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Opinión

30 de Mayo de 2014

Esta columna la escribo para todos los pro vida (con mucho amor)

Cuando uno pelea con un pinochetista no lo hace con la esperanza de convencerlo. Se pelea por amor a pelear, se pelea porque da furia, se pelea porque uno no entiende y no entender da rabia. Supongo que pasa lo mismo con todas las peleas del universo que están sustentadas en argumentos: las de pareja, […]

Joven y Alocada
Joven y Alocada
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Cuando uno pelea con un pinochetista no lo hace con la esperanza de convencerlo. Se pelea por amor a pelear, se pelea porque da furia, se pelea porque uno no entiende y no entender da rabia. Supongo que pasa lo mismo con todas las peleas del universo que están sustentadas en argumentos: las de pareja, las políticas, las religiosas, las etc.
Por eso esta columna -que es una pelea porque soy peleadora- no pretende convencer a los que están en contra del aborto de que estén a favor -soy peleadora; no ingenua- si no que apunta a algo más sencillo: que, por el amor de Jesús, cambien sus argumentos a la hora de discutir el tema.

La última semana me la he pasado leyendo comentarios en columnas, noticias y facebooks de amigos y no tan amigos sobre la niña de 17 años que, luego de un aborto mal hecho, comenzó a desangrarse, fue al hospital, fue denunciada por un médico y tuvo que soportar que dos medios de comunicación dieran su dirección exacta.
Al leer muchas de las opiniones, pensé: ¿por qué tengo que leer tanta hueá?” así que, un poco por amor a mí y un poco por amor a los que atacan enardecidamente a las mujeres que abortan, decidí hacer una especie de guía/manual/como quieran llamarle de los argumentos más ahueonaos/aberrantes/como quieran llamarles que suelo leer en estos casos. En una de ésas empiezan a usar otros.

1. ¿No te gustó abrir las piernas? Aperra.
Este es el más común y uno de los que más me irritan. A veces adquiere otras formulaciones (“Que aperre por caliente”) pero siempre está construido desde la violencia. Es bien curioso. La imagen mental que evoca es una mujer abierta de patas sola, embarazándose sola. Nunca he escuchado algo así como “no te gustó no usar condón. Aperra” porque, por supuesto, todo es tarea de las minas: tomar anticonceptivos, cuidarse, no culiar. No hablaré de lo molesto que puede llegar a ser meter hormonas en el cuerpo -cuando he tomado pastillas me deprimo y me caliento mucho menos- si no de algo que no logro entender muy bien: si se piensa que todo es responsabilidad de las mujeres ¿por qué chucha decidir abortar o no deja de serlo? Es un misterio más grande que el de la transubstanciación.

Lo que voy a decir es una obviedad pero a veces las obviedades son necesarias: si los hombres quedaran embarazados el aborto sería legal. Si los hombres tuvieran que hacerse cargo de sus hijos tal como lo hace una mujer, el aborto sería legal. Si a los hombres les llegara la regla, tendrían día libre cada vez que pasa. Si los hombres abortaran, hasta recibirían masajitos mientras lo hacen.

2. Si mi mamá hubiera pensado como tú, yo no estaría acá
Este entre que me enoja y me da risa. Si uno no estuviera acá, daría lo mismo porque nunca estuvo. Si uno no estuviera acá, daría lo mismo porque en políticas de salud pública uno es irrelevante. Me explico: este argumento está emparentado con el de minas que dicen: “Cuando escuché los latidos de Juanito supe que ser madre era lo más maravilloso del universo así que estoy en contra del aborto”, Me alegro por la alegría de la madre de Juanito y me alegro por la alegría de quienes estén felices de existir, pero la opinión personal es tan intrascendente como intrascendente debiera ser que un diputado o un senador crea en Dios a la hora de decidir políticas de Estado.

3. Está bien, pero solo en caso de violación, aborto terapéutico o si está en riesgo la vida de la madre
Okei okei. No seré tan injusta como para decir que este argumento es tonto como los argumentos tontos son tontos porque al menos permite empezar a dialogar. Nada más que me parece muy curioso que sólo se legitime que la mujer pueda decidir en caso de que haya sido violada ochocientas cincuenta veces por su papá a los 13 años. Curioso, porque los que están en contra del aborto lo hacen porque consideran que el feto ya es un humano. Eso me lleva a preguntarme cosas: ¿Es más humano si es que una mujer queda embarazada por mala cueva y menos humano cuando la violan? Y si no existe el esencialismo ¿por qué entonces huevear a una mujer que quiere abortar ya sea por problemas económicos, porque no se siente preparada o porque no lo planeó?

