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Cultura

31 de Marzo de 2014

El soberbio recital de Arcade Fire que se metió en el bolsillo a los fans en Lollapalooza

Los canadienses Arcade Fire, una de las bandas punteras de la actual escena indie rock, se metieron en el bolsillo al público del Lollapalooza Chile 2014 gracias a un soberbio recital rebosante de sonido, espectacularidad y empatía. La banda formada en Montreal hace poco más de una década había llegado para su debut en Santiago […]

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Los canadienses Arcade Fire, una de las bandas punteras de la actual escena indie rock, se metieron en el bolsillo al público del Lollapalooza Chile 2014 gracias a un soberbio recital rebosante de sonido, espectacularidad y empatía.

La banda formada en Montreal hace poco más de una década había llegado para su debut en Santiago la jornada de cierre del festival amparada por los elogios de la crítica especializada, que demostraron ser fundados.

Apoyado en un impecable sonido, el histrionismo del vocalista, Win Butler, y los pegajosos riff de guitarra, el concierto alcanzó momentos sublimes y sorprendió a miles de espectadores que escuchaban por primera vez en directo a esta bulliciosa banda.

El viaje comenzó con “Reflektor”, el sencillo que da nombre al disco más reciente y que inspiró la puesta en escena, con una encapuchada vestida con un traje cubierto de espejos que bailaba en una tarima frente al escenario.

Le siguieron “Flashbulb Eyes”, la rockera “Neighborhood #3 (Power Out), “Rebellion (Lies)”, “Joan of Arc”, “The Suburbs” y “Ready to Start” y la asombrosa “Neighborhood #1 (Tunnels)”, una canción que perfectamente podría llegara a convertirse en un clásico, al igual que la banda.

A continuación, la rubia de trenzas infantiles que se escondía bajo el atuendo de espejos abandonó su escondite cerca de los sonidistas y volvió a vestirse con su traje para repetir la reflectante coreografía.

Tres canciones para el bis “Normal Person”, “Here comes the night time” y “Wake up”, y la tarea ya estaba cumplida para los hermanos Butler y compañía.

Brillaron todos y cada uno de los doce músicos sobre el escenario. El virtuosismo de la mayoría garantizó el dinamismo, la energía y la velocidad del espectáculo.

Al final del concierto, el público se deshacía en elogios. Arcade Fire había interpretado una quincena de poderosas canciones en una hora y media.

La empatía con el público y el sentido del espectáculo les colocaron por encima del divismo de otros artistas que pasaron este fin de semana por los escenarios del Lollapalooza.

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