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Mundo

10 de Mayo de 2014

El lado oscuro del fútbol indonesio para los jugadores latinoamericanos

Los futbolistas latinoamericanos que han saltado el Pacífico para jugar en la liga indonesia con promesas de buenos salarios y condiciones se han encontrado con una realidad distinta y una precariedad que crea situaciones injustas. El número de extranjeros que participa en la competición indonesia asciende a 74, si se descuentan seis que se nacionalizaron, […]

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Los futbolistas latinoamericanos que han saltado el Pacífico para jugar en la liga indonesia con promesas de buenos salarios y condiciones se han encontrado con una realidad distinta y una precariedad que crea situaciones injustas.

El número de extranjeros que participa en la competición indonesia asciende a 74, si se descuentan seis que se nacionalizaron, y del total 22 provienen de Latinoamérica, con Brasil (8) y Argentina (7) al frente.

Aunque la lista puede haber cambiado ya, porque la liga indonesia se encuentra en un receso que concluye el 20 de mayo y que se emplea, por lo general, para remodelar o reforzar plantillas con contrataciones y bajas.

Los clubes pueden tener hasta un máximo de cuatro foráneos, pero solo tres pueden jugar en el campo cada partido.

Esta estrategia para internacionalizar la liga y la promesa de salarios más altos que en divisiones inferiores de Latinoamérica o Europa del Este han atraído a Indonesia durante los últimos años a jugadores como el argentino Cristian Gastón, quien considera la apasionada afición local como un aliciente más.

“Es una liga que siempre está en televisión, en la que miles de personas van a los estadios. Son muy fanáticos del fútbol,” declaró a Efe Gastón, delantero del Pelita Raya Bandung y celebridad local.

A pesar de ello, ni él ni Walter Brizuela, centrocampista argentino llegado hace tres años, recomendarían a otros compañeros trasladarse a Indonesia.

“Aquí no es como en otros países, no es que se hagan cargo (del bienestar del jugador)”, señaló Gastón, de 28 años.

El caso más sonado internacionalmente fue la muerte del paraguayo Diego Mendieta a finales de 2012 en un hospital sin dinero para pagar a los médicos.

“Conozco innumerables historias de jugadores que no cobran y deben esperar meses para recibir su salario, pero nunca antes había oído un caso en el que un jugador muy enfermo es abandonado completamente a su suerte por un club”, señaló en su día el secretario general para Asia de la Federación Internacional de Futbolistas (FIFPro), Frederique Winia.

Ocho semanas antes que Mendieta, el brasileño Bruno Zandonadi, jugador del Persikota Tangerang, falleció por un citomegalovirus, que es una forma de herpesvirus.

“Se me hace difícil (recomendar a alguien), porque para venirte tan lejos y que no te paguen es complicado. Yo ya sé cómo son las reglas del juego y espero que algo cambie, tengo la confianza de que algo pueda cambiar”, manifestó Walter, de 33 años.

Gastón opinó que gran parte de culpa de la precariedad en la que viven la tienen la flexibilidad de las plantillas y los cortos contratos basados en el rendimiento del jugador.

Esta semana se celebró en el país una conferencia bajo el lema de “Con mejores derechos, todos ganamos” en la que participaron el vicepresidente de FIFPro, Brendan Schwab; el ministro indonesio de Juventud y Deportes, Roy Suryo Notodiprojo; y el sindicato de jugadores de Indonesia (APPI).

La ausencia de la federación de fútbol de Indonesia (PSSI) puso de manifiesto las tensiones que acechan a jugadores y equipos; por un lado la federación rechaza reconocer a APPI como sindicato oficial, y por otro ha creado un sindicato propio sin apoyos.

Asep, un aficionado y habitual espectador los domingos, cree que la situación de precariedad “no debería ser así”, pero añadió que “los jugadores extranjeros también deben estar atentos a esos riesgos, en Indonesia no es como en sus países”.

Indonesia, aunque es una potencia regional en este deporte, solo ha participado en un Mundial, el de 1936, y ocupa en la actualidad el puesto 151 de la clasificación de la FIFA.

No obstante, el fútbol es el deporte más practicado y, según una encuesta de la agencia Nielsen, más de 81 millones de indonesios, en un país de 240 millones, se declaran aficionados a este deporte.

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