigones y balines, que difundía en sus presentaciones en el extranjero. Al doctor Olivares le bastó una rápida ojeada para saber que el joven había sido herido por una bala de alto calibre y que ni por asomo contaba allí con los medios para una atención adecuada.

Lee el resto del reportaje en Casos Vicaría

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