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Opinión

10 de Septiembre de 2017

Derechos humanos: Victoria Basualdo, historiadora argentina, y la responsabilidad penal de los empresarios en la dictadura

De visita en Chile, la académica e historiadora argentina, Victoria Basualdo, expone los alcances de una extensa investigación que establece la responsabilidad directa de empresarios argentinos e importantes multinacionales en la represión de la clase trabajadora durante la dictadura de Jorge Videla. Los casos estudiados están en manos de la justicia trasandina y los involucrados enfrentan penas por delitos de lesa humanidad. Además, a 44 años del golpe de Estado en nuestro país, la doctora en historia analiza los efectos que tuvieron las dictaduras en Chile y Argentina para los movimientos sindicales de ambos países, junto a las brutales consecuencias para la clase trabajadora que sufrió un fuerte proceso regresivo en la participación de los ingresos y las relaciones de poder.

Macarena García Lorca
Macarena García Lorca
Por

Victoria Basualdo -historiadora argentina, investigadora de Conicet, doctora de la Universidad de Columbia- trabaja en Flacso en el área de economía y tecnología, y ha dedicado su carrera a estudiar el movimiento sindical argentino y sus vinculaciones con las transformaciones económicas y sociales. Desde esa área logró, en conjunto con otros profesionales, establecer la responsabilidad directa de empresarios argentinos y extranjeros en la represión de cientos de trabajadores y obreros, incluso con centros de detención y tortura operando al interior de las fábricas.

A inicios del 2016, el resultado de la extensa y detallada investigación, realizada por Flacso Argentina, el Centro de Estudios Legales y Sociales, la Secretaría de Derechos Humanos y el Programa Verdad y Justicia, fue entregada al Ministerio Público trasandino y la evidencia se incorporó a las causas por violaciones a los derechos humanos. Algunos de los involucrados, poderosos empresarios argentinos y transnacionales como Ford o Mercedes-Benz, enfrentan juicios por delitos de lesa humanidad ocurridos durante la dictadura de Jorge Videla, entre 1976 y 1983.

De visita en Chile para dialogar con historiadores chilenos, en la Academia de Humanismo Cristiano, conversamos con Basualdo de los alcances de la investigación y también de las transformaciones del movimiento sindical tras la ofensiva dictatorial en América Latina, tanto en Chile como en Argentina.

¿Cómo llegas a establecer la responsabilidad directa de los empresarios argentinos en la represión contra los trabajadores?
-Fue a partir de la investigación histórica del mundo de los trabajadores y lo que sucedió con el movimiento sindical durante la dictadura. Empezamos a detectar, con evidencia muy significativa, que en los procesos represivos no existió sólo un sujeto represor, encarnado por las Fuerzas Armadas, apareció este otro sujeto que en general estaba borrado, el empresario y la estructura de sus empresas. La investigación que realizamos aborda 25 casos concretos a lo largo de todo el país.

¿Cuáles?
-Hay uno muy emblemático, se trata de la empresa siderúrgica Acindar, en Santa Fe. El 20 de marzo de 1975, un año antes del golpe de Estado, se detuvo a toda la dirección sindical de metalúrgicos de la zona, que habían ganado condiciones de trabajo salariales muy importantes. A partir de su lucha, se habían convertido en un emblema del sindicalismo combativo en Argentina. Ahí la represión se produjo no sólo con la intervención de las fuerzas armadas, sino directamente de la empresa. Existió un espacio de detención y tortura de trabajadores dentro de la empresa, lo que fue probado judicialmente. En ese tiempo, el presidente del directorio de Acindar era José Alfredo Martínez de Hoz, que luego pasó a ser el ministro estrella de economía de Videla. Las evidencias que encontramos en el caso de Acidar los detectamos en otras empresas. Esos antecedentes se habían generado ya desde los años 80, existían muchas denuncias y eran parte de los procesos judiciales antes de la ley de punto final y obediencia debida.