“Imagínate es a tu hija a la que violan”, le escuché decir el año pasado a uno de los panelistas de Tolerancia 0 -creo que fue Paulsen- para que los otros hueones se conmovieran un poco. La frase no es mal intencionada pero es empática de una forma equivocada, por no decir falsa. La persona -el padre, en este caso- piensa en la validación del aborto en tanto que es un tema que le toca, en tanto que es su hija, en tanto que le afecta a él.

Me gustaría que la empatía fuera más allá. No solo compasión por la niña violada o por la mujer que tiene en riesgo su vida que “podría ser tu hija”. Compasión por cualquiera. Compasión, también, por la que no quiere ser mamá y su método anticonceptivo falló. Por la que no quiere ser mamá y se olvidó un día de tomarse la pastilla. El argumento “Si fue irresponsable tiene que aperrar” me parece tan cruel como barsa. ¿Hay alguien que se haya cuidado toda su vida (y cuando digo toda es toda) responsablemente? Si quieren lo piensan por cinco segundos. O diez.

4. Las minas van a ocupar el aborto como método anticonceptivo
O en su variación “si se legaliza el aborto, van a estar todas abortando”. Como si abortar fuera rico. Como si la legalidad de sacarse el apéndice provocara que todos lo hiciéramos porque sí. Como si los que estamos porque las mujeres elijan estuviéramos en contra de tener información/acceso adecuada a métodos anticonceptivos y a una educación sexual de verdad.

No quiero ponerme latera con estadísticas pero igual: en países donde el aborto es legal- como Finlandia- (y donde si tienes guagua no te dan un bono flaite si no que protección real) la tasa de abortos ha disminuido. Chile, en cambio, es el país con más abortos de Latinoamérica -cuarenta mil al año- lo que al menos da para preguntarse por qué.
Y no solo eso. La no legalización se caga a los desprotegidos de siempre. Yo -que soy relativamente privilegiada en términos de clase social- y una mujer pobre usaríamos el mismo método para abortar (misotrol. Para usar otro hay que tener plata en serio), pero lo que me diferencia a mí de esa mujer es una de las manifestaciones más brutales del problema de diferencia de clase: la falta de acceso a la información.

Mientras yo puedo leer el completísimo manual que está en infoaborto.org o puedo escribirle a las minas de womenonweb, esa mujer probablemente no tenga Internet, no tenga suficiente comprensión de lo que lee y no tenga una red de apoyo que la ayude. Si no fuera porque leí muy detalladamente el manual de infoaborto, no me habría enterado de la cantidad de pastillas que es correcto usar, de cuántas semanas de embarazo hay que tener ni de que al tener ovario poliquístico y usar misotrol hay riesgo de morir.

5. Toda vida es sagrada
El argumento bíblico no falta. Ya lo dije arriba: me da lo mismo -debe dar lo mismo- que alguien sea religioso a la hora de pensar en los demás. Pero puta la hueá. Si van a ser religiosos, por último lean bien la Biblia. Éxodo 21: 22-23: si un hombre mata a otro hombre tiene que morir. Si un hombre ataca a otro y, por esas casualidades de la vida, pasa a llevar a una mujer embarazada produciéndole un aborto, no debe morir. Debe pagar una cantidad de plata que el juez determinará. Una vida potencial, bíblicamente, no vale lo mismo que una vida que ya es. Y acá llegamos al último argumento.

6. Piensas igual que Hitler
Porque Hitler creía que no todas las vidas tenían el mismo valor así que uno es un genocida desalmado. Incluso una vez me dijeron que pensaba como Antares de la Luz. No sé si me dio risa o rabia. Es difícil conversar con alguien que te saca a Hitler como argumento. Pero voy a tratar: es verdad. Considero que la vida de la mujer es más valiosa que un feto. Al menos hasta que ese feto sea viable fuera del útero de su mamá. Considero que la vida de una mina que no quiere tener a su hijo, que sufrirá por eso, que tal vez fue violada, que no tiene plata, que sí tiene, pero no se siente capaz; es más importante que un feto. Considero que la posibilidad de que la mujer tenga una buena vida -una vida en la que puede decidir- es más importante que un feto. Y considero, también, que los que hablan en contra del aborto muchas veces son personas a las que no les importa que las mujeres tengan una buena vida. Ni que los hombres. Ni que los niños. Si así fuera, se preocuparían por lo que pasa después de que alguien nace. Se preocuparían de que hubiera acceso a salud y educación digna, por poner dos ejemplos. Pero los pro vida no son pro vida. Son apenitas pro nacimiento.

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