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Opinión

29 de Mayo de 2014

Anuncios del gobierno: ¿reforma educativa o regulación de mercado?

Esta última semana el gobierno definió la ruta legislativa de la Reforma Educativa. En la cuenta pública de la presidenta, el Ejecutivo dio luces de los principales hitos y fundamentos de la concreción de las generalidades presentadas en el programa de Gobierno. Para el movimiento estudiantil, más allá de los detalles específicos de cada uno […]

Melissa Sepúlveda
Melissa Sepúlveda
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Esta última semana el gobierno definió la ruta legislativa de la Reforma Educativa. En la cuenta pública de la presidenta, el Ejecutivo dio luces de los principales hitos y fundamentos de la concreción de las generalidades presentadas en el programa de Gobierno.

Para el movimiento estudiantil, más allá de los detalles específicos de cada uno de los anuncios, la primera gran conclusión es que ésta será una reforma que concentrará sus fuerzas en moderar y regular los excesos de sistema mercantil, limpiando sus constantes desbordes de ilegalidad y usura, y por tanto, perfeccionando el actual sistema. Esta no es una Reforma que basa su desarrollo en el fortalecimiento y el incentivo de la Educación Pública -principal demanda del movimiento estudiantil- sino más bien en perfeccionar el actual sistema de subsidio estatal al desarrollo de proyectos educativos privados.

Para nosotros y nosotras las señales son varias: La mantención de la subvención a la demanda como eje de financiamiento de la educación -y la consecuente permanencia de una lógica competitiva al interior del sistema-, la inexistencia de medidas específicas de expansión de la matrícula pública –tanto en Educación Superior y Secundaria-, la instalación de Fundaciones sin fines de lucro como garantes del uso de recursos públicos por parte de privados –a pesar de la experiencia existente en Ed. Superior-, los silencios en relación a, democratización, pertinencia curricular o educación sexual no discriminadora. Estos son elementos claves para comprender nuestra postura.

Sin embargo, una de nuestras preocupaciones centrales es la inexistencia de la opción por la (re)construcción de un sistema público integrado. Los anuncios del MINEDUC se mueven en otra dirección, y un ejemplo concreto de esto es que en el proyecto de Ley de Interventor no hay ninguna estrategia clara de aumento de la matrícula pública, que responda a un proyecto país y a la perdida histórica de la cobertura nacional de las instituciones públicas de Educación Superior. En concreto, el interventor estatal –que no menciona la posibilidad que el Estado absorba la propiedad de las instituciones en crisis- bien podría salvar una universidad privada en peligro de quiebra o que haya lucrado y, luego devolvérsela “saneada” a los mismos dueños que la llevaron a la situación previa. La Reforma pareciera obviar el avance significativo del mercado en los últimos 40 años, reforzando su existencia, regulando sus inmorales excesos, y profundizando el rol subsidiario del Estado.

Hoy creemos, con más fuerza, en la posibilidad de construir un nuevo sistema educativo. Esto pasa necesariamente por una construcción colectiva que involucre a todos los actores que durante estos años han estado en las calles, no sólo llamando la “atención de las autoridades”, sino que generando propuestas y construyendo espacios para la posibilidad de una nueva educación. Una Reforma entre cuatro paredes, sin la participación real de los actores, siempre será una reforma inconclusa, parcial y poco significativa, en tanto no dará cuenta de los intereses colectivos y no tocará a los privilegiados de siempre; responderá exclusivamente a los intereses de quienes hoy gobiernan el país.

Para el movimiento estudiantil, la construcción de un sistema público fortalecido que se transforme en una real alternativa educativa es la única vía para acabar con la Educación de Mercado.

Una reforma sin contenido, sin proyecto de fondo, que se limita a ajustar los excesos del mercado no es la reforma que el país necesita. Necesitamos una reforma que dé prioridad a un proyecto de sociedad, colectivo, que no otorgue prioridad a las iniciativas o emprendimientos individuales asociados a pequeños grupos de poder. Si esta es la intención del ejecutivo, es necesario dar señales concretas de prioridad e incentivo a la matrícula pública, tanto en Educación Escolar como en Educación Superior, asegurando e incentivando, por ejemplo, los procesos de participación resolutiva de las comunidades asociado a la democratización de las Instituciones Educativas o cambiando la lógica de financiamiento de la educación escolar.

El movimiento estudiantil no está disponible para considerar como logros el cumplimiento de las promesas que la presidenta anunció hace ya 8 años (2006), como lo es la implementación del Pase Escolar para los 365 días del año. Hoy el país necesita avanzar decididamente hacia el desarrollo de un sistema público nacional, articulado, participativo y pertinente, para pensar el país de las mayorías y no sólo el país de algunos.

*Presidenta de la Fech.

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