En el año 2012 Ciper publicó un reportaje donde acusa el rol de la Papelera, del grupo Matte, en la represión en el sur del país.
-Nosotros, en 2006, hicimos una primera publicación sobre la participación de las empresas y sus directivos en la represión, en ese momento lo definimos como “Complicidad Patronal Militar”. Pero luego se fueron agregando otros antecedentes que daban cuenta de algo mayor. En 2014 comenzamos una investigación conjunta entre Flacso Argentina, Centro de Estudios Legales y Sociales, la Secretaría de Derechos Humanos y la Comisión Verdad y Justicia. Como te decía, investigamos 25 casos de empresas de todo el país, de distintos sectores económicos, entre ellas, varias del grupo Techint, Ledesma, Ingenios en Tucumán. El diario de la Nueva Provincia en Bahía Blanca, que muchas veces se vincula con El Mercurio. Empresas transnacionales como Fiat, Mercedes-Benz, Ford. Con eso, nos damos cuenta que ya no se puede hablar de complicidad, sino directamente de “Responsabilidad empresarial el delitos de lesa humanidad”.

¿En qué consistía la participación de estos empresarios en la represión?
-Las prácticas empresariales represivas van desde los centro de detención tortura al interior de las fábricas a otros patrones que se repiten como secuestro en lugares de trabajo, que sucedió en un 88% de los casos, o bien llamaban a los trabajadores a la portería o dirección para entregarlos a las fuerzas represivas; la provisión de recursos logísticos y materiales, listas, información muy decisiva, domicilios, dónde encontrarlos, sus horarios, hay mucho secuestro de camino al lugar del trabajo; pero además provisión de financiamiento y otros instrumentales como los vehículos para secuestrar, eso es central en el caso Ledesma, las camionetas de la empresa fueron usadas para secuestrar a los trabajadores, a pesar de eso, habiendo sido probado, la justicia decretó falta de mérito. Existen otros casos donde figuras de las empresas, jefes, directivos están presentes en el momento del secuestro, tanto en la planta como en sus casas.

Mencionabas el caso del diario La Nueva Provincia, que se lo compara con el rol que cumplió acá El Mercurio en legitimar y defender la dictadura.
-Es una empresa de multimedios de la familia Massot, hay un miembro de esa familia que es muy prominente en el PRO. El diario se utilizó como órgano legitimación de la dictadura, por sus editoriales y publicación de material falso para encubrir los operativos represivos coordinados con las fuerzas armadas. También están siendo investigados por el asesinato de dos trabajadores del taller gráfico del diario, eran líderes sindicales que estaban conflicto con la empresa, habían liderado un proceso de disputa que llevó a que el diario no pudiera salir o que saliera impreso mal. Aparecieron asesinados brutalmente, la empresa quiso enviar una señal ejemplificadora para los habitantes en la zona.

¿Estos empresarios siguen vigentes, están presentes en la economía argentina?
-Absolutamente, aunque no hay una relación directa entre involucramiento en la represión y su performance económica, hay algunas empresas que tuvieron un gran desempeño como las siderúrgicas y otras que fueron cerrando, como las ceramistas. Pero una gran cantidad de estos empresarios, o toda su estructura empresarial, que están involucrados en delitos de lesa humanidad, siguen siendo núcleos centrales del poder económico argentino.

O sea, están impunes.
-Exacto, en eso estamos trabajando. Gran parte de esta investigación es para comprender en profundidad el pasado, pero también para hacer justicia, de no hacerlo estas prácticas se vuelven a repetir, porque no tiene ningún costo el involucramiento en prácticas represivas de esta magnitud, estamos hablando de centros de detención adentro de la propiedad privada de la empresa. Militares en las fábricas a punto de pistola controlando el proceso productivo. Si sobre eso no podemos hacer nada, qué nos espera, ¿no?

