Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Entrevistas

12 de Diciembre de 2019

Carola Rackete: “Los europeos se sienten atacados por los inmigrantes, pero no se dan cuenta que el problema está en la élite”

Sea Watch Mediateam

La alemana es capitana naval, ecologista y activista. Además se transformó en un ícono en la lucha por rescatar y salvar a los migrantes que intentan cruzar el mediterráneo desde África, hacia el primer mundo. Este año Rackete salvó un naufragio de 53 libios en altamar, y desafiando la ley desembarcó en Lampedusa, Italia, enfrentándose a el exministro de ese país Matteo Salvini, conocido por sus duras políticas antimigrantes. Tras el desacato, Carola estuvo tres días en la cárcel y hoy enfrenta dos investigaciones internacionales que podrían llevarla a pasar tras las rejas hasta 15 años. En su paso por Chile participó en la cumbre alternativa a la COP25 “Sociedad civil por la acción climática” y reflexionó sobre el estallido social chileno - país que ha visitado al menos siete veces-, los desplazamientos humanos que provocará la crisis climática y los discursos de odio de la ultraderecha global. “ Somos peores que Trump. Lo señalamos con el dedo, hablamos de los otros, pero hacemos lo mismo”, dice.

Por

En junio de este año, la alemana Carola Rackete asumió la capitanía de una nueva misión del Sea Watch 3, el barco de una ONG del mismo nombre, que se dedica a navegar el Mediterráneo para salvar la vida de los migrantes que intentan cruzar desde África a Europa. La mayoría escapa desde Libia en improvisadas lanchas que no siempre llegan a puerto: Sólo en 2019, hasta la fecha, se registran 994 personas fallecidas o perdidas en el mar en su aventura hacia el primer mundo según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).  

Rackete recibió la noticia de un avistamiento de una lancha desde un avión. El Sea Watch 3 se puso en la búsqueda inmediatamente. Carola cuenta que el barco tiene 53 metros de largo, que es una nave vieja, de más de 40 años y que es más bien lenta. “Es como andar en una bicicleta, pero en el mar”, comenta en un café santiaguino. Después de tres horas lograron encontrar el bote con 53 norteafricanos. Arriba de la lancha venían madres con guaguas que no superaban el año, personas asustadas que no sabían nadar y se angustiaban por no ver la costa y otros con heridas de tortura. Los migrantes se subieron al barco, recibieron atención médica y Rackete se puso en contacto con la mayoría de los Estados europeos. Para su sorpresa, todos le dijeron que no. Frente a las costas de Lampedusa, Italia, uno de sus principales opositores fue el ex ministro de ese país, Matteo Salvini. 


Pasaron 17 días en el agua,  en los que Rackete esperó una respuesta: apeló a cortes locales, a organismos que velan por la integridad de las personas más vulnerables y encaró a los propios presidentes de cada país. Sólo recibió negativas. Por eso, saltándose todo protocolo, la noche del 29 de junio Rackete avanzó hacia la costa, sorteó las naves de la policía marítima italiana y arribó en el puerto de Lampedusa. Posterior a esto, como responsable de la nave, Carola estuvo tres días en la cárcel por haber cruzado ilegalmente la frontera. Sin embargo, instauró una discusión sobre Derechos Humanos, la crisis migratoria y la dignidad de las personas en el primer mundo. La prensa global se volcó al caso y -aunque no era una novedad- los cuerpos de migrantes que yacían bajo el agua de uno de los mares más turísticos y caros del mundo, volvieron a ser noticia.

Esta semana Carola visitó Chile para formar parte de una actividad que se realizaría de manera paralela a la COP25: La Sociedad civil por la acción climática. Un encuentro desarrollado en Cerrillos en el que participan más de 130 organizaciones del mundo ambiental, colegios, académicos y otras organizaciones políticas, con la idea de generar consciencia, alertar a la comunidad y pensar una mejorar relación entre nuestra especie y la tierra. Rackete mostró el registro audiovisual que ella misma grabó de personas de distintas partes de América que reflexionaban sobre el tema y daban sus puntos de vista. “Era importante que la COP25 se hiciera en Chile, porque hay muchas voces sobre el medioambiente en latinoamérica que necesitan ser escuchadas. Aquí hay personas con necesidades urgentes, pero que al mismo tiempo tienen  propuestas de cambio”, dice. 

Carola Rackete. Foto: Sea Watch Mediateam

¿Cuáles fueron los costos de haberte convertido en la cara visible de uno de los conflictos sociales más relevantes en Europa?

– Nunca esperamos recibir tanta atención mediática. Es una organización pequeña. El barco es antiguo, lento, pertenecía a Médicos sin Fronteras y ahora somos nosotros versus los Estados, que le han pagado a policía naval de Libia para que sean ellos los que se encarguen de los migrantes que quieren abandonar el país. Les han pasado embarcaciones y han hecho todo lo posible para no recibir más migrantes, ignorando la Ley de protección de refugiados que nació después de la Segunda Guerra Mundial.  Pero tras esto, había mucha gente enojada, me llegaron vía e-mail muchas amenazas de muerte, pero más que amenazas de muerte parecían descargos. Muy violentas”

La violencia pareciera que “está de moda”. Tenemos a mandatarios con discursos de violencia y odio que consiguen apoyo ciudadano en todas partes del mundo. ¿Por qué está pasando esto?

