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Opinión

1 de Diciembre de 2014

Sí Presidenta, me parece absurdo

No entiendo porque el Estado, con sus leyes laborales, y sin ir más lejos con las normas de uno de sus 3 poderes, hace que muchas mujeres vivan su maternidad, desde la gestación, casi como un castigo, y con rechazo desde los círculos más cercanos.

Gonzalo Leiva Rojas
Gonzalo Leiva Rojas
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embarazo

“¿No les parece absurdo que el embarazo sea tratado como una enfermedad al momento de contratar un seguro de salud?”, preguntó la semana pasada la Presidenta Michelle Bachelet en el anuncio de la medida que pone, según titularon algunos medios, fin al embarazo como preexistencia en las Isapres. Sí presidenta, me parece absurdo y por lo mismos aplaudo la medida. Sin embargo, no es eso lo único que me parece absurdo respecto de la gestación, la maternidad, el trabajo y la vida en nuestro país.

También me parece absurdo el sólo hecho de que las isapres tengan los llamados “planes sin útero”. ¿Por qué esa disociación? Las mujeres, madres o no, tienen útero. Desde el lenguaje institucional las aseguradoras privadas en salud atribuyen al útero de la mujer la pura función de llevar dentro de sí la gestación y la vida humana, capacidad fascinante del sexo femenino, pero no la única.

En Chile un 51% de las mujeres es jefa de hogar, y ya en 2011 un 39% de los hogares tenía una jefa de hogar, no un jefe (Casen 2011). Sin embargo, “el sistema” decidió pagarles casi un 30% menos que a los hombres y cobrarle más en las isapres sólo por ser mujeres. Es decir: ganan menos y pagan más por asegurarse en salud. Todo lo anterior a vista y paciencia del Estado. No pongamos cara de sorpresa cada vez que señalemos, como dato, que en Chile la pobreza tiene cara de mujer.

Me parece absurdo, también, el bajo porcentaje de oferta laboral a tiempo parcial que ofrece Chile, teniendo evidencia consistente de que la oferta laboral en jornada parcial aumenta la participación femenina. Y plena consciencia, también, de que hay harto margen en el mercado laboral para avanzar en el aumento de la jornada parcial. La segunda causa por la que una mujer dice no trabajar entre los 16 y los 60 años es “por no tener con quién cuidar a los hijos”. La primera es por “los quehaceres del hogar”.

Ser mujer y más aún ser mujer-madre está bien castigado en Chile. Hablemos como si fuéramos el Estado de Chile hoy, sin eufemismos: “Si quieres ser madre luego de tus 5,5 meses de posrnatal casi te doy sólo dos opciones: o vuelves a trabajar en jornada completa o te quedas en la casa. Como estado, mi oferta laboral para tus necesidades y requerimientos no es suficiente. No entiendo que como mujer puedes optar a ser madre y tener el deseo de trabajar. Tampoco comprendo tu deseo de tener más hijos de los que hoy realmente tienes. Freno tu posibilidad de lograr la fecundidad deseada encareciendo la educación de tus hijos -además de lucrando con ella- y trasladando tiempo de vida familiar al ‘ítem’ de vida laboral. Pero tengo el descaro, a través de algunos gobiernos, de pedirte sin nada a cambio, que tengas más hijos”.

No entiendo porque el Estado, con sus leyes laborales, y sin ir más lejos con las normas de uno de sus 3 poderes, hace que muchas mujeres vivan su maternidad, desde la gestación, casi como un castigo, y con rechazo desde los círculos más cercanos. Hace unos meses me reuní con un grupo de mujeres fiscales, todas ellas miembros de la directiva de la Asociación de Fiscales del Ministerio Público. Estaban ad portas de recibir la información de que un recurso de protección que habían puesto era declarado inadmisible por tercera vez. El recurso fue interpuesto en rechazo al instructivo dictado por Sabas Chahuán que señalaba que una fiscal embarazada podía constituirse en los sitios del suceso, incluso en horario nocturno. No sólo eso producía malestar en las fiscales, también lo produce el hecho de que cada vez que se embaracen sus funciones no sean reemplazadas, sino que se asignen a otro compañero. Una me contaba que casi nunca era una alegría en una oficina de la fiscalía el embarazo de una compañera, sólo era sinónimo de sobrecarga laboral. Vaya qué modelo hemos construido, desde el Estado hacía abajo.

¿Cuántas otras instituciones públicas y/o privadas tienen a mujeres gestantes trabajando en horarios y condiciones que la ley no lo permite? Es probable que varios conozcamos a mujeres laburando en esas condiciones; yo al menos conozco a varias. No necesito estadísticas para repudiar tal hecho, basta con que exista una.

Me parece absurdo también, y con esto cierro, la excesiva medicalización y patologización de la gestación. Hoy se acabó la patologización de la gestación por parte de los aseguradores de salud, según anuncia usted Presidenta. ¿Cuándo ocurrirá eso en las instituciones prestadoras de servicios? El porcentaje de cesáreas en nuestro país hace rato nos está invitando a trabajar enérgicamente en contenerlas y la excesiva medicalización hace rato nos viene invitando a cuestionar la forma como actualmente estamos trabajando en el sistema público y privado. Al igual que los temas expuestos en las líneas de más arriba, hace rato tenemos evidencia contundente, nacional e internacional, de que no estamos haciendo las cosas bien en el acompañamiento de la gestación y el nacimiento.

Comparto su opinión Presidenta, me parece absurdo que en todos los niveles consideremos la maternidad como una enfermedad. Y más absurdo me parece que la maltratemos y le faltemos el respeto a diario, en el trabajo y en las instituciones de salud. ¿Qué más hacemos para acabar con esto? La brecha aún es enorme.

*Gonzalo Leiva es profesor asistente Universidad de Santiago y miembro de Nacimiento y Crianza.

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