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15 de Junio de 2017

Molokoedov, el ruso que salió de la Peni jugando a la pelota: “En el equipo de Rusia hay puros huevones malos”

Hace cuatro años que Maksim Molokoedov salió de Chile bajo el permiso de su entonces club, el Santiago Morning. Aquí vivió de todo: pasó dos años preso por narcotráfico, pero tras ser descubierto como mediocampista en el equipo de la Penitenciaría, alternaría las rejas con partidos de fútbol profesional. Desde San Petersburgo, su ciudad natal, habló con The Clinic sobre la Copa Confederaciones, las amistades que hizo en la cárcel y por qué dejó esperando al club que lo sacó de la cárcel.

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El sábado 19 de junio del 2010, un joven alto, de rasgos caucásicos y que no hablaba dos palabras en español llamó la atención de los detectives de la PDI, en el aeropuerto de Santiago.

Maksim Molokoedov tenía entonces 22 años, y había hecho una modesta carrera como futbolista en clubes de la segunda división rusa. Su paso por Santiago debía ser un trámite de algunas horas, apenas la escala de un trayecto desde Guayaquil, pasando por Madrid y, finalmente, Rusia.

Al abrir su maleta, la Brigada Antinarcóticos encontró 6.206 gramos de clorhidrato de cocaína disimulados en las contratapas de libros infantiles, y en varios estuches para CD. La prensa apenas reparó en el hecho. Al “Ruso”, como lo llamaron, le dieron 3 años y un día.

***

23:49 de la noche en San Petersburgo. La llovizna que cayó durante la tarde acompañó las celebraciones por el día nacional de Rusia, fecha en que el país conmemora la Declaración de la Soberanía Nacional de la Federación de Rusia, es decir, su independencia de la Unión Soviética.

Aún hay música y gente celebrando a su alrededor cuando Maksim, que ahora tiene 29 años y una esposa, atiende el teléfono. Durante la conversación, que transcurre en un duro español estilo siberiano, Molokoedov terminará casi todas sus frases con un “po’”.

– Maksim, ha pasado tiempo desde que te fuiste de Chile. ¿Cómo has estado?
Bien, feliz. Ahora estoy trabajando en la construcción, y tengo a mi familia, a mi señora. Además, sigo jugando al fútbol por las tardes, en el mejor club amateur de San Petersburgo.

– ¿No pudiste continuar como profesional?
No, po’. Desde que me fui de Chile que no puedo jugar, por una sanción de la FIFA o algo así. Ahora estoy con un equipo amateur de acá en San Petersburgo, el Zvezda. Igual, gano más plata que en el Morning – ríe.

– ¿Puedes contar cómo fue ese primer día en Chile, cuando te apresaron en el aeropuerto?
– Pucha, prefiero no hablar de eso.

Durante el primer año de su condena, el rumor de que había un ruso “bueno para la pelota” en la Penitenciaría llegó hasta Frank Lobos, exfutbolista de Colo Colo, que dirige el equipo del penal y encabeza un programa de reinserción social visado por el ministerio de Justicia. Tras varios meses de trabajo con un equipo de sicólogos, trabajadores sociales y kinesiólogos, Lobos consideró que Molokoedov estaba listo para jugar profesionalmente.

“Tenía cualidades sobre la media. Lo incorporamos al programa y se puso a la altura. Pero para que pudiera salir a entrenar por un equipo, había que conseguir el ‘vamos’ de muchos departamentos, como la Dirección Nacional de Gendarmería, y del ministerio de Justicia”, recuerda hoy Lobos.

El club que eligieron para presentar a Maksim fue el Santiago Morning. “Tenía amistades ahí y sabía que me podían escuchar”, rememora Lobos. Luis Faúndez, vicepresidente del club, se entrevistó con el “Ruso”. “¿Por qué estás preso?”, le preguntó. “Por hueón”, respondió éste sonriendo, en perfecto castellano. Días después, el “Ruso” comenzaría a entrenar con el primer equipo.