– La gente está muy enojada. También tiene miedo. Creo que el miedo y la violencia tienen una relación muy cercana. Los europeos se sienten atacados por los inmigrantes, los culpan de los robos de los puestos de trabajo, fantasean con que los extranjeros les van a quitar sus empleos. Es un fantasma constante que deambula entre las personas. Temen bajar su nivel social, perder algún privilegio, pero no se dan cuenta que el problema está en la élite. En que los trabajos están mal pagados, que la distribución del dinero no es equitativa. Europa no es el paraíso que muchos piensan.


Pero muchas naciones ofrecen un tejido social sólido: Salud y educación gratuita, por ejemplo.

– Sí. Pero la gente en Europa tiene problemas muy parecidos a los que hay en Chile. La diferencia entre los pobres y los ricos es cada vez más amplia. El costo de vida es alto y algunos no tienen acceso a educación. Los Estados donde la educación es gratuita, por ejemplo, tiene impuestos a la gasolina que son altísimos, ¿Quiénes son los principales afectados con eso? Las personas de los lugares rurales, que no tienen ninguna fortuna. Los ricos no pagan un impuesto proporcional a su riqueza. Se habla mucho de cambio climático, pero no de justicia social.

Deteniéndose en el cambio climático,  además de pro migrante, también llevas una lucha por el medio ambiente ¿Cómo se cruzan estos dos tópicos?

– Con el cambio climático muchas personas van a perder sus casas. La opción de vivir de la agricultura no será viable en muchas zonas de África y los grupos humanos se van a mover. Lo mismo pasará en América del Sur, de los territorios más secos, se moverán a donde puedan vivir mejor. La migración es inminente y Europa es la responsable del cambio climático. Se cruza la historia también. La situación económica del primer mundo, sus comodidades, es gracias a sus ex colonias, lugares que hoy sufren precariedades. Las personas de estas ex colonias se moverán a Europa, van a buscar vivir mejor ¿Y qué estamos haciendo? Cerrando las fronteras, dejando que mueran en el mar. Somos peores que Trump. Lo señalamos con el dedo, hablamos de los otros, pero hacemos lo mismo. Mucha gente en Latinoamérica piensa que en Europa las cosas están bien, que se protegen los DDHH, pero no. El migrante vive en una constante vulnerabilidad y no tienen acceso a la justicia.

Foto: Dustin Lohse – Sea Watch Mediateam

Conoces Chile hace más de 8 años, lo visitaste por trabajo y como turista en siete oportunidades, ahora te encontraste con el estallido social ¿Cómo ves a este nuevo Chile?

– Espero que puedan cambiar la Constitución. Es terrible la violencia que están sufriendo, la represión que viven los manifestantes. Es algo obvio, que no puede seguir pasando. Las cosas tienen que cambiar, las políticas neoliberales deben terminar. Aquí se cruza el medioambiente y la política otra vez: ¿Cómo es posible que en Chile hayan personas que no tienen acceso al agua? Este país es conocido afuera por las injusticias sociales que son consecuencia del neoliberalismo. Esta es la oportunidad de cambiar algo y la gente está en la calle. En el pasado yo escuché a un par de personas quejarse sobre la injusticia social, pero hoy no hay nadie que no esté hablando sobre esto, la gente se volcó a las calles todos los días y están viendo, por fin, la primera oportunidad real de cambiar las cosas. Hay emoción, hay energía y una sensación en el aire de que terminará algo que por décadas los hizo sufrir.

Greta Thunberg salió elegida persona del año por la revista Time, como activista por el medioambiente, ¿Cuál es tu opinión sobre su labor?

– Greta logró algo importante: hizo que muchos pensaran sobre el cambio climático, pero es una víctima de los medios, ella ha dicho que hay otras personas que por décadas han luchado contra el capitalismo, gente indígena, de otros colores, de otras regiones, pero los medios sólo se centran en ella mostrándola como la única líder. La gente europea se puede sentir identificada más fácilmente con una niña blanca, de su cultura. Funciona. Ella no tiene la culpa, creo que lo entiende bien. Es una movida de los medios.

Hablamos mucho sobre el miedo del otro, pero ¿Cuáles son los tuyos? Recibiste amenazas de muerte, estuviste presa y hay dos investigaciones internacionales en tu contra que podrían llevarte a la cárcel por 15 años. 

– No parecían amenazas, sólo descargas de rabia. Cuando estuve en la cárcel y escuchaba las historias de los migrantes, totalmente vulnerabilizados, víctimas del horror y la violencia, mi historia se reducía completamente. Perdía el miedo. No creo que vaya a pagar por lo que pasó, porque hicimos algo bueno y todos los medios están mirándonos. Rompimos una ley local, pero cumplimos con una ley internacional marítima de llevar a personas en peligro a un puerto seguro.

Finlandia, Francia, Portugal, Luxemburgo y Alemania accedieron finalmente a abrir sus puertas a los migrantes que Rackete rescató en Junio. Sin embargo, a casi medio año de este suceso, la historia está inconclusa. “Todos los países fueron a buscar a sus refugiados, menos Alemania. En Italia hay un grupo de once personas que sigue esperando ser transferidos. Es una vergüenza. Yo siento vergüenza. Otra vez: hay mucha discusión y poca acción”, dice.  Mientras tanto, este grupo humano pierde la fe encerrado, sin poder salir, en algún lugar de Lampedusa. 

Notas relacionadas