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Mundo

3 de Febrero de 2016

Gringa revela las siete cosas que dejó de hacer luego de visitar Chile y otros destinos

Después de recorrer Chile, Cristina Luisa, se dio cuenta de que realmente es efectivo el dicho de "hacer ahí mismo" donde a uno lo pillen las ganas. "Cuando estás en medio de una explanada del desierto, con nada más que un arbusto de 30 centímetros y tus compañeros de excursión esperándote en el bus, no te queda otra que usar aquellos débiles músculos de las piernas para dejarlo ir".

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Cristina Luisa, una gringa autodefinida como amante de los viajes, utilizó el espacio que le otorga su blog para revelar cuáles fueron las siete cosas que dejó de hacer luego de visitar Chile y otros destinos turísticos en sus aventuras por el mundo.

Según consigna radio Bíobío, la mujer comenzó el asunto aclarando que es mochilera y aperrada al momento de viajar de país en país. “Nunca he estado en uno de esos resorts con ‘todo incluido’. Soy el tipo de viajero que mochilea, toma buses, duerme en hostales, come en la calle y hace todo lo posible para ahorrar cada centavo. Me encanta aprender sobre otras culturas, probar nuevas comidas, explorar ciudades caóticas y meditar en medio de paisajes abrumadores”, sostuvo.

De hecho, el estilo de vida que le ha tocado conocer en sus distintos viajes, entre ellos Chile, le llevó a reflexionar en que debía cambiar muchos hábitos que llevaba en Estados Unidos.

A continuación los 7 más importantes:

1.- Llamarme a mí misma americana: “Si quieres empezar una discusión y hacer un enemigo en menos de un minuto, dile a cualquier latinoamericano que tú eres más americano que ellos. Acabarás metido en un debate político sobre la influencia del dinero y el poder que terminará haciéndote desear pedir disculpas por tu existencia”.

2.- Dar por sentado que en todas partes hay baños: Después de recorrer Chile se dio cuenta de que realmente es efectivo el dicho de “hacer ahí mismo” donde a uno lo pillen las ganas. “Cuando estás en medio de una explanada del desierto, con nada más que un arbusto de 30 centímetros y tus compañeros de excursión esperándote en el bus, no te queda otra que usar aquellos débiles músculos de las piernas para dejarlo ir”.

3.- Apegarse a los tenedores y cucharas: “Con el paso de los años he observado y aprendido cómo otras personas comen: usando palillos, tortillas, pan o simplemente las manos. No existe una sola forma correcta de hacer las cosas y no hay mejor lugar para sumergirte en otra cultura que en la mesa durante la cena”.

4.- Creerse el dueño de todo el espacio en el que estás: “Cuando se trata del espacio personal, los estadounidenses crecemos sintiendo que tenemos un área alrededor del cuerpo que es de nuestra propiedad. Depende de cada cual, pero creo que necesitamos entre 12 a 25 centímetros libres de otras personas u objetos para sentirnos cómodos. Sin embargo tras viajar un poco, te das cuenta de que la burbuja personal no es un concepto planetario. Ya sea que debas saludar de beso en Europa, hacer una fila en Asia con gente que te empuja por todas partes, o dormir en el mismo cuarto con otras 11 personas, la ilusión de que eres dueño del aire a tu alrededor se esfuma igual que el humo de cigarrillo que alguien te acaba de lanzar en la cara”.

5. Planificarlo todo: “Si creciste en los Estados Unidos, la mayoría de tus amigos ya tendrán sus vidas completamente planificadas para cuando lleguen a la escuela secundaria. Se graduarán de estudios superiores a los 22, obtendrán su trabajo soñado dentro de un año, se casarán a los 25, tendrán hijos a los 26, y así. Pero si hay algo que me hace estremecer, es pensar que puedes planear estratégicamente toda tu vida. Cuando viajas, debes abrazar la incertidumbre. Cuando estás en el camino, comprendes que lo impensable puede ocurrir en cualquier momento, sea bueno o malo. Gracias a esto aprendes a dejar ir, a disfrutar los momentos y a dejar que sea tu propia vida la que te indique hacia donde debes ir”.

6. Pensar que los lujos son necesidades: “Cuando estás inmerso en tu propio mundo, es fácil pensar que ‘necesitas’ un auto mejor, un nuevo guardarropas, o un trago al final de cada duro día de trabajo. Pero cuando empiezas a viajar, sobre todo en los países en vías de desarrollo, comienzas a ver cómo viven otras personas y obligándote a reevaluar instantáneamente qué es una ‘necesidad’. Cuando ves a un niño hurgar en la basura para encontrar algo de comer, familias donde 10 personas comparten una choza de un solo cuarto, personas sin acceso a agua potable, electricidad o educación, te sentirás avergonzada de pensar que alguna vez ‘necesitabas’ aquel fino corte de cabello con reflejos de 200 mil pesos.

7.- Pensar que el dinero hace la felicidad: “La cultura en Estados Unidos es, sin lugar a dudas, capitalista. Nos enseñan que si trabajamos lo suficientemente duro, llegaremos a tener el dinero para comprar la casa, los autos y la vida de nuestros sueños. Podremos vestirnos como las celebridades y tomar vacaciones en yates donde tienen fuentes de champaña. Y en ese punto, cuando somos millonarios, podremos sonreír con nuestros dientes blanqueados y saber que hemos alcanzado el éxito. Pero tras más de una década de viajes, me he convencido de que la felicidad no tiene nada que ver con el dinero. Puedes vivir en una mansión y limpiar el piso con billetes, pero aún así despertar triste y desolado”.

Añadió que ” o puedes bailar con tu familia vistiendo harapos, sabiendo que no tendrás nada para comer durante la próxima semana más que arroz y habas, pero aún así sentirte bendecido por tener el amor de quienes te rodean. Sí. Viajar me ha enseñado que hay miles de formas de vivir. Y aún más para encontrar la felicidad”.

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