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Nacional

7 de Junio de 2018

Héctor Vásquez: “No necesariamente tienen que haber milicos en las calles para que hablemos de una Dictadura”

Con un pié en Europa y otro en Chile, el vocero de los encarcelados, torturados y exiliados evalúa los movimientos feministas como la revolución definitiva, el neoliberalismo chileno como modelo de exportación y nos advierte de porqué hoy todos los chilenos aún somos presos políticos de Pinochet.

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Como militante del MIR, el estudiante de ingeniería de la UC –la ave rara del curso- Héctor Vásquez fue detenido y torturado por agentes de la DINA en la Academia de Guerra. Dice que esa vez fue interceptado por el Peugeot 605 cuando iba por Pio Nono camino a casa de un encumbrado hombre del MAPU con documentación sensible sobre la última comisión política del Movimiento de Izquierda Revolucionario. “Esa vez caí porque cometí un error. Hacía dos semanas habíamos descubierto que Leonardo Schneider era un informante de la DINA, así que creí que me estaban siguiendo cuando sentí un frenazo y creí que me habían reconocido en la calle. Me detuvieron, me vendaron y me torturaron. Como no tenía mucha experiencia clandestina parece que no les fui de mucha ayuda”, recuerda.

Casi 40 años después, Vásquez es el presidente de la Asociación de Presos Políticos de Chile en Francia, país donde fue exiliado. Desde entonces, cuenta que conserva el trauma de no poder estar solo en una habitación sin que lo invada esa ansiedad galopante del prisionero de guerra. En momentos como esos, piensa en qué habría pasado si no hubiera arrancado o si hubiese entregado el documento aquel. Quizás nada de esto habría pasado. Quizás el encumbrado hombre del Mapu que debía recibir el recado, no hubiese llegado a ser el influyente ministro que cruzó toda la Concertación perfumado del aura rosada y plenipotenciaria que le es esquiva a Vásquez a la cabeza de su agrupación de ex torturados, presos y exiliados.

El grupo sobrevive con lo justo y una pequeña cuota de asociados que les permite darse lujos como comprar una cámara de video para levantar un archivo audiovisual de historias de presos políticos o realizar conversatorios de memoria histórica en la Maison de l’Amérique latine. “También hemos realizado lanzamientos de libros como “Sangre de Baguales” de Pierre Cardin -uno de los estudiantes de la UC que desplegó el legendario lienzo de “El Mercurio Miente”- o ciclos de cine con Patricio Guzmán, Emilio Pacull y Constantin Costa Gavras como presentadores. Musicalmente también tuvimos la fortuna de contar con Karaxú, el grupo musical del MIR en el exilio que se reunió para contar en canciones la historia de carrizal”, Agrega.

Este colectivo de ex presos políticos nació como agrupación cuando Pinochet fue detenido en Londres en 1998. “Cachamos que la Concertación no iba a hacer nada, así que por lo menos nos organizamos para hacer un poquito de ruido frente a la embajada, la clínica o los tribunales por donde lo paseaban. Algún eco que le llegara al tirano”, dice alejado de cualquier otra militancia hoy. “En general perdimos toda confianza en los líderes de Chile desde los primeros gobiernos de la Concertación. Pinochet siguió gobernando en transición, e incluso después de muerto sigue penando y deteniendo reformas importantes a través del Tribunal Constitucional como pasó con el intento de acabar con el lucro en la educación o dotar de total libertad para que las mujeres decidan sobre su cuerpo. Esa es la nueva prisión política de los chilenos”, cree Vásquez en una pausa como conferencista invitado del seminario “Testimonios desde el exilio” en la UAHC.

Todo preso es un preso político

Héctor Vásquez se considera un pesimista de la contingencia, pero dice que espera ver algunos cambios ciudadanos antes de morir que sirvan de modelo al resto mundo. “mal que mal, si en algo Chile ha sido referente los últimos años ha sido en la implementación de este modelo económico aberrante preparado en EEUU y ensayado en Chile. Fíjate que recién lo están empezando a proponer en Francia donde ahora quieren que la educación y la salud sea pagada y provista por los privados. Vender los servicios que un estado debe garantizar a sus ciudadanos es una cosa deleznable que ha demostrado ser un excelente negocio para el empresariado y va adquiriendo adeptos en el mundo”.

