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Opinión

24 de Noviembre de 2014

“Alerta Máxima”: El espectáculo de lo marginal

* “Alerta Máxima” (Chilevisión) es un programa de “docurrealidad”, formato que se propone el registro audiovisual de un hecho atractivo para el público. Su inspiración está en programas como el estadounidense “Cops” y nacionales más recientes como “Policías en Acción” y “133, atrapados por la realidad”, en los cuales la policía lleva la acción y […]

Lyuba Yez
Lyuba Yez
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ALERTA MÁXIMA
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“Alerta Máxima” (Chilevisión) es un programa de “docurrealidad”, formato que se propone el registro audiovisual de un hecho atractivo para el público. Su inspiración está en programas como el estadounidense “Cops” y nacionales más recientes como “Policías en Acción” y “133, atrapados por la realidad”, en los cuales la policía lleva la acción y el público se convierte en testigo de su actuar. En “Alerta Máxima”, el equipo periodístico acompaña a funcionarios de Carabineros durante todo el día, obtiene el material y construye un producto que se anuncia vertiginoso, intenso, impactante y por supuesto, “cinematográfico”, aunque lo último no tenga ninguna relación con una propuesta audiovisual interesante, la construcción de personajes atractivos y mucho menos, el desarrollo de una historia.

Su premisa es que seremos testigos de situaciones cotidianas que enfrenta Carabineros en una jornada laboral, como allanamientos, persecuciones y detenciones, con el beneficio adicional (para ellos) de mostrarnos lo bien que realizan su trabajo, aunque en desmedro del cuidado que necesitan los otros involucrados en las historias que se relatan, los detenidos (“antisociales” en la jerga del programa). Lo anterior, sin duda, ayuda mucho a la institución y nos deja estacionados en la peligrosa anécdota de gritos, insultos, forcejeos y a cámaras que invaden y registran probablemente sin autorización a los involucrados. En caso de que ese permiso existiera, ¿es aceptable mostrarlo si esto dañará a esa persona en su dignidad? ¿Quién evalúa el potencial efecto social de esa imagen?

En el periodismo, mostrar a un sospechoso se justifica por una necesidad de justicia, siempre y cuando la persona no sea tratada como culpable. La enorme diferencia entre eso y este programa de entretención es que no es válido que una persona sea enjuiciada en cámara o que se la muestre en estado de ebriedad, alterada, insultando o llorando, porque el fin no es informar. Ni tampoco se justifica burlarse de ella, una práctica que ya se instaló en nuestra televisión con “En su propia trampa” de Canal 13, que en su afán por escarmentar a estafadores de diversa índole, juega con la música y la voz en off para reírse de los “pillados”. En “Alerta Máxima”, la herencia se nota, aunque aquí el héroe no es Emilio Sutherland.

¿Mostrar esto se sustenta en el derecho a la información de las personas? Por supuesto que no. En la búsqueda del morbo y la entretención, probablemente sí. El problema es el daño que se puede causar a los involucrados. Ellos deben ser tratados como inocentes hasta que la justicia diga lo contrario, respetar su dignidad, su intimidad y su derecho a la propia imagen. Y cuando las cámaras -ya sean las del programa o aquellas micro cámaras que llevan los carabineros- ingresan a una casa y captan la angustia, el miedo o la rabia de sus moradores, se atenta contra todo lo anterior. ¿El resultado? Un espectáculo peligroso que refuerza la estigmatización social y a la larga, también la discriminación y el resentimiento.

Aquí lo más extremo es la construcción de breves historias sustentadas en la musicalización, en el impacto falso, en el relato del periodista Carlos López, que es, quizás, demasiado radial y exagerado, además de la exposición sin límites de los detenidos y de los testigos que entregan información sin protección alguna y que podrían sufrir algún daño posterior. De esta manera, vemos un producto donde el único que sale bien parado es la autoridad, donde lo marginal se hace visible para entretener, a costa de y poniendo en riesgo la vida de personas dejadas en la otra vereda, la de aquella realidad que solo sale a la luz cuando se trata de impresionar a las audiencias.

*Periodista y docente de ética de las comunicaciones

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