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Opinión

5 de Junio de 2018

Columna de Ricardo Díaz: Antofagasta, el costo del progreso de Chile

Miles de familias y de antofagastinos se encuentran expuestos a altas tasas de contaminación. El polvo negro no solo afecta hogares sino que en un radio de un kilómetro también a dos centros clínicos y un hospital, un parque de recreación con juegos para niños, un mall comercial, al menos 5 establecimientos educacionales, supermercados y centros de venta de vegetales y frutas.

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Chile es un país minero que descuida a las personas que le otorgan su riqueza. Los principales centros de producción de cobre se encuentran en la segunda región. Por décadas la ciudad de Antofagasta ha almacenado en medio de su centro cívico diversos acopios de metales pesados, que han afectado a su población, para permitir que el país crezca.

Un reciente estudio elaborado por académicos de la Universidad de Antofagasta y del Colegio Médico de Chile, ha constatado que la ciudad de Antofagasta posee las tasas más altas a nivel mundial de contaminación de polvo sedimentado con metales pesados. Son probablemente las más elevadas del mundo en “polvo de ciudad” (As con 239 mg·kg−1, Cu con 10.821 mg·kg−1, y Zn con 11.869 mg·kg−1, respectivamente). Parte de esta contaminación es producto del estado natural de nuestra geología, pero “las concentraciones elevadas de As, Cd, Cu, Mo, Pb, y Zn no se originan de estos afloramientos geológicos, y por lo tanto son considerados contaminantes antropogénicos” (Tapia et al, 2017). Su origen, tal como lo demuestran por análisis geoquímico en este estudio, es el puerto de Antofagasta.

Miles de familias y de antofagastinos se encuentran expuestos a estas altas tasas de contaminación. El polvo negro no solo afecta hogares sino que en un radio de un kilómetro también a dos centros clínicos y un hospital, un parque de recreación con juegos para niños, un mall comercial, al menos 5 establecimientos educacionales, supermercados y centros de venta de vegetales y frutas.

Lo más grave es que según el estudio se ha constatado que “los contaminantes As, Pb, y Cu muestran las mayores bio-accesibilidades y los índices de peligrosidad preliminares muestran que As y Cu contribuyen a un riesgo elevado en niños y adultos expuestos de forma crónica al polvo de Antofagasta”, ( Tapia et alia, 2017) mientras que la presencia de Pb es siempre peligrosa aún en bajas concentraciones.

Esto es un hecho demostrado por la ciencia. Los investigadores realizan varias recomendaciones:

Hay que revisar el sentido de tener un puerto industrial minero en medio de una zona urbana. Sobre todo evitar acopio de concentrados de cobre por periodos prolongados.

Hay que ejecutar limpieza frecuente de casas y vías en zonas aledañas al puerto, considerando su propagación por el viento.

Hay que establecer un Laboratorio de Geoquímica de buena calidad para mejorar la cuantificación de elementos contaminantes en la ciudad y la región.

Se debiera invertir en entrenamiento médico e infraestructura para remediar apropiadamente los impactos en salud.

El año 2014, producto de movilizaciones cuando recién se denunciaba esta situación con el movimiento #EstepolvoTeMata, se logró el cierre temporal de un puerto que resulta estratégico para el país, ya que de ahí sale el 35% de las riquezas nacionales e incluye en su operación el cumplimiento del Tratado con Bolivia. Ya vimos el año pasado cómo afecta al país el cierre de la operación minera en nuestra región; el impacto fue enorme.

Han pasado tres años y la ciencia vuelve a denunciar lo que ya decíamos. Ahora el país debe tomar una decisión: ¿se va a ejecutar una política nacional y pública para proteger a Antofagasta y sus ciudadanos, o vamos a tener que de nuevo movilizarnos y cerrar la llave de la riqueza del país para que se nos respete de una buena vez?
*Consejero Regional RD
Antofagasta

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