-Desde esa misma perspectiva foránea ¿Qué salida probable ves a esta situación?
-La única solución posible es que se cambie la Constitución que Pinochet dejó instalada para sus colaboradores y los que les sucedieron a quienes resultó totalmente útil. Y para que exista una nueva Constitución no puede ser que quienes la redacten y firmen sean esas mismas personas en el poder. Sólo puede provenir de una Asamblea Constituyente, pero a la vez eso no va a suceder si no ocurre una movilización general como las de antes… pero no creo que algo así vaya a ocurrir. Simplemente no puedo imaginarlo. Hasta que no se plante bien ese pie para cambiar las cosas seguirá precarizándose el trabajo, las pensiones, la gente pobre seguirá muriendo mientras esperan que los llamen para operarse, se perpetuará el acoso en las universidades y todos estos hechos que permiten la habiendo precariedad laboral, acoso en las universidades, porque las cosas seguirán siendo funcionales a quienes están en el poder.

-¿Has seguido el caso de Jorge Mateluna desde Francia?. ¿Te parece un caso de presidio político?
-Claro. Creo que no necesariamente tienen que haber milicos en las calles para que hablemos de una Dictadura. Cuando los pobres no pueden comer por pagar a los bancos, ya estás viviendo bajo un régimen dictatorial y muchas veces aferrarte a estas formas de exigir justicia es la única manera de denunciar que es lo que parte importante de la sociedad chilena hace para pedir la libertad de Mateluna. A Jorge Mateluna le hicieron este juicio improbable y totalmente viciado que no se diferencia de lo que pasaba en Dictadura cuando únicamente un recurso de amparo marcaba la diferencia entre la vida y la muerte. Estemos o no de acuerdo con sus obras, no puede ser que se juzgue a alguien de una manera independiente del derecho. Mira lo que pasa con la Machi Linconao que las ha pasado muy duras en un proceso que ha probado 10 veces que ella y su gente son inocentes, que están luchando por tierras usurpadas y donde el prosecutor es un Estado carcelero de toda una sociedad que nunca ha hecho justicia con los mapuches. No la ha hecho jamás. Difícilmente la va a hacer en estos casos.

-¿Cuáles son estas nuevas prisiones políticas de los que hablas?
-A mi modo de ver todas estas leyes que cooptan a estudiantes, trabajadores y ciudadanos y que, supuestamente, representan “avances”, son en realidad resurgimientos de los viejos vicios de la Dictadura. Te dicen que son avances, reformas en salud o educación pero que en el fondo intentan volver a la gente al mismo estado de las cosas de hace medio siglo. Trabas para la educación gratuita, para el aborto libre y seguro van condenando a la gente porque la ley se los permite. Estas son las nuevas prisiones del chileno que lo convierten en un prisionero político de la Constitución de Pinochet. Si una nueva Constitución refundara los derechos de las personas, no habrían resquicios para tirar leyes para atrás. Desgraciadamente para generar un cambio real, se necesita una acción colectiva multitudinaria equiparable a lo que fue Mayo del 68. Se percibe un auge en las calles. Algo que está comenzando. Un espíritu liderado por las estudiantes hoy en día, de cabras que lo han pasado tan mal que no tienen nada que perder. Las mujeres deben explicarle a la sociedad que las tomas feministas, el acoso sexual, el aborto libre y sus derechos tienen mucho que ver con el ejercicio pleno de la democracia… pero que desgraciadamente si estamos llamando la atención sobre esto, es porque no estamos en democracia. Y si, al final, resulta que el feminismo es el que está llamado a hacer la revolución por sobre los alzamientos de trabajadores, de consumidores o movimientos armados, pues ¡bienvenido sea!

 

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