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Opinión

28 de Agosto de 2014

Profe de la UC que renunció tras polémica de condones: “Respeto la cosmovisión de mis alumnas y no voy a permitir que se las juzgue”

"He lamentado mucho que gente de la UC y de fuera de la universidad ataque a mis estudiantes, a las chicas que estuvieron involucradas y que les digan que tienen una visión retrógrada. Porque no se le puede imponer al resto lo que uno asume que es lo correcto, se debe tener la capacidad de ser abiertos", destaca el académico que asegura que, más allá del malentendido en la Escuela, nunca se sintió censurado por la UC. También enfatiza que "la lección importante es que en cualquier situación académica o laboral no se puede vivir del castigo. Hacer de cualquier error un castigo es contraproducente, y en el ámbito estudiantil estás en desarrollo aunque puedas meter las patas igual a los 30 o 40, entonces lo que ocurre es que una vez que conversamos se soluciona el conflicto".

Ivonne Toro Agurto
Ivonne Toro Agurto
Por

Universidad Católica 01
Alejandro Durán Vargas, hasta ayer docente de la Escuela de Diseño de la Universidad Católica, da esta entrevista con una sola preocupación: frenar el mar de insultos que han recibido en las redes sociales las seis alumnas que reclamaron por un trabajo que él les hizo hacer en un taller y que consistía en el ejercicio de mezclar dos conceptos antagónicos para elaborar un nuevo producto.

“Por ejemplo, Jack Daniel’s, una marca de licor que se fabrica en barricas que después son desechadas. Cada barril tiene un número de serie, y el arquetipo es: un chico hiperactivo, adolescente, que toca música y hace deporte. Como el objetivo es que se sientan únicos, lo que hacían era reciclar esos barriles, con sus números de serie, y fabricar cascos de madera, cada uno de ellos distintos. No se anunciaba por cierto que eran de Jack Daniel’s y lo que se promueve es la seguridad”, explica.

El conflicto surgió cuando el producto elegido fueron condones y el arquetipo niños, lo que atentó contra las creencias de las participantes, algo que Durán respeta y considera legítimo. De ahí en adelante es donde se enreda el asunto: las estudiantes en vez de conversar con el docente fueron directamente a hablar con la Secretaria Académica y el asunto escaló hasta las autoridades, y aunque éstas apoyaron la labor de Durán, en los días en que se extendió la discusión hubo versiones increíbles respecto de lo se pedía en el taller y el diseñador optó por renunciar, aunque aclara que no hubo censura ni nada parecido.

Durán subió una carta a internet para la comunidad de Diseño de la UC que en pocas horas se hizo viral y trascendió a The Clinic Online que confirmó su veracidad. Durán optó por bajar el material tras constatar cómo se atacaba a sus alumnas.

“Lo más lamentable aquí es que las personas hoy se sienten con la autoridad moral de denostar a mis alumnas, de comentar cosas que no corresponde sobre ellas”, afirma.

En palabras simples, ¿en qué consistía tu proyecto?
Hay dos ámbitos que están separados. Uno es el diseño de juguetes para niños en situación vulnerable. El ramo que yo dictaba era el último de la etapa introductoria, y el examen final es diseñar un juguete para mejorar el aprendizaje en matemáticas, desarrollo psicomotor. Esto porque en los espacios de juego de los jardines infantiles, el material no siempre está destinado a aprender, muchas veces está destinado a entretener, y los juegos educativos son lateros. Entonces los estudiantes diseñan dispositivos, juguetes, para que los niños aprendan. Un ejemplo: un niño de tres, cuatro años, tiene mala motricidad fina porque no tienen desarrollada la musculatura del pulgar, así es que un juguete de un estudiante puede ser un set de marionetas entretenidas con una especie de resorte en el pulgar para mejorar la motricidad. Esa es la dinámica final, pero en paralelo se desarrollan otras actividades, y aquí donde se enmarca la actividad que generó la controversia.

