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Opinión

21 de Octubre de 2015

Columna: La surrealista política de la PUC, tan paranoica como el Plan Z

Hace casi una década, en los albores de internet, junto con algunos amigos nos juntábamos por las tardes a descargar algunos videos de Plan Z, claramente teníamos que esperar un buen rato -escuchando el Portal del Web-, pues quienes conocimos la conexión por vía telefónica sabíamos de la expectación causada por un video. Es probable […]

Matías Delgado
Matías Delgado
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Hace casi una década, en los albores de internet, junto con algunos amigos nos juntábamos por las tardes a descargar algunos videos de Plan Z, claramente teníamos que esperar un buen rato -escuchando el Portal del Web-, pues quienes conocimos la conexión por vía telefónica sabíamos de la expectación causada por un video. Es probable que varios de quienes lean esto no hayan conocido esa espera, pero posiblemente si hayan reído con lo burdo del Chile de principios de los noventa, ese que ironizaba tanto con lo grotesco de los ochenta, como con su propia ingenuidad transicional. Siempre pensé que nada podía superar la ironía con que Plan Z retrataba al chile del binominalismo y el senador vitalicio, pero pareciera que una nueva versión, el Plan PUC, se revela hoy como el ejemplo de que la realidad supera la ficción.

No podía existir mejor parodia a los argumentos paranoicos y apocalípticos del pinochetismo que el video “El golpe según la derecha”. El absurdo ministerio de las flores, los sueños de confitar el mar y las becas para jóvenes idealistas que eran enviados a formarse en países desarrollados, fueron sinónimo de una risa que pretendía dar por superada la etapa del absurdo, aquella en que la ultraderecha del país se encargaba de difundir sus mitos respecto al comunismo, pero pareciera ser que estábamos equivocados, el audio de una joven estudiante temerosa de los movimientos de izquierda y sus monstruosas ideas de elegir tres rectores y de darle la posibilidad a todos de votar por ellos, o de estar a favor de la gratuidad en la educación, revelan mucho más de lo que pensamos.

Pareciera ser que los temores de la estudiante no son solo causados por un intento desesperado de sumarle votos al Movimiento Gremial, sino que también, son un producto de años de despolitización, en que la política tradicional –que algunos movimientos de la PUC intentan reproducir- se ha encargado de negar el conflicto político mediante la promoción de ideas y prejuicios fantasiosos sobre aquellos grupos que portan proyectos alternativos de sociedad. Pareciera ser que la efectividad de la “política de despolitización” del gremialismo es más fuerte de lo que pensamos, y estos argumentos del absurdo que antes fueron comedia, hoy vuelven a tomarse los pasillos de la universidad con seriedad.

Otro de los absurdos que el programa de la desaparecida señal de TV Rock & Pop inmortalizó fue el consenso consensual de los marcianos democratacristianos, esa raza cósmica que venía decidida a no decidir y con una clara posición sobre no tener posición. Uno tendería a pensar que la parapolítica noventera, esa dedicada a evadir el conflicto y la toma de posición, se extinguió con el advenimiento de las nuevas generaciones cansadas de la desafección y la apatía política que campeaba en la generación que los antecedía, pero pareciera ser que algunos movimientos universitarios aún no son capaces de desprenderse de aquel pesado flagelo.

Es así como el NAU, en un diestro movimiento de esquizofrenia, interpela a uno de los movimientos que más claridad ha tenido en sus definiciones a salir al pizarrón, esto sin la capacidad de tomar postura coherente. Recordemos que en gran medida las erráticas e indefinidas reformas a la educación pasaron por mano de sus mejores militantes, quienes hoy están en el MINEDUC. La exigencia de definición se vuelve extraña cuando emana de quienes defendían la posibilidad de no tener opinión clara en temas trascendentales como la regulación del aborto y de quienes durante sus federaciones no supieron definirse claramente en contra o a favor de las reformas de Bachelet.

Sin embargo, frente a una derecha recalcitrante y a una centroizquierda incapaz de sacudirse las ambigüedades que la acompañan desde sus orígenes concertacionistas, Crecer UC se levanta como la alternativa para refrescar la política de la UC. Hoy es necesaria una federación con propuestas que encaren un sistema educativo digno del instituto Aplaplac y la idiotecnia, que estén dispuestos a dejar atrás las lógicas excluyentes que existen al interior de la Universidad Católica y reenfoque el conocimiento las necesidades de las grandes mayorías. Cuando el absurdo se toma la política es hora de ser responsable y apostar a quienes hoy vienen a entregar propuestas claras de cambio, ya no somos los estudiantes indiferentes de otros tiempos, hoy tenemos que ser responsables de que los audios que hablan del miedo a lo distinto y la indefinición para buscar votos no sean más que recuerdos del pasado, gratas anécdotas de las cuales reírnos, pues hoy lo serio es Decidir nuestra UC.

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