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Nacional

25 de Abril de 2014

Luis Álvarez, director de Geografía de la PUCV y habitante del cerro La Cruz: “Se trata a los damnificados como subchilenos”

El experto urbanista, que advirtió hace meses sobre la vulnerabilidad de los cerros y cuya casa se quemó en El Vergel, asevera que ni siquiera tras el desastre las autoridades han logrado entender que se requiere un cambio estructural. Afirma que los porteños están con "pintura de guerra" y desafía al Gobierno. "Hay stock suficiente para reinstalar a la gente en departamentos por dos o tres años. ¿Por qué no se hace algo así? Mientras se hacen las cosas bien allá arriba, mientras se hace la instalación urbanística que debe ser colosal, se arrienda y luego la gente vuelve al cerro, pero vuelve a un barrio, a una ciudad estructurada, no a lo que hay ahora. ¿No hay derecho a que la gente de los cerros use la infraestructura privada para ser albergados? A cada rato, me llaman vendedores de departamentos con entrega inmediata de departamentos equipados y allá no hay ni baños", argumenta.

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-Apareció una corona de flores en la plaza Aníbal Pinto que dice “Adiós Castro, fuerza Valparaíso”. Hay pintura de guerra en contra de las autoridades y Castro es quien más representa acá el aparato público-, explica Luis Álvarez, director de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, experto en urbanismo y hasta hace un par de semanas, habitante de la calle El Vergel en el Cerro La Cruz. Su casa, como las de sus vecinos, fue arrasada por el feroz incendio del 12 abril que, en palabras del académico, “transformó la ciudad en un colosal infierno” que dejó 2.500 viviendas destruidas y más de 12 mil damnificados.

-Se despertó una especie de dragón en un fundo abandonado, parecía un soplete, si las casas se quemaron desde adentro y bueno, no está el ánimo para salidas como la del alcalde Castro.

-Fue bien feo eso de “yo no te mandé a vivir acá”.
-Sí, porque uno podría entender la presión a la que está sometido. Él en su discurso siempre dice que si alguien ofrece matrimonio con la promesa de irse a vivir al cerro, es la peor oferta que se puede hacer para un compromiso. Pero es delicado responderle a la gente que está alterada, es un error, porque mis vecinos están cansados. La etapa de la solidaridad estudiantil, que los reconfortó, que los mantuvo bien, ya pasó. Ahora está bajando la temperatura y el frío hace temer por la lluvia, entonces es otro el ambiente hoy en un lugar que quedó además más precarizado que antes.

-Hace tiempo que venías advirtiendo que el fuego era el real enemigo.
-En una exposición yo dije que estábamos incubando una vulnerabilidad colosal arriba en los cerros, que el tsunami real no iba a venir desde el mar. Eso lo expliqué a propósito de que nosotros gastamos millonadas en un simulacro, que fue un espectáculo, y nunca hicimos un simulacro de incendio y pasó lo que todos sabíamos que iba a suceder. }

-¿Cuál es el problema estructural que explica esta catástrofe?
-El problema es que acá el Estado subsidia la plantación de bosques, entonces eso se convierte, por ese incentivo, en un buen negocio. El propietario planta bosques pero no hace un plan de manejo, sino que los abandona. Hay un solo fundo, de todos los que rodean Valparaíso, que trabaja de forma marginal, porque lo que hacen es vender leña para las panaderías del puerto. Todos las demás son tierras abandonadas, si no se apareció ningún dueño, yo creo que algunos ni se enteraron de qué pasó con sus bosques. Hemos introducido especies altamente combustibles como el eucaliptus y cuando se quema un bosque de eucaliptus, al año siguiente la especie es aún más fuerte, entonces vamos acumulando una masa energética que es peligrosa, porque el eucaliptus es una especie de plaga.

-¿Y en el plano político?
-Ahí el problema es que nuestro Estado entiende las cosas al revés. El ministerio es de Vivienda y Urbanismo porque así se piensan las ciudades: primero se construye y después se ve cómo se arregla. La gran acción a realizar acá es hacer una arremetida urbanística que permita mejorar la calidad de vida y no instalar la mediagua y consolidar la pobreza, porque hoy en los cerros no hay servicios, no hay negocios, no hay trabajo. El nivel de barrio es paupérrimo, no hay ni alcantarillado. Si las viviendas de emergencia no traen ni baños, entonces uno se pregunta si lo que pretenden es instalarlos afuera. Es totalmente disfuncional lo que está pasando. Entonces consagramos el modelo de no hacer intervenciones relevantes que den dignidad. En Valparaíso la gente no puede instalar el alcantarillado, pero sí hacer su casa, así se ha hecho por mucho tiempo, hay tradición en eso. El rol público de las nuevas vías, de la escuela que se perdió, esa parte es pega del Estado.

-¿Y la está haciendo?
-No. Mira, yo ahora no tengo casa y ando buscando departamento. Nunca lo había hecho y estoy sorprendido por la cantidad de oferta que hay. Hay stock suficiente para reinstalar a la gente en los departamentos -Valparaíso es un hervidero de especulación inmobiliaria- por dos o tres años. ¿Por qué no se hace algo así? Mientras se hacen las cosas bien allá arriba, mientras se hace la instalación urbanística que debe ser colosal, se arrienda y luego la gente vuelve al cerro, pero vuelve a un barrio, a una ciudad estructurada, no a lo que hay ahora. Yo no sé que pasa, se trata a los damnificados como subchilenos. ¿No hay derecho a que usen la infraestructura privada para ser albergados? A cada rato, me llaman vendedores de departamentos con entrega inmediata de departamentos equipados y allá no hay ni baños. Va a llegar el invierno y va a ser peor.

¿Hay riesgo de aluvión?
-Si se llenan los sifones el agua va a rebalsar y avenida Francia, te lo firmo, va a ser un lodazal. Si llueve como siempre, eso va a pasar. Si llueve de forma continua no quiero ni pensarlo ni decirlo.

-¿Va a volver a vivir en El Vergel, a reconstruir su casa?
-Tengo nostalgia de mi barrio. Todas las viejitas copuchentas me avisaban de cualquier movimiento,nunca me sentí más seguro o cuidado que allá, pero no quiero volver a mi casa, no quiero vivir en el recuerdo del desastre. Quiero que se mantenga como ruina. Mis vecinos son reincidentes: están acostumbrados a superar la adversidad, pero no se dan cuenta de que deben exigir mejoras. Prefiero la resiliencia, que se cambien las cosas que hay que cambiar, así es que voy a mantenerla como ruina, como recuerdo del poco diálogo de la población abandonada por las políticas públicas.

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