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Nacional

1 de Febrero de 2017

La triste historia del folclorista que lo perdió con todo en uno de los incendios

"Estuvimos con los Bomberos de Ñuñoa, hicimos cortafuegos, pero llegó y se llevó todo en un instante. El incendio se convirtió en un tornado de fuego, con un ruido ensordecedor, y luego bajó por el cerro. Tomó todas las casas y las quemó", cuenta a La Segunda Francisco "Cheo" Burgos.

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Foto: Imagen de referencia

“En este lugar había un corredor”, dice Francisco “Cheo” Burgos apuntando a un espacio donde no hay nada, donde el fuego consumió vida y memoria. Su historia, como la de otros cientos de chilenos, es el relato de quien lo perdió todo en medio de las llamas de algunos de los incendios que afectan la zona centro sur del país.

Cuenta La Segunda que fue una semana atrás cuando el fuego llegó a la zona de Colín, cerca de Talca, lugar en el que el folclorista Francisco Burgos tenía su casa, una centenaria vivienda de adobe que fue una de las última destruidas por las llamas, llevándose consigo toda su obra.

“Ahí yo me sentaba, a veces con una copa en la mano y la guitarra, a mirar el paisaje, que era muy hermoso”, cuenta, acaso buscando en los recuerdos imágenes de lo que ya no es más.

Burgos narra su drama, recuerda el momento en que el fuego arrasó con todo.

“Estuvimos con los Bomberos de Ñuñoa, hicimos cortafuegos, pero llegó y se llevó todo en un instante. El incendio se convirtió en un tornado de fuego, con un ruido ensordecedor, y luego bajó por el cerro. Tomó todas las casas y las quemó”.

A Francisco, el fuego le arrebató investigaciones, grabaciones, una colección de sombreros y su querida guitarra de nogal y jacarandá. “Perdí todo el trabajo de años, ahora sólo me queda la memoria”, sostiene.

Admite que además de dolor, tiene rabia, rabia por lo perdido, ahora irrecuperable.

“La rabia que tengo, y es muy fuerte, es conmigo mismo, por no haber sabido cautelar más mi trabajo”, reconoce.

Francisco confiesa que la pena es tan profunda que aún no tiene certeza de si pretende reconstruir su casa en el sitio donde ahora sólo hay cenizas. Sí adelanta que pretende imaginar musicalmente el sonido de ese monstruo de fuego. “¿Sabe? Del dolor se pueden hacer canciones”.

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