¿En qué estado están las causas judiciales y la responsabilidad penal de los involucrados?
-Una vez concluida nuestra investigación fue derivada a las causas que se reabrieron en 2001. Por ejemplo, las causas Ford y Mercedes Benz se reabrieron en 2002, ahora Ford está esperando el juicio oral, en algunos casos los investigadores hemos atestiguado. Hubo una causa, de la empresa de transporte La Veloz del Norte, sobre un bus con 16 trabajadores desaparecidos, aunque se redujo a uno solo caso, pero fue la primera condena a un empresario por participación directa en delitos de lesa humanidad, Marcos Levín, un empresario muy importante en Salta, propietario de hoteles. Fue preso y ahora están negociando el arresto domiciliario.

Con respecto a la colaboración de los civiles en dictadura, en Chile, el expresidente Piñera habló de “cómplices pasivos”. Acá los civiles no han sido juzgado, las responsabilidades penales se concentraron en los miembros de las fuerzas armadas.
Al menos en los casos que estudiamos, creo que lo principal es pasar del término de complicidad al de responsabilidad. La figura de la complicidad, más aún la de “pasivos”, tiende a quitar responsabilidad, se entiende como proceso de acompañamiento de una acción principal. El cómplice es subsidiario, el cómplice no es protagonista, asiste ya sea pasivamente o de forma activa, pero lo que encontramos a partir de la evidencia concreta y empírica, es que son figuras que tuvieron responsabilidad por sí sola, estamos hablando de acciones que tuvieron un peso propio. Esto no implica cuestionar que las fuerzas armadas fueron el sujeto central de la represión. En el proceso histórico argentino ha llevado décadas poder juzgar a las fuerzas armadas, no fue sencillo, fue un proceso de idas y vueltas, con enormes tensiones y una acumulación de prueba tremenda respecto a su responsabilidad en la violación de los derechos humanos. Esto no se discute, pero nuestra perspectiva es que hay otros sectores que comparten esa responsabilidad, lo que no disminuye en absoluto la responsabilidad fuerzas armadas, probada judicialmente. Entonces el intento no es reemplazar la figura responsable, sino complejizarla y poder reflejar el entramado de relaciones de poder que sostuvieron la represión y la dictaduras. Hay otros que también fueron responsables.

Claro, es decir, que asuman su responsabilidad todos los involucrados y avanzar en lo que queda pendiente judicialmente, partiendo por saber dónde están los detenidos desaparecidos.
-Y eso tiene una enorme actualidad y vigencia. Nuevamente, en Argentina, estamos en un proceso social en que estamos discutiendo dónde están algunas víctimas de desapariciones forzadas. Estoy hablando, específicamente, de Santiago Maldonado.

Toda Argentina está muy movilizada por su caso.
El viernes pasado hubo una marcha multitudinaria con un proceso de represión terrible. Es impresionante lo que está pasando, por más que algunos de los principales diarios de Argentina, intenten titular con incidentes, son absolutamente forzados. Ahí lo que vemos es que, por un lado, tenemos la responsabilidad estatal, pero, por otro lado, un eje muy claro de conflicto con sujetos económicos de enorme magnitud. Las tierras de la zona son de Luciano Benetton, las comunidades se enfrentan a un poder privado gigante, que tiene territorios equivalentes a países europeos. Estamos hablando de un entramado de relaciones que tiene como componente la violación de los derechos de mapuches y la construcción, además, de un enemigo interno, con una discursividad permanente que son terroristas. Los problemas que estudiamos se dieron en un contexto histórico distinto, pero nos sirven como herramienta no sólo para entender el pasado, sino para desentrañar otros procesos, como este en el presente.

EL GOLPE CONTRA EL MOVIMIENTO SINDICAL

Basualdo realizó su tesis doctoral sobre la organización social de base en grandes fábricas en Argentina. Un eje central de su investigación fue analizar cómo la militancia sindical se vio afectada por la dictadura y los cambios brutales que se produjeron en términos económicos y sociales.

