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Nacional

31 de Agosto de 2016

El misterio de José Vergara, el joven esquizofrénico que desapareció de Alto Hospicio tras detención de carabineros

Cuatro fueron los policías que el 13 de septiembre del 2015 se llevaron detenido a José Vergara, fecha desde la que no se conoce su paradero. Un episodio que siembra grandes dudas luego de que los policías acudieran a detener al joven para controlar una crisis provocada por la enfermedad psiquiátrica y luego reconocieran dejarlo a la deriva. Familiares se reunieron en junio con el Subsecretario del Interior para agilizar la investigación, que incluyó -sin resultados- un rastreo por el desierto cercano a esa comuna de la Región de Tarapacá. Hoy Interior financia una búsqueda del GOPE en piques mineros de difícil acceso con una tecnología similar a la del rescate de los 33 mineros, diligencias tras las cuales los familiares esperan respuestas de la justicia, a semanas de cumplir un año de su desaparición.

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Dónde está José Vergara
Fotos: Facebook José Vergara, ¡Vivo Lo Llevaron Vivo Lo Queremos

En el living de la casa de la familia Vergara Soto, ubicada en el pasaje Salitrera María Encarnación, en la población La Tortuga de Alto Hospicio, hay dos fotos de más de un metro de alto de José Vergara Morales en sus paredes. Es la forma que tienen de recordarlo después de que la mañana del 13 de septiembre del año pasado los carabineros Carlos Valencia Castro, Ángelo Muñoz Roque, Abraham Caro Pérez y Manuel Carvajal Fabres llegaran a ayudar a los Vergara a manejar una nueva crisis esquizofrénica de José y se lo llevaran, supuestamente, a la Tercera Comisaría de Alto Hospicio.

Si bien no era la primera oportunidad que los Vergara acudían a la policía para resolver los cada vez más fuertes episodios que sufría, esa mañana desapareció. Y a diferencia de las otras cinco ocasiones -al menos- en que José volvió sólo unas horas después hasta su casa y por sus propios medios, fue la última en que lo vieron salir escoltado por carabineros en medio de la abundante y espesa camanchaca que cubría a Alto Hospicio esa mañana.

Una desaparición que hoy, a exactas dos semanas de cumplir un año, sigue en el completo misterio dado que, a pesar de las búsquedas realizadas por parte de las policías y la investigación que encabeza la fiscal Virginia Aravena, nadie tiene respuestas respecto al paradero de José.

¿Dónde está José?

A pesar de sus 22 años -el 1º de mayo habría cumplido 23-, José era como un niño chico que “hablaba solo y decía que había cámaras que lo grababan”. Así lo recuerda su padre, Juan, un albañil que lleva más de once meses buscándolo en cada rincón de Alto Hospicio.

José era, según cuenta su padre, retraído con los extraños y bueno para fumar cigarros. Le gustaba jugar a la pelota con sus vecinos en la cancha de tierra que está frente a su casa hasta que los remedios que consumía le daban sueño. Eran los medicamentos que comenzaron a administrarle luego de ser diagnosticado en el COSAM de Alto Hospicio con esquizofrenia.

Hasta sus 20 años, José llevó una vida normal. Pero la irregularidad de su tratamiento farmacológico comenzó con violentas crisis que fueron en escalada. “Él no era el José. Se enojaba así por nada y de repente llegaba y con cualquiera que se le cruzaba empezaba a decir garabatos y si uno le contestaba se alteraba más. Aunque uno tratara de controlarlo era demasiado difícil. De un momento a otro le cambiaba el switch”, señala su hermana Alicia. Luego José no recordaba lo ocurrido. “Te miraba y te decía ‘y a vos ¿qué te pasó?’, y claro, uno se callaba no más”, recuerda.

Cuando estos episodios eran más violentos, los familiares llamaban a carabineros. José “se calmaba” con ellos, dice su familia. Se lo llevaban hasta la comisaría y luego de un par de horas, regresaba a su casa ubicada en el número 3690 del pasaje Salitrera María Encarnación. Pero ese día fue distinto. “Yo estaba enfermo con una gripe fuerte, estaba acostado y mi pareja me dijo ‘José Antonio está con crisis, dio vuelta el agua y está pateando las cosas’. Yo le dije: ‘negra, llama a carabineros para que se calme’”, cuenta Juan.

Desde su cama, acostado, Juan escuchó todo el procedimiento, desde que lo esposaron y cuando lo subieron a la “zapatilla”. No vio cuando el furgón patente Z-4514 del cuadrante N°7 partió de la casa. Jacqueline le comentó a los policías que su esposo estaba en cama y según relata Juan, “uno de los pacos dijo ‘no, que se quede ahí no más, acostadito’ y yo confiado de carabineros. Nunca pensé que iban a hacer lo que hicieron”.