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La rutina era la misma, de lunes a viernes: levantarse a las 7:00 am, dejar la Penitenciaría acompañado de dos gendarmes, entrenar con los demás jugadores bajo las instrucciones de Hernán Ibarra, ducharse, almorzar algo y después volver al encierro. El 28 de junio del 2012, tras dos años tras las rejas, Molokoedov debutó en un amistoso sin público contra Palestino. Hizo dos goles.

Pronto, otras participaciones destacadas en Copa Chile –donde incluso metió una asistencia de taco frente a la “U”- hizo que la prensa se fijara en él. Fáundez lo recuerda así: “Se convirtió en el hombre sensación, lo querían entrevistar de todos lados. Imagínate, no todos los días sale un hombre preso y se inserta en el fútbol profesional”.

A comienzos de 2013, gracias al programa de reinserción y a su buena conducta, el Gobierno le ofreció una amnistía a Molokoedov. Era un hombre libre. “Fue un día muy loco, muy feliz. Salir después de tanto tiempo”, recuerda desde Rusia. Afuera del penal lo esperaba su amigo César Pinares, actual seleccionado chileno de la Copa Confederaciones, y con quien Molokoedov espera reunirse los días en que “La Roja” esté en Moscú.

“Conversamos harto con él, hasta me prometió que me regalaría una entrada para verlos. Siempre hablo con mis amigos en Chile, y con los cabros que conocí en la Peni”, dice.

Tras dos buenas temporadas, los dirigentes del club decidieron premiarlo regalándole pasajes de ida y vuelta a San Petersburgo, su ciudad natal. Molokoedov estaba feliz, no veía a su familia desde hacía tres años. El 28 de mayo del 2013, un chofer del Morning lo acompañó hasta el aeropuerto.

El “Ruso” debía volver en 40 días. Cumplido el plazo, el club envió otro chofer para buscarlo al aeropuerto, recuerda Faúndez. Quince minutos, media hora, y nada. Tras un par de preguntas, el enviado confirmó lo que temía: Molokoedov, nunca embarcó en el avión de regreso.

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En su perfil de Vkontakte, el símil ruso de Facebook, Maksim constantemente postea fotos de su paso como futbolista profesional en Chile, comparte canciones de DJ Méndez, e intercambia fotos con la familia de Sergio Cárcamo, su compañero de celda en la Penitenciaría, quien luego lo adoptó los meses que vivió en libertad en Santiago.

– ¿Sigues pendiente de las cosas que pasan en Chile?
Sí, conocí gente muy buena, que me ayudó mucho, incluso dentro de la Peni. Había días en que yo estaba mal de la cabeza, o me faltaban lucas, pero ellos siempre me ayudaron. La mamá de Sergio, la tía Verónica, nos hacía empanadas. La echo mucho de menos, me ayudó mucho cuando salí. Nos daba frutas y paltas ricas, no como las que hay acá en Rusia, que son negras y fomes.

– Cuando viajaste a Rusia, ¿sabías que no ibas a volver?
No, la gente piensa eso, pero en realidad fue mi mamá la que me pidió que no volviera. Acá me casé, estaba mi hermano, mi gente. Sabía que si no volvía no podría jugar profesionalmente, pero valió la pena. Ahora estoy feliz, tranquilo.

– Y esta copa Confederaciones, ¿vas por Chile o por Rusia?
Por Chile, po’. Es que en Rusia juegan puros huevones malos. Siempre miro los partidos de Alexis y de Vidal. La Copa América me la vi entera. Para la primera final con Argentina, mi señora estaba de cumpleaños, y festejamos el doble. Creo que Chile puede ganar esta Copa Confederaciones.

Luis Faúndez, el vicepresidente del Morning, reconoce hoy que nunca esperó que Molokoedov volviera a Chile. “Hasta le aposté una cena a Miguel Nasur, el presidente del club”, dice. “Es que no podía ser tan pavo, po’. Además, allá se casó con una niña preciosa, estaba su familia, su vida. Al final, ¿quien cambiaría una vida por jugar a la pelota?”, reflexiona.

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