¿De qué se trata esa actividad?
La primera actividad que le hacemos a los alumnos es una actividad diagnóstica bastante exigente, donde tratamos de ver cómo se manejan en el plano instrumental, proyectivo, etc. Para eso se les da un examen veloz: el taller comienza un día y en una semana ellos tienen que ser capaces de articular un proyecto completo. Es una actividad súper ruda, porque además lo evalúan comisiones. Este proyecto lo que busca es ponerlos en aprietos, porque tiene la presión del tiempo y porque deben mezclar temas muy disímiles, casi insensatos, que no han sido vistos, para que ellos vean ahí una oportunidad. Se trata de marcas internacionales con arquetipos locales.

Dame un ejemplo.
Un año les dijimos: tienen que mezclar marcas de lujo, Ferrari, Vuitton, con oficios chilenos de escasos recursos. Por ejemplo: la marca Hammer con un cartonero. Entonces los estudiantes revisan todo lo que implica Hummer: el mundo militar, vehículos grandes, testosterona pura, con un cartonero, sus necesidades y su presupuesto. Los estudiantes deben diseñar un productor que Hummer podría haber puesto en el mercado, pero orientado a un cartonero y el cartonero debe ser capaz de apreciar este producto que debe ser a su vez accesible para quien va orientado. No son parodias: un triciclo cuatro por cuatro, reprueba.

Ya, entonces es que el producto sea útil a quien va destinado.
La idea es que sean capaces de diseñar un producto que sirva, por ejemplo, siguiendo con lo del cartonero, de protección frente a los riesgos de la basura, que sea militar y medio testosterónico, como Hummer, pero que sea usable y comprable por el cartonero. Este año estábamos trabajando con un hogar y funcionarios de allí nos contaron que tienen muy buenas instalaciones, pero en conversaciones informales, ellos plantearon que cuando los niños están fuera de las instalaciones, los menores tienen acceso a material no apto para ellos, entonces eso era una preocupación: el material impropio. Entonces, tomamos esa idea y decimos: acá hay una día para Global, este taller veloz de marcas muy raras con arquetipos muy distantes. Tomamos entonces marcas para adultos y arquetipos de niños. El encargo que se hace es muy claro: se establece que el objetivo de esto no es diseñar, por ejemplo, armas o licores o sistemas de prevención de embarazo para niños, sino otros productos, entonces se pide un esfuerzo mayor.

¿Que te presentaron?
Un grupo, por ejemplo, trabajó con Jack Daniel’s, una marca de licor que se fabrica en barricas que después son desechadas. Cada barril tiene un número de serie, y el arquetipo es: un chico hiperactivo que toca música y hace deporte. Como el objetivo es que se sientan únicos, lo que hacían era reciclar esos barriles, con sus números de serie, y fabricar cascos de madera, cada uno de ellos distintos. No se anunciaba por cierto que de Jack Daniel’s y promovían la seguridad. Era una buena idea, aunque caros.

Y ahí está el tema de los condones.
Sí, y algunas estudiantes sintieron tocada su cosmovisión, se sintieron angustiadas, porque muchos de mis estudiantes, independiente de su credo, no acceden a este tipo de productos. Muchos no saben que es Colt, que son armas, pero eso, que es terrible, no fue tan mal visto como sí lo fue la marca de preservativos, por la connotación de decir “armas y niños” versus “condones y niños” y allí se gesta el problema.

En tu carta mencionas que conversaste con las alumnas y el tema se resolvió.
Sí, lo resolvimos con las estudiantes. El problema es que el tema avanzó primero a otra instancia porque siempre que hay un conflicto se resuelve en conversación con el profesor, porque la solución es simple: si alguien es de cosmovisión musulmana, yo no puedo obligarlo a trabajar con una marca de bikinis; si alguien es vegano, no puedo obligarlo a trabajar con animales o con cuero incluso. En general cuando alguien siente distancia, se plantea. El problema fue que esto, que es normal, no se planteó directamente a mí o a los ayudantes y fue planteado en otra instancia donde el tema fue llevado de forma desafortunada y eso causó mi renuncia.

