Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

4 de Septiembre de 2016

Crítica: Liberar lo liberable

En una época marcada por rabiosas y grandes y agotadoras declaraciones sobre el estado del mundo, Rafael Gumucio se hace notar. Sus ideas y opiniones, difundidas por la radio, en columnas, en libros y en las redes sociales, tienen la rara virtud de concitar respuestas casi nunca medidas. Ya sea por la posición que ha […]

Por

LIBERAR-LO-LIBERABLE-portada-libro

En una época marcada por rabiosas y grandes y agotadoras declaraciones sobre el estado del mundo, Rafael Gumucio se hace notar. Sus ideas y opiniones, difundidas por la radio, en columnas, en libros y en las redes sociales, tienen la rara virtud de concitar respuestas casi nunca medidas. Ya sea por la posición que ha adoptado sobre las cuestiones animalistas y ecológicas, por sus extravagantes afirmaciones sobre lo que es apropiado (abomina de los shorts y los bermudas, el calor debe soportarse con estoicismo de tela o mezclilla) o por su confianza en la especie humana, Gumucio no deja impávido. Junto con los animales domésticos, es de los últimos humanistas que van quedando en Chile.

Los cinco ensayos contenidos en “Contra la inocencia” –cuatro inéditos y “Contra la belleza”, publicado como libro por la editorial mexicana Tumbona– dan cuenta de las ideas fijas que sostienen la edificación en que mora este particular moralista chileno, el último de su especie en mixturar principios morales católicos y de viejo cuño humanista, los argumentos filosóficos anticatólicos de Nietzsche y ciertas nociones socialdemócratas. Esa mezcla explosiva, amén de una capacidad extraordinaria para mantener la boca abierta, sirve para entender que en el último tiempo su persona(je) haya sido objeto de los dardos del odio y la indignación.

Esa indignación nutrida por conspiranoicos (poco se ha dicho sobre los nefastos efectos que tienen estos productos culturales en la vida social, de cómo sus pretensiones de “mostrar la realidad real” terminan por allanar el camino a canallas de extrema derecha como Trump o Le Pen) y angélicos, para Gumucio es una actitud hipócrita, magnificada por la centralidad que han adquirido las redes sociales, en las que se exhibe la dimensión más light de la opinión pública: todo es interesante o condenable, digno de un suspiro dulzón o un puñetazo a la pared. Es un ámbito que no incentiva matices o sutilezas, que premia casi toda demostración de ira o ingenio (o ambas) y en el que se cristaliza la idea del individuo que tira la primera piedra y la segunda y la tercera y no esconde la mano, pero sí su identidad: “El problema de hoy nunca es social o cultural o estructural, sino individual. Es quizás esta la victoria más inesperada del neoliberalismo: hasta su decadencia es leída en clave neoliberal”. En concreto: “¿No es esta dimensión de lo político lo que finalmente resulta imperdonable, que alguien que no es mejor que uno […] pueda finalmente llegar al poder?”. El fenómeno da lugar a una paradoja: la confianza en la desconfianza, único consenso posible en tiempos de, como suelen decir los políticos, crispación. Así como a una simplificación: la imagen de un villano demoníaco que urde intrigas para su beneficio propio. El verdadero hombre unidimensional es quien piensa en estos términos.

La confianza de Gumucio en la especie humana va a contrapelo de la actual tendencia de describir a la humanidad como el lobo del planeta. El ensayo que da título a este libro retoma la polémica que el propio Gumucio generó con sus opiniones contra-animalistas hace un par de años. Ahora admite que podría haber morigerado sus palabras sin cambiar su posición inicial, pero lejos de aflojar esa posición, la intensifica. A diferencia de Coetzee, quien ha hecho de la defensa de los animales un tópico en sus libros (en una novela afirma que debieran tener cédula de identidad), Gumucio dice que si los animales adquirieran un lenguaje que pudiéramos comprender, sus primeras palabras articularían el desprecio que sienten por nosotros, los que queremos dotarlos de una conciencia: “no se puede liberar lo que no es liberable, nuestra naturaleza es nuestra paz”, dirían.

“Contra la inocencia” es una fiera demostración de humanismo cuyo punto flaco, si se quiere, podría ser la cuestión ecológica –la supervivencia de todas las especies–, que no aborda bien, pero que en último término decanta por una humanidad que admite dentro de sus rasgos la impureza, la corrupción, el mal. “Solo liberar lo liberable”, es la consigna de este moralista chascón.

(lectura portada libro)

Contra la inocencia
Rafael Gumucio
Alquimia Ediciones, 2016, 80 páginas

Notas relacionadas