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Mundo

26 de Octubre de 2017

Escritor Colson Whitehead: Trump no ha inventado el racismo pero deja que se manifieste

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Como una estrella de rock, de ciudad en ciudad, el escritor neoyorquino Colson Whitehead viaja estos días por Europa para presentar su novela “El ferrocarril subterráneo”, una historia sobre la esclavitud, con la que ganó el National Book Award 2016 y el premio Pulitzer de obras de ficción 2017.

Formando parte del exclusivo club de autores que han obtenido estas prestigiosas distinciones por una misma obra, como William Faulkner o John Updike, Whitehead habló hoy con Efe sobre su octava obra literaria y sobre cuestiones de actualidad que afectan a su país, presidido desde enero por Donald Trump.

“Creo que vamos hacia adelante y hacia atrás”, dijo en referencia a temas como el racismo y la discriminación. “Trump no los ha inventado, pero permite que se expresen y se manifiesten más”.

El escritor argumentó que Barack Obama -lector suyo que ha recomendado su novela- fue escogido por el 51 % de la población, “lo que significa que otro 49 % no le votó y luego cambiaron las tornas y quien obtuvo la victoria fue Trump”.

Cuando empezó a crear la novela no tuvo presente en ningún momento los Estados Unidos actuales, “pero sí es cierto que cuando vemos hoy cómo un policía detiene en la calle a una persona negra, eso puede remitir a la actuación de las fuerzas del sur en el momento de la esclavitud”.

“El ferrocarril subterráneo” (Literatura Random House) narra la perturbadora historia de la joven esclava Cora, una muchacha que sobrevive en una plantación de algodón de Georgia antes de la guerra civil estadounidense y que un día decide, tras una brutal agresión, escapar en busca de la libertad, lo que le lleva a la clandestinidad y a ser perseguida por el malvado Ridgeway, un cazarrecompensas.

Sin esconder que bebe de “Cien años de soledad” y de Gabriel García Márquez, Whitehead envuelve al lector con su relato, en el que una metáfora como la de un ferrocarril subterráneo ideada como forma de escape de los esclavos negros deja de serlo y toma forma.

Antes de sentarse ante el ordenador, reconoce que volvió a leer la novela del colombiano, lo que fue importante para “poder encontrar el tono entre fantasía y realidad”.

En este punto, explica que cuando era pequeño y oía la expresión “ferrocarril subterráneo” relacionado con la esclavitud imaginaba un tren que iba por debajo del suelo.

Sin embargo, “la historia real es que a mediados del siglo XIX lo que había era una red de gente que ayudaba a los esclavos a escapar de las plantaciones y permitía que recorrieran cientos de kilómetros o les daban dinero o los acogían un tiempo en sus casas”.

Encantado con los premios que ha obtenido en los últimos meses, dice no estar seguro de que en el siglo XXI un libro pueda cambiar la forma de pensar de los lectores, como sí se intentó con “La cabaña del tío Tom”, pero da “por bueno que, al menos, provoque una reflexión sobre la eugenesia o los experimentos médicos que se llevaron a cabo con personas en otros momentos de la historia”.

Preguntado sobre si ve similitudes entre la forma en que funcionaba un campo de exterminio nazi y una plantación de esclavos en el sur de Estados Unidos, el neoyorquino responde que hay un capítulo del libro centrado en Carolina del Norte que “tiene muchos paralelismos con la historia nazi y, de hecho, tomo en préstamo la expresión de la solución final para los negros”.

La novela, además de premiada, será adaptada para una serie de televisión para Amazon, de ocho capítulos, dirigidos por Beringei Jenkins, que se empezará a rodar el próximo verano.

Respecto a nuevos proyectos, indica que en primavera inició otra novela pero desde entonces no ha parado de viajar por todo el mundo y no la ha podido retomar.

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