Dices en la misiva que no fue un conflicto con las autoridades de la Escuela, sino con una persona en particular.
Claro. No es que la Católica reprima los condones, sino que hubo un par de alumnas para quienes este producto no es parte de su paradigma de vida, lo que es muy respetable, y eso hizo que se sintieron muy incómodas y hubo preocupación porque el titular del encargo pudo generar una mal interpretación y así lo entendimos todos. Mis colegas, mi director y decano, fueron muy sensatos. Acá se promueve la libertad, entonces sabemos también que no podemos imponer a ningún alumno un tipo de proyecto, porque nos puede tocar un alumno judío, agnóstico, qué se yo. Y hay que ser respetuoso. El grupo humano con el que trabajo es muy lúcido.

Pero hubo ahí alguien que malinterpretó, de ahí la renuncia.
Fue una lectura apresurada de algunos. Lo relevante es que se generó una discusión bien estimulante, en Diseño no está el mito de la censura de la UC. Los alumnos de Diseño son muy progresistas en general y en el caso particular de quienes se sintieron incómodas debo decir que yo respeto la cosmovisión de mis alumnas y no voy a permitir que se las juzgue. He lamentado mucho que gente de la UC y de fuera de la universidad ataque a mis estudiantes, a las chicas que estuvieron involucradas y que les digan que tienen una visión retrógrada. Porque no se le puede imponer al resto lo que uno asume que es lo correcto, se debe tener la capacidad de ser abiertos. Lo más lamentable es que la comunidad que vio esto haya generado una mitología sobre esto, y mi carta quiso aclarar eso puntos. No es una carta de reclamo hacia la Católica. Yo salí de ahí, he trabajado casi ocho años ahí y nunca me censuraron.

¿Crees que hay intolerancia?
Claro, si llegara una chica judía tradicional y yo le digo “mira, vas a tener que trabajar con una marca de embutidos de cerdo” y ella me dice que no lo va a hacer porque atenta contra su religión, yo sería muy retrógrado de decirle “hazlo igual”. Hay gente cuya forma de vida no le permite trabajar con animales, o mostrar más allá de los ojos, entonces no podría imponerles algo. Esto es lo mismo. Lo más lamentable es que las personas se sientan con la autoridad moral de denostar a mis alumnas, de comentar cosas que no corresponde sobre ellas.

¿Qué lección sacas de todo esto?
La lección importante es que en cualquier situación académica o laboral no se puede vivir del castigo. Hacer de cualquier error un castigo es contraproducente, y en el ámbito estudiantil estás en desarrollo aunque puedas meter las patas igual a los 30 o 40, entonces lo que ocurre es que una vez que conversamos se soluciona el conflicto. No fue que la Católica me prohibió mostrar marcas de condones, no, la situación fue un conflicto puntual que derivó en mi renuncia. Yo adscribo, siendo agnóstico, bastante a Francisco, él está abierto a conversar con todos y en la Universidad, yo hablé con las autoridades de hecho para establecer, por ejemplo, conductos regulares para los reclamos de los alumnos.

Mencionas en tu carta tu equipo fue acusado de no tener criterio y hasta se habló de pornografía.
Nadie me acusó de ser poco menos que pederasta, hubo malos entendidos, eso es. Pero también gente muy lúcida como José Ignacio González. Fue algo muy acotado, no es que la Escuela promueva la censura, no existen sesgos.

¿Cuál es tu responsabilidad en este malentendido?
Mi responsabilidad fue no haber sido suficientemente enfático en decirle a mis alumnos que ellos podían acceder a mí y plantearme sus inquietudes. Existen visiones de la Academia con la mera transmisión de conocimientos, y en Diseño al menos la relación es bastante transversal.

Tu carta tiene un tono bastante crítico.
Sí, porque tendemos a ver siempre las oportunidades, entonces lo que quería esa carta era potenciar los mecanismos de comunicación con los alumnos. Quise hacer una bitácora de los eventos, desde mi perspectiva y estaba orientada sólo a Diseño UC, lamentablemente esto creció muy rápido.

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