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Mundo

10 de Mayo de 2019

El perfil de Alfredo Pérez Rubalcaba: El socialista que pilotó el fin de ETA

Pérez Rubalcaba, de 67 años, falleció hoy en Madrid tras sufrir un ictus el pasado miércoles. Este veterano socialista, que se afilió al PSOE en 1974 cuando todavía estaba vigente la dictadura de Francisco Franco, se apartó de la política activa en 2014, tras una importante derrota electoral de su partido bajo su liderazgo, y recuperó la carrera docente como profesor universitario de Química.

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Histórico líder socialista, negociador incansable y dirigente pragmático, Alfredo Pérez Rubalcaba, que ocupó casi todos los puestos en la política española, pilotó la negociación que desembocó en el fin de la banda terrorista ETA.

Pérez Rubalcaba, de 67 años, falleció hoy en Madrid tras sufrir un ictus el pasado miércoles.

Este veterano socialista, que se afilió al PSOE en 1974 cuando todavía estaba vigente la dictadura de Francisco Franco, se apartó de la política activa en 2014, tras una importante derrota electoral de su partido bajo su liderazgo, y recuperó la carrera docente como profesor universitario de Química.

Con Rubalcaba se puede recorrer la historia del Partido Socialista de los últimos cuarenta años, con sus sombras y sus luces, sus triunfos y sus fracasos.

Pero no solo fue un hombre de partido, también fue un defensor de la monarquía parlamentaria, fruto del pacto constitucional de 1978, tras el fin de la dictadura franquista.

Empezó su carrera política con Felipe González, con quien fue ministro de Educación (1992-1993), después de haber tenido otros cargos de responsabilidad en el Ministerio desde 1985, pero adquirió más relevancia pública en la siguiente legislatura como ministro de la Presidencia (1993-1996).

Se trató del último Ejecutivo de González, cuando tuvo que gobernar en minoría, un periodo marcado por la crispación política y el acoso de la oposición del Partido Popular (PP, conservador), por los numerosos casos de corrupción relacionados con los socialistas.

Cuando el PSOE volvió al poder en 2004 con José Luis Rodríguez Zapatero, Rubalcaba fue portavoz socialista en el Congreso, donde mostró sus habilidades parlamentarias en los debates, cargados de ironía y de buena oratoria.

En 2006 dejó la actividad parlamentaria para hacerse cargo del Ministerio del Interior (2006-2011), donde tuvo que afrontar la movilización ciudadana del conocido como 15-M, en mayo de 2011,.

Entonces, muchas plazas de España fueron ocupadas por “indignados”, que protestaban contra los recortes sociales causados por la grave crisis económica, sin ningún tipo de altercados con la Policía.

Pero lo más destacado de su mandato fueron las delicadas negociaciones con ETA, bajo su dirección, para poner fin al terrorismo de esa banda, mientras continuaba el acoso policial, lo que le granjeó una fuerte oposición por parte del opositor y conservador Partido Popular.

Entonces tuvo que escuchar en el Parlamento calificativos hacia su persona como traidor o acusaciones de haber llevado una “política de apaciguamiento” con la banda terrorista, que no cesaron cuando en 2011 ETA declaró “el cese definitivo de su actividad armada”.

Sin embargo, Rubalcaba, atleta en su juventud, acostumbrado a resistir, peleó siempre por lo que se proponía.

Hombre de confianza de Zapatero, éste lo nombró vicepresidente de su Gobierno en 2010 y portavoz del Ejecutivo, manteniendo además el Ministerio del Interior.

Desde esta posición fue candidato socialista en las elecciones generales de 2011, en plena crisis económica, y cosechó una importante derrota, pese a lo cual un año después fue elegido líder del partido.

Pero un segundo fracaso socialista en las elecciones europeas de mayo de 2014 lo llevó a dimitir, y tras fuertes tensiones en el seno del PSOE, fue sustituido por el actual presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

Pero conservó su escaño en el Congreso un mes más, hasta que se votó la ley de abdicación del rey Juan Carlos I, que facilitó el acceso al trono de Felipe VI, cuando la monarquía española pasaba por horas bajas por el comportamiento personal de algunos miembros de la familia real, como el anterior monarca o su hija Cristina.

Entonces, Rubalcaba anunció en el Congreso que el voto socialista era “un voto positivo al consenso y a la convivencia” y consideró que la abdicación del rey Juan Carlos en su hijo Felipe VI “debería significar la apertura de un tiempo nuevo” para el diálogo y la renovación institucional, mientras algunas voces desde la izquierda reclamaban la república.

Días después abandonó su escaño, tras 21 años en la Cámara, con lo que se apartaba de la vida política después de tres décadas, para regresar a la universidad, como profesor de Química Orgánica en la Universidad Complutense.

Calificado como amigo de sus amigos, con una mente brillante, la muerte de Rubalcaba ha marcado el comienzo de la campaña para las elecciones municipales, regionales y europeas, con buenos pronósticos para el PSOE, cinco años después del fracaso socialista que precisamente llevó a su dimisión y abandono de la política.

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