JV2

Para otra hermana de José, Cristina, “a lo mejor se les pasó por la cabeza que ‘este cabro tiene aburrida a su familia’, o una cosa así, por el hecho de bajar la señora de mi papá. Tienen que haberlo visto de esa manera”. Para Alicia, como otras veces ya los habían llamado, “quizás ellos pensaron que nosotros nunca nos íbamos a preocupar de él, por eso ellos fueron y lo dejaron en el desierto”.

Pero dos días después de la detención, en los que Juan daba por hecho que José estaba en casa de su hija mayor, comenzó a pensar que la situación no era normal. Pensó lo peor y se fue a preguntar por él al Servicio Médico Legal y a la morgue. Pero no estaba. El 16 de septiembre fue a la Tercera Comisaría de Alto Hospicio a poner una denuncia por presunta desgracia, pero el sistema computacional estaba con problemas así que tuvo que volver al día siguiente.

En paralelo, Alicia comenzó a preguntar por José en otros lugares, incluso en la cárcel. Así comenzaron a pasar los días y a crecer la angustia de su paradero. El 23 de septiembre, acompañada de Cristina, Alicia fue a preguntar directamente a la comisaría si sabían del paradero de su hermano. Ahí el mayor Mauricio Cadenas les informó que no había registro de ese procedimiento policial en el sistema, ya que los carabineros esa mañana fueron a su domicilio y José ya había abandonado el hogar.

Cadenas solicitó la información a la central de comunicaciones, donde a partir de un audio los policías constataban la ausencia de Vergara. Pero esa información después la tuvieron que desmentir cuando inició el sumario por parte de carabineros, donde confesaron que la mañana de ese domingo habían dejado a José en el kilómetro 6 de la ruta A-414 que lleva a Caleta Buena, una localidad ubicada en la comuna de Huara, unos 31 kilómetros al norte de Iquique. Y lo dejaron solo en medio de la neblina.

“Si a mi hijo lo hubieran dejado vivo allá, hubiese vuelto a la casa porque era rápido para caminar”, piensa Juan Vergara. Su padre recuerda que sólo cuatro días antes había ido junto a él al COSAM para pedir su hospitalización, la que estaba agendada para el 15 de septiembre. “Si el COSAM me hubiera dado la orden de hospitalización rápidamente, hubiera estado hospitalizado. Lo digo porque ya son once meses y el niño no aparece y estos desgraciados no quieren decir qué es lo que hicieron”, dice Juan.

En este tiempo, su familia no ha dejado de buscarlo en distintos puntos de la ciudad y luego, en sus inmediaciones. A punta de palas y rastrillos los Vergara peregrinaron por la pampa buscando en el desierto más árido del mundo alguna pista de José, a pesar de que en el marco del proceso de investigación por la presunta desgracia las autoridades delegaron la búsqueda a las policías.

En febrero de este año, en una de las jornadas de búsqueda, el esposo de Alicia -cuñado de José- encontró un esqueleto humano en medio de la pampa. Pensaron que podía ser él, pero luego de un estudio se determinó que pertenecía a una mujer cuya data de muerte era de más de 40 años. Pero el episodio hizo que los familiares del desaparecido pusieran en duda la efectividad del rastreo ya que las policías, en palabras de Juan, “buscan para no encontrar”.

Los Vergara, sin embargo, no se han quedado quietos. Constantemente realizan actos públicos y encuentros para reclamar a las autoridades la desaparición de José. Como explica Alicia Vergara, “lo hacemos para generar conciencia de que esto le puede pasar a uno también. Nosotros nunca pensamos que nos iba a pasar ni menos de la manera que nos pasó. Hacemos esto para que la gente tome conciencia de las cosas que están sucediendo en Hospicio”.

Por eso uno de los lugares de encuentro es un sitio especial para la comuna: el memorial de las catorce víctimas del psicópata de Alto Hospicio. Allí ponen fotos y encienden velas por el desaparecido cada mes, en compañía de las placas con los nombres de las niñas y mujeres víctimas de Julio Pérez Silva.

Velatón en memorial niñas de Hospicio

De la justicia militar a la justicia ordinaria

El 1 de octubre del 2015, un poco después de dos semanas de la desaparición, la familia Vergara se hizo parte del proceso como parte afectada en la Fiscalía Militar, donde inicialmente comenzaron las investigaciones. Ahí los representan los abogados Enzo Morales y Matías Ramírez, de la oficina del diputado representante de la zona, el comunista Hugo Gutiérrez. En este trámite, la justicia castrense sólo procesó a los carabineros implicados por detención ilegal y falsificación.

