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Nacional

20 de Mayo de 2019

Carlos Altamirano y la muerte: “Fantaseo con un encuentro con Paulina”

La periodista Patricia Politzer entrevistó largamente a Carlos Altamirano, el dirigente socialista de la Unidad Popular en quien la dictadura de Pinochet personificó todos los males del gobierno de Salvador Allende y que se convirtió, en aquel tiempo, en uno de los hombres más buscados del régimen. El libro “Altamirano” de Politzer, publicado por primera vez en 1988, se reeditó en 2013 con un nuevo capítulo final, que incluía esta reflexión sobre la muerte.

Por

Paulina Voillier; “ella era el verdadero gran amor de mi vida”.

Han pasado más de tres años desde la muerte de su mujer, provocada por un repentino accidente cerebrovascular, pero su presencia y dolor de Altamirano están intactos.

-No entiendo por qué ocurrió que un par de gotas cayeron en su cerebro. La llevamos al hospital Barros Luco y el doctor fue muy claro: Nada que hacer. Me dijo: “Si quiere la lleva a la clínica Las Condes para que la salven y la dejen en estado vegetatitvo”. La dejaron morir tranquila, como ella habría querido. Habría sido horroroso tenerla diez años en ese estado.

Con una tristeza profunda, asegura que la piensa todos los días y a toda hora. “Soy un pobre y triste solitario, me acuesto solo, siempre en la misma cama. No me consuelo con su muerte.”

Esa soledad no se mitiga con la preocupación constante de sus hijos y de sus amigos que lo visitan y lo invitan. Cada viernes almuerza donde su amigo Manuel Valenzuela con algunos íntimos, como Jorge Arrate y su primo el doctor Héctor “Titin” Orrego. Cada quince días, en casa de su exsecretaria en el Senado, Anita Corrales, se reúne con compañeros socialistas de antaño, como Francisco Fernández y Edmundo Serani, “los amigos de entonces que no se han convertido en enemigos”, sostiene burlón.

-¿Cómo anda la relación con la muerte?

-Está ahí muy presente. Está claro que lo que viene es el cementerio.

-¿Le tiene miedo?

-No. Pienso mucho en la muerte pero como mandato bíblico: polvo eres y en polvo te convertirás. No creo que exista otra vida, ni un cielo y menos un infierno. No puede haber un Dios tan perverso como para dejar que alguien se queme eternamente.

-¿No ha vuelto a creer en Dios, como le pasa a mucha gente pasados los ochenta?

-No, para nada… pero tampoco lo niego. Soy agnóstico, suspendo mi juicio frente a ese tema tan crucial. En todo caso, no creo que alguien pida cuentas.

-Si Dios existiera, ¿cómo le gustaría que lo recibiera?

-Me gustaría que me dijera que estaba muy de acuerdo con mis ideas en la Tierra, pero no se atrevía a imponerlas. Como en tantas otras cosas que están mal… Después de todo, Jesús fue un gran revolucionario -el Ché Guevara de sus tiempos- y, por lo mismo, lo condenaron a muerte. Entre otras de sus afirmaciones, Cristo le negó a los ricos el derecho a entrar al reino de los cielos, al decir: más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos… Cuando me acerque a los 100 capaz que ponga piadoso, o sea, cuando la cabeza ya no me funcione.

-Pero a veces, ¿piensa en el más allá?

-Fantaseo con un encuentro con Paulina… es mucho lo que la recuerdo.

(*) Extracto de “Altamirano”, con autorización de la autora.

 

 

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