“Mirándolo, desde el punto de vista de la historia de los trabajadores, es clarísimo que las dictaduras en América Latina fueron procesos muy regresivos, no únicamente centrados en la represión, sino en la desarticulación y control de la clase obrera”, plantea la historiadora.

Hoy se conmemoran 44 años del golpe de Estado en Chile. Durante la dictadura de Augusto Pinochet, el movimiento sindical chileno fue completamente desarticulado. Hoy tenemos tasas irrisorias de sindicalismo que ni se comparan a lo que pasa en Argentina.
-Si bien cada proceso tiene sus especificidades y particularidades, es decir, cada caso nacional es distinto, también tienen líneas en común muy significativas. Cuando uno mira el proceso de la crisis de capitalismo en los años 70, en términos regionales, las dictaduras no sucedieron en un país aisladamente, sino que tenemos dictadura en Brasil, en Chile, en Uruguay, en Argentina, Paraguay, Perú, Bolivia, son muchos países.

Toda la región.
-Claramente es un proceso regional. Previo a las dictaduras, los movimientos sindicales en América Látina eran de algún modo una columna vertebral, que exigía derechos y tenían un peso importante en las relaciones de poder. Eso sufrió un cambio muy grande, la forma que tomó la ofensiva contra la clase trabajadora es un punto de común en toda América Latina. La enorme dificultad que tuvieron los trabajadores en términos de baja de participación en el ingreso nacional, en el empeoramiento de las condiciones del trabajo, es algo en común.

En el caso de de Argentina después de la dictadura, el proceso de desarticular el movimiento sindical se pudo revertir, en Chile eso no fue posible.
-Las comparaciones globales son difíciles, pero el caso de Argentina nos muestra un grado muy importante de organización sindical. En Argentina existió un proceso de radicalización política muy importante, que tiene mucha vinculación con el movimiento obrero y sindical, como muestra el Cordobazo en el año 69 y una serie de levantamientos populares, que marcan un proceso de transformación del activismo obrero, que lleva a que a mediados de los 70´, la participación en el ingreso de la clase trabajadora sea cercana a los 50 puntos, esto fue origen de 20 años de disputa social, a partir del 55.

Producto del peronismo.
En ese momento teníamos una clase trabajadora muy poderosa, lo que vemos es que la represión no solo atacó la militancia política, también atacó centralmente la militancia obrera y sindical, esto es algo muy invisibilizado en las visiones predominantemente política de esta historia.

¿Y cómo dirías que se transformó el movimiento sindical de Argentina en la dictadura?
Es complejo, por un lado hubo un proceso represión muy fuerte a todos los sectores más radicalizados, pero por otro lado, tenés también tentativas de refundación del movimiento sindical. Lo que es cierto es que ni siquiera las dictaduras pueden vivir sin estructuras de organización de los trabajadores, a menos que tengas un autoritarismo extremo y puedan mantener a la población solamente controlada a partir de la violencia, necesitan tener algún tipo estructura de negociación, que hace que se privilegien algunos sectores sindicales. El caso de Argentina es así, son sectores que están vigentes hasta la actualidad. Otra línea de trabajo es la tercerización laboral y lo que ha implicado. Un caso muy relevante en la Argentina, ocurrió el 20 de octubre de 2010, al borde de las vías de ferrocarril, Mariano Ferreyra estaba acompañando a un grupo de trabajadores que pedían el paso a planta.El secretario general de la Unión Ferroviaria, José Pedraza, mandó una patota a reprimir a los trabajadores, él se había opuesto a la dictadura, pero fue condenado a 15 años de prisión por la muerte de Ferreyra. Fue un hecho histórico.

