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9 de Octubre de 2019

Jani Dueñas y suplantación de identidad en Twitter: “Esperaría que fueran igual de fiscalizadores con los políticos que roban y los hombres que matan mujeres”

Sebastián Utreras

Un odioso tuit realizado por su antiguo arroba en redes sociales le hizo pasar un mal rato a la comediante y voz de Patana y de la Divina Comida.

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“Fachos culiaos asquerosoooooos”. Esa fue la polémica frase que incendió Twitter el pasado 7 de octubre y que se convirtió en Trending Topic en Chile. Dicho posteo fue realizado por la cuenta @janidejesmar, que desde ese día se hace pasar por la comediante Jani Dueñas.

El mensaje desató una serie de respuestas de carácter ofensivo, donde la cuestionaron por su paso por la Quinta Vergara, la catalogaron de “feminazi” y la insultaron por su postura política.

La cuenta fue habilitada en junio de este año y desde ese día se hace pasar por la comediante, quien tras su fallido paso por el Festival de Viña del Mar, cerró su cuenta oficial para regresar meses después con otro arroba: @lajanidu, cuenta que además tiene acceso restringido.

Lo cierto es que al día siguiente la propia Dueñas salió a desmentir las palabras publicadas por esa cuenta e hizo un llamado a sus seguidores en Instagram a reportarla por suplantación de identidad, pues además utiliza su foto y bajada de redes sociales. “Lo denuncié por Instagram de una manera muy controlada, pensando que el impacto era mínimo”, dice.

La preocupación de Dueñas surgió cuando desde sus trabajos la llamaron para cuestionar su supuesto posteo, luego que un reconocido canal de noticias asumiera que la cuenta era real. “Ahí pensé: ‘chucha, qué brigido esto’”, comenta.

“No es que yo no esté de acuerdo con ese tuit, pero yo no soy así, no lo diría de esta forma. Es un tuit muy enojado y muy básico también, como un vómito de odio y yo no tengo esa vibra”, afirma. “Esperaría que fueran igual de fiscalizadores con los políticos que roban y los hombres que matan mujeres. Es realmente impactante el nivel de ‘pídele perdón a tu patria’ que existe. Es como si mucha gente sintiera yo le debo una disculpa a este país por haber sido fome. Y no sé, pienso que si aplicaran el mismo nivel de fiscalización que tienen con mi humor, al servicio de otras causas, tal vez seríamos un país distinto”.

¿Por qué crees que existe una violencia dirigida a ti? No es primera vez que te pasa que un comentario tuyo real o no, genera una respuesta agresiva de vuelta. Ya pasó cuando comentaste sobre el programa estelar de Tonka y Raquel Argandoña.

-Tengo la teoría de que efectivamente a mí me fue mal; yo fracasé en el mayor escenario de Chile, en términos de audiencia y la exposición mediática a la que me sometí. Eso lo reconozco, pero más allá de por qué me fue mal, evidentemente ese hecho hace que la gente se sienta con el poder de recordártelo. Eso lo entiendo y me lo banco porque yo sabía que era parte del juego. En mi caso en particular creo que también entran otros factores. Y no quiero sonar como que me estoy haciendo la hueona lavándome las manos respecto a lo que represento como comediante. 

¿Cuáles son esos factores?

-Yo entiendo por qué le caigo mal a alguna gente, y creo que tienen razón: efectivamente soy muy pesada. Pero sí creo que la prensa, en este caso el circo romano posterior a Viña, no permitió que la gente tuviera empatía conmigo e hizo una especie de caricatura de mí: que yo era una mujer soberbia o que era una “feminazi”. Está todo está encapsulado en un discurso porque si me dijeran: “eris fome, tu material es malo”, yo digo: “ok, es tu opinión, hay gente a la que sí le gusta”. Pero el problema es que siempre el “fome” está unido a lesbiana, feminazi, amachada, zurda… Está unido al odio. 

¿En qué se traduce ese odio?

-Es un odio que se representa en mí, pero siento que, a través de ese discurso, están odiando, básicamente, a mujeres, y no a todas, si no a aquellas que no son parte de la supuesta norma. Yo no lo veo solo en mí, porque yo no soy la Juana de Arco de la ira en internet. También lo veo en amigas que son influencers o que tienen muchos seguidores en internet y que están trabajando con el tema de la diversidad de los cuerpos, por ejemplo. Y les escriben cosas feroces. A lo que voy es que hay una especie de desesperación por fiscalizar al otro, por decirle cómo tiene que vivir y cómo tiene que ser. Si no es como esperan, sobre todo si eres público, se produce esa violencia: pareciera que a la gente le da mucha rabia que uno no le de en el gusto, que uno no sea complaciente, o que, por ejemplo, yo no me haya puesto a llorar arriba del escenario, que yo no haya pedido perdón. O no sé, que la gorda no quiera ser flaca, que la mamá quiera volver a trabajar y no estar con la guagua en la casa. Y todos estos ataques son, en general, hacia mujeres en su diversidad de formas. 

“Pareciera que a la gente le da mucha rabia que uno no le de en el gusto, que uno no sea complaciente, o que, por ejemplo, yo no me haya puesto a llorar arriba del escenario, que yo no haya pedido perdón”.

¿Crees que te odian por ser mujer?

A ver, yo no quiero que se piense que creo que me odian por ser mujer. No. Yo sé que me odian porque no les gustó mi show, y yo sé que yo cometí varios errores. Sé que me fue mal, lo sé, y he vivido este año con ese fracaso que va a transformarse en algo. Pero una cosa es lo que yo me banco y lo que yo puedo analizar y las críticas que se hagan en torno a mi trabajo. Otra muy distinta es: “mátate feminazi culiá lesbiana de mierda”. “Ojalá te viole un perro”, me dijeron una vez, imagínate. Eso no es una crítica a mi trabajo.

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