El hombre fue abatido por la policía brasileña cuando se encontraba en la puerta del autobús, después de tomar como rehenes a 31 pasajeros y amenazar con incendiar el vehículo.
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Un francotirador de la Policía de elite de la ciudad brasileña de Río de Janeiro abatió al secuestrador que mantenía este martes como rehenes a los ocupantes de un autobús y las autoridades lograron liberarlos.
De acuerdo con un informe preliminar de la Policía Militarizada (PM) en el lugar de los hechos, el hombre enmascarado, que estaba armado, murió cuando era trasladado en un ambulancia a un hospital próximo.
Antes del desenlace, ocurrido a las 09.02 hora local, el hombre, que había amenazado con incendiar el autobús, había liberado a cuatro mujeres y dos hombres que estaban dentro del vehículo.
Según las primeras informaciones, el arma de fuego usada por el secuestrador era de juguete, pero portaba un cuchillo y un galón de gasolina con los que intimidaba a los pasajeros.
El hombre fue impactado cuando se puso en la puerta del autobús, profirió algunas palabras a los negociadores de la Policía e intentaba volver al interior del vehículo. En la acción del francotirador se escucharon tres disparos, de acuerdo con los medios que estaban en el lugar de los hechos.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, defendió la actuación de los francotiradores y recordó el caso del autobús ‘174’, ocurrido en 2000, cuando una profesora que era rehén murió durante un secuestro similar en Río de Janeiro.
“La orden superior era hacer cualquier cosa, menos disparar y no fue usado un ‘sniper’ (francotirador). El resultado fue la muerte de una profesora inocente y después el bandido murió dentro de la patrulla”, comentó Bolsonaro en sus redes sociales en referencia a la muerte de la rehén hace 19 años por los disparos del secuestrador.
El suceso de este martes, que comenzó a las 05.30 de la mañana hora local, ocurrió sobre el emblemático puente Río-Niteroi, que comunica esas dos importantes ciudades de la región metropolitana de Río de Janeiro y provocó un gran embotellamiento de 81 kilómetros de tráfico desde las primeras horas de la mañana.
El vehículo había salido desde Sao Gonçalo, el segundo mayor municipio del estado y también localizado en la región metropolitana de la capital fluminense, con destino al centro de Río de Janeiro.
El secuestrador, casi dos horas después y con una máscara en su rostro, lanzó un objeto incendiario desde el interior del autobús para ratificar sus amenazas.
Después del desenlace, el gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, un extremista defensor del uso de armas y de la acción letal de la Policía en el combate al crimen, llegó en helicóptero al puente río-Niteroi y se bajó de la aeronave festejando, haciendo señales de victoria.