Los propios trabajadores asesinando a trabajadores que piden mejoras.
-Por eso, cuando ves el legado de la dictadura, es muy complejo, se eliminó todo el sector más combativo del movimiento sindical y hubo un empobrecimiento de los trabajadores y una dificultad de sus posibilidades de organización, pero al mismo tiempo tenés la preservación de cierto sector sindical, algunos de ellos incluso pasaron por la cárcel, pero se acomodaron y encontraron ventajas, un espacio de poder, y luego los encontrás participando de las peores prácticas. En la década de lo 90, participaron de la reforma del Estado con el menemismo y participaron del proceso de reestructuración regresiva que implicó la flexibilización laboral. Se da una reconfiguración del movimiento sindical que lo que hace es preservar a los sectores que van a negociar con Menem y sostener prácticas de disciplinamiento interno y precarización.

Sí, digamos, que algunos dirigentes sindicales argentinos son bien mafiosos.
Pero de todos modos vemos que el movimiento sindical es, sin duda, una forma de organización tan importante que ameritó dictaduras en toda América Latina. Todas tuvieron un sesgo antisindical y antilaboral muy fuerte. Esto marca el grado de importancia de estas estructuras de organización, no son algo que se puede despreciar, es realmente la forma que tiene el trabajador de pasar de un reclamo individual, que está condenado al fracaso, a uno colectivo, que les permita estar en posiciones de poder. Lo que cambió con las dictaduras son las relaciones sociales y económicas desde los 70 en adelante, todas las conquistas sociales y de posición de poder de los clase trabajadora industrial sufrió profundos cambios. Piensa que mientras estábamos en dictadura, en los 80 se produjeron modificaciones del capitalismo global con el avance de los sectores neoconsevadores en el primer mundo, con Thatcher y Reagan como emblema, y esos sectores dan la pelea antisindical con el objetivo de quebrarlos y debilitar a la clase obrera. Eso es central.

¿Por qué crees que el Chile no se pudo rearticular el movimiento sindical? Menos del 10% está sindicalizado, tampoco existe negociación ramal.
-Mira, estamos trabajando en eso, en dialogar con investigadores chilenos que conocen en profundidad el tema, no me animaría en la tierra de muchos historiadores valiosos, a pretender a dar una síntesis personal. Pero sí me parece que hay una cuestión interesante de analizar y dialogar entre ambos países, que es que el mundo sindical chileno tiene como eje rector el pluralismo sindical, o sea, la posibilidad de existencia de varios sindicatos en un mismo establecimiento.

Eso fue parte del plan laboral impuesto en dictadura, precisamente, para debilitar el movimiento sindical y fragmentarlo.
-Exactamente, por eso te planteaba el diálogo con el caso argentino, en que se ha demandado más pluralismo sindical. La Central de Trabajadores de argentinos, fundada en la década de los 90, en confrontación con toda esta política de adhesión a la reforma del Estado por parte importante de sectores de la CGT, pidió tener personería gremial, autorización como central, no lo consiguió nunca. Ni durante el menemisno ni el kirchenrismo. Eso se plantea como un signo de extrema centralización y verticalización por parte del modelo sindical argentino.

Y en eso radica su fuerza.
-Haciendo un paralelo, Chile, de algún modo, muestra lo que sucede cuando hay excesiva pluralidad. La extrema centralización en Argentina produce que, efectivamente, las decisiones que toman las cúpulas sindicales tengan implicancias poderosas. Se necesita tener una estructura sindical centralizada que implique llevar el conflicto laboral a nivel sectorial. La negociación por rama en Argentina es muy importante, es un articulador y es lo que está tratando de quebrar Macri.

¿De qué forma?
El gran conflicto docente en la actualidad tiene que ver con que no haya paritaria nacional, con que no se discuta los aumentos de los docentes a nivel nacional, Macri quiere impulsar paritarias locales, pero hay una ley que lo obliga a hacer la paritaria nacional. Está violando la ley por la enorme preocupación que significa la negociación por rama a nivel nacional, porque, obviamente, te plantean una posición completamente distinta. El diálogo entre ambos países permite iluminar estas cosas y los riesgos que implican el excesivo pluralismo o el excesivo centralismo.

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