Al mismo tiempo, la institución dio de baja a los efectivos involucrados en el procedimiento (un cabo primero, dos cabos segundos y un carabinero) y los abogados comenzaron las gestiones para que el caso pasara a la justicia ordinaria. Morales dice tener en mente el caso de José Huenante, que se quedó en la justicia militar y donde hoy los carabineros están todos sobreseídos. “Nos preocupó que este caso fuera abordado por la justicia ordinaria por las garantías de oralidad, de transparencia y de control ciudadano que tiene el Ministerio Público”, dice el abogado.

Por esa razón presentaron una querella por secuestro calificado y violación de derechos humanos por la desaparición forzada de José Vergara en manos de agentes del Estado y acudieron a la Corte Suprema para validar la pertinencia de la justicia ordinaria en este caso, abriendo esta investigación a cargo de la fiscal Virginia Aravena.

Pero la defensa de los carabineros plantea otra hipótesis. Esteban Infante, representante de los policías que hoy están en prisión preventiva e integrante de la defensoría policial solidaria Equanime, señala que “el cabro está vivo y que anda circulando en algún lado”.

Para Infante, quien también es ex policía, “los carabineros no salen a la calle a secuestrar personas”. Por ese motivo, discrepa con la fiscalía en la forma que han tomado el caso “en atención de que nosotros estamos apelando a un mal procedimiento porque a nivel nacional los carabineros están en la disyuntiva de qué hacer con este tipo de personas (…) No existe un protocolo entre carabineros y el Ministerio de Salud para retirar las personas por ejemplo que están enfermas o con problemas de salud mental”.

Con todo, la familia llegó hasta La Moneda a pedir ayuda. En junio de este año, Alicia y Juan Vergara, hermana y padre del joven, viajaron hasta Santiago donde se reunieron con el Fiscal Nacional Jorge Abbott y con el Subsecretario de Interior, Mahmud Aleuy, para solicitar la intervención del Estado en su búsqueda.

Tras esas reuniones, el ministerio del Interior financia hoy a una empresa privada para que, comandada por el GOPE de Carabineros, revise una veintena de piques mineros abandonados en Alto Hospicio con una tecnología similar a la del rescate a los 33 mineros de la mina Santa Ana de Atacama.

Sin embargo, esas operaciones también han sufrido inconvenientes, motivando a la familia Vergara a interponer un reclamo formal ante la Fiscalía contra el carabinero a cargo del operativo, José Villegas, por malos tratos a los familiares que acompañan cada jornada de la búsqueda que se inició el 2 de agosto.

“Dos corto”

Para Matías Ramírez, el otro abogado que trabaja en este caso con la familia Vergara, el accionar de las policías y de los organismos encargados de investigar, siempre ha sido discriminatorio. “Las primeras denuncias que hace la familia de José Vergara fueron desestimadas diciendo que éste andaba o en la calle o que estaba en otra parte o inclusive se le ha tratado de vincular a un eventual consumo de drogas, idéntica situación que pasó con las niñas de Hospicio”, señala.

Este caso, plantean los abogados, se suma a otros de detenciones irregulares denominadas en la jerga policial como el “dos corto”, una práctica que consiste en tomar detenida a una persona y dejarla abandonada en un sitio eriazo. Eso mismo le ocurrió a uno de los hijos de Jacqueline Soto, la pareja de Juan Vergara que llamó a la policía la mañana del 13 de septiembre pasado, y otros casos que están abordando los abogados, que se suman a procedimientos irregulares que incluirían, incluso, simulaciones de fusilamientos.

Por eso, por ahora para Juan Vergara no hay otros culpables. “A mí no me cabe en la mente de que por qué hicieron eso, si mi hijo aparte de ser enfermo no le hacía daño a nadie. A carabineros uno los llama cuando es una emergencia, posiblemente para que mi hijo no me agrediera o un día tomara un cuchillo y me matara. La defensa mía era Carabineros, que se lo llevaran y lo calmaran. Y se lo llevaron y lo desaparecieron y mienten. Con qué necesidad mienten, siendo Carabineros de Chile, que están para protegernos. No me cabe en mi cabeza lo que hayan hecho. Debieron por lo menos haberlo tenido encerrado en el furgón hasta que se calmara y mi hijo habría estado con nosotros, habría estado hospitalizado y sanito”, dice.

Prisión preventiva para ex carabineros por desaparición de joven esquizofrénico en Alto Hospicio – The Clinic Online

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