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Reportajes

30 de Octubre de 2019

Impacientes y preocupados: Las voces de la cárcel

FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO

Desde que estallaron las movilizaciones el pasado 18 de octubre, hay una sensación rara al interior de la cárcel. Tensión, miedo, la sospecha de que algo también va a estallar ahí. Hombres privados de libertad entregaron su relato a The Clinic sobre cómo han enfrentado el estallido social. ¿Qué dicen? ¿cómo les afecta? ¿qué están sintiendo? Aquí comparten su invisibilizada realidad.

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“Me gustaría que el presidente Piñera se ponga los pantalones por todo Chile y deje de pasar a llevar lo que realmente quiere el pueblo. Estoy en la cárcel pagando el peor error de mi vida, pero sé que tengo libertad de expresión. Lo que está pasando afuera obviamente que nos afecta porque a nuestros familiares -y no solo míos, si no de casi cien reos- se les hace imposible venir a visitarnos producto de los saqueos, la violencia de las poblaciones y el toque de queda. Estamos impacientes y preocupados por nuestros familiares que se esfuerzan cada semana por venir a vernos a la cárcel. Y quizás por cuánto tiempo seguirá todo esto. Espero, de todo corazón, que esto se arregle por el pueblo chileno y nosotros, los privados de libertad. Señor Presidente renuncie, por sanidad nacional”.

12 meses privado de libertad

“Somos personas olvidadas. La salud, la alimentación y los derechos humanos no nos pertenecen. No todos somos malas personas, muchos hemos pagado por el error que cometimos y aún así somos tratados indignamente. Hemos sido olvidados por las autoridades. Vivimos sin la posibilidad de reinsertarnos socialmente: solo recibimos represión y malos tratos”. 

20 meses de privado de libertad

FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO

“Mi critica es por la mala política de formalización y clasificación de los internos. Reos que han caído por primera vez son mezclados con asesinos y violadores, y muchas veces nos toca pelear por un plato de comida indigna. Y sin siquiera haber investigado nuestros casos. Somos víctimas de una falta de criterio inimaginable”.  

22 meses privado de libertad

“Todas las prisiones tienen distintas reglas y son irregulares, partiendo por el trato a los internos. Se puede ver como algunos reos con más poder hacen y deshacen dentro del módulo, y usan celdas y colchones solo para ellos. Tampoco gendarmería realiza una fumigación digna y noche a noche debemos lidiar con chinches. La alimentación que nos dan que es cada vez peor. Otra de las irregularidades es la asistencia médica para tratarnos cuando estamos enfermos. Muchas veces hay solo paracetamol y tenemos que luchar por conseguirlos. Nuestra salud es precaria e indigna, igual que la vida que llevamos”.

28 meses privado de libertad

“Uno tiene que ponerse vio’. Se nota que algo está pasando afuera, los cabros están más locos y los gendarmes son más. Se ponen pesaos los culiaos. En la noche es lo más brígido. Más encima no nos vienen a ver, dicen que porque no hay micros. Acá los compas dicen que las condenas se van a demorar en salir, que esta hueá que está pasando va a demorarlo todo. En marzo me dijeron que me la iban a dar. Todavía estoy esperando. Hay que estar vio’ nomás. Un ojo abierto por si pasa algo. Ojalá alguien se preocupara por cómo vivimos acá, pero no creo, a mí tampoco me preocupaba cuando estaba afuera”.

10 meses privado de libertad

FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO

“Hay una profunda preocupación cuando se agitan las cosas afuera. Los reos siguen pendientes a sus poblaciones de origen. Entre la calle y la cárcel, hay un cordón umbilical de comunicación permanente, que no se corta e interrumpe. En momentos como estos, la cárcel se tensiona: uno los ve caminar más rápido, como si hubiera un avispero al interior. 

Gendarmería tomó muy buenas precauciones para evitar conflictos. Como sabemos, estas situaciones movilización social producen hechos de violencia y riñas. La revuelta era tan monumental que se acuartelaron los Gendarmes de Arica a Magallanes y eso logró mantener el control de las cárceles y la población penal, que fue acompañada y contenida. 

Lo importante de todo esto es entender que cuando se van acumulando sistemas de exclusión en las poblaciones, se genera violencia. El perfil de los privados y privadas de libertad es muy similar. En su mayoría fueron golpeados y provienen de entornos donde había abuso de drogas y alcohol, además de abusos sexuales propiciados por su entorno más cercano. Y de ahí salen a la calle, a la delincuencia, a la cárcel. Es un espiral de desigualdad. En ellos no solamente intercepta la exclusión y violencia, sino que también la precariedad y la pobreza”.

Luis Roblero, capellán de gendarmería 

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