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Opinión

4 de Noviembre de 2020

Fracturas dentro del privilegio: diseccionando el voto de clase

Foto: Agencia Uno

“Las familias adineradas experimentaron quiebres familiares por diferencias políticas, y sus miembros fueron en ocasiones promotores de acciones de apoyo a la protesta social en el barrio de residencia. Menos sorprendente es, entonces, que el pasado domingo 25 de octubre comunas como Providencia, La Reina y Ñuñoa votaran igual que el resto del país”.

María Luisa Méndez*
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Los resultados del plebiscito evidencian las tensiones entre un apoyo amplio al cambio y una oposición a éste cristalizado en un voto de clase. Sin embargo, estos resultados también exponen fracturas en el cono de alta renta, diferenciando posiciones políticas y, más profundamente, proyectos de país. 

Estas visiones diferenciadas son aspectos asentados por una historia de largo plazo, existiendo evidencia de ello en estudios, entre otros, de James O. Morris (Morris, 1967) o el informe “Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile” (PNUD, 2017). En conjunto, con Modesto Gayo, en nuestro libro recientemente publicado Upper Middle Class Social Reproduction: Wealth, Schooling and Residential Choice in Chile (Méndez y Gayo, 2019), mostramos que si bien los grupos más privilegiados de la sociedad chilena comparten un nítido patrón dominante de reproducción social, dentro del cual la elección residencial y escolar tienen un papel central, es posible identificar al menos dos fracturas o signos de fragmentación en su interior. 

La primera, se refiere a la antigüedad en la clase social, es decir, las trayectorias socio-espaciales de acumulación de capital económico (patrimonio, herencia), las cuales se asocian a diversas prácticas culturales y actividades escolares y académicas, expectativas de la trasmisión de valores en el colegio y en el hogar, y el cultivo del capital social, entre otras. Esta primera fractura daría como resultado una tipología de subjetividades en el cono de alta renta, que mostraría la heterogeneidad de los componentes de esta clase social acomodada: los herederos, los meritócratas (u orientados al logro individual), los recién llegados o novatos y los colonos (residentes antiguos, que se ubican en posiciones medias o bajas de posiciones directivas o profesionales). 

Pero junto con la anterior, identificamos una segunda fractura: aquella que se refiere a la tensión entre el cierre o apertura al cambio sociocultural y político en el Chile actual. Esta fractura separaría visiones sobre justicia social, diversas formas de desigualdad, y problemas medioambientales, entre otros. Es decir, habría herederos a favor de un cambio, y meritócratas resistentes al mismo, porque esta fractura cruzaría generaciones, hermanos y primos, y muy sintéticamente apuntaría a responder la pregunta: ¿debe avanzar Chile hacia un proceso de cambio o mantener el actual statu quo?

En conexión con dicha diversidad, el cono de alta renta fue escenario de algunas de las expresiones de protesta que más llamaron la atención, por lo inesperadas, durante la revuelta social del año pasado.  Las marchas desde Escuela Militar, los enfrentamientos con Carabineros en Apoquindo, los cacerolazos en Providencia, aparecieron como si fuesen performances del recordado programa noventero Plan Z. 

Las familias adineradas experimentaron quiebres familiares por diferencias políticas, y sus miembros fueron en ocasiones promotores de acciones de apoyo a la protesta social en el barrio de residencia. Menos sorprendente es, entonces, que el pasado domingo 25 de octubre comunas como Providencia, La Reina y Ñuñoa votaran igual que el resto del país.

“Habría herederos a favor de un cambio, y meritócratas resistentes al mismo, porque esta fractura cruzaría generaciones, hermanos y primos, y muy sintéticamente apuntaría a responder la pregunta: ¿debe avanzar Chile hacia un proceso de cambio o mantener el actual statu quo?”. 

Si volvemos a la tipología arriba mencionada, desde un punto de vista cultural, el núcleo de la clase alta santiaguina, los denominados “herederos”, manejan un repertorio cultural que fue denominado “pragmatismo en red”, a saber: construido en torno a un centro ideológicamente conservador, especialmente en materia de cuestiones económicas y de transformaciones macro estructurales. 

Este grupo muestra, sin embargo, tolerancia y apertura, y por ende pragmatismo con respecto a otros puntos de vista con los que deben cohabitar, por ejemplo, en materia de diversidad cultural. En otras palabras, se trataría de un grupo que está consciente de la necesidad de adaptarse pragmáticamente a un contexto cambiante que, en realidad, está crecientemente compartido con las otras fracciones mencionadas. 

Por su parte, los meritócratas están interesados en desafiar las normas tradicionalmente dominantes en esta clase social, promoviendo los atributos del mérito intelectual y profesional, que, por lo general, se acoplan perfectamente a las competencias que ellos despliegan y que justifican mejor sus privilegios, a menudo omitiendo las trayectorias que los han hecho posible. Asimismo, promueven ideas relativas a “salir de la burbuja” que supera la tradicional socialización de clase “del quién es quién”, sustituidas por nociones tales como cosmopolitismo y globalización. 

El triunfo del Rechazo en las tres comunas más ricas de Chile incluye un tercio de votantes por el Apruebo en Lo Barnechea y Vitacura, y un poco más del 40% en Las Condes. Esto, más la mayoría del Apruebo en Providencia, La Reina y Ñuñoa, muestra que las fracturas entre los grupos más privilegiados expresan la antigüedad en la clase, es decir, distintas trayectorias de movilidad social, sentidos de pertenencia y justicia social que con el estallido también pudieron encontrar una forma de canalizar su descontento y reivindicar sus historias sociales y políticas. También se expresa en grupos “de toda la vida” donde la endogamia, homogeneidad y el privilegio sufren un debilitamiento de su justificación normativa que exige subirse al tren del cambio.

La literatura actual sobre élites a nivel mundial muestra aprehensiones por lo que serían muestras de desconexión o secesión sobre todo de las élites plutocráticas, así como los dilemas que los sectores más liberales de estos grupos privilegiados enfrentarían para no ser vistos como parte de ese grupo homogéneo que desconoce la vida de la gente común y corriente, es decir, cómo mostrarse como personas que, aunque privilegiadas, pueden ser dignas de valor moral al poder conectarse con otros. 

Al estudiar la expansión del voto republicano en Estados Unidos, Bishop (2008) argumentaba a favor de un proceso de homogeneización política interna que se desplegaría por medio de asimilación de los incomers a la clase media alta y alta más tradicional. 

“La fractura de la clase alta no es simplemente una forma de identificación de los quiebres que jerarquizan al privilegio fundamentado en los intereses y riqueza de las familias, sino una historia dinámica en la que el futuro se convirtió en un capital en disputa”.

Sin embargo, lo que estamos presenciando en el caso de Chile sugiere que hay ámbitos políticos y valóricos donde, lejos de haber homogeneización, se estarían cristalizando fracturas más evidentes. Como la literatura en este ámbito, hasta hace décadas atrás, la tendencia a ser absorbidos por las elites era más frecuente para las clases medias altas. Sin embargo, hoy muestran más reticencias a conducirse conforme a este proceso de emulación. Lo que vemos son más bien dinámicas de adhesión y distanciamiento producto de lo que entendemos como conflicto posicional relativo a la disputa por un rol en la conducción de lo que podría ser un proceso de transformación social y política histórica.

Ahora, la fractura de la clase alta no es simplemente una forma de identificación de los quiebres que jerarquizan al privilegio fundamentado en los intereses y riqueza de las familias, sino una historia dinámica en la que el futuro se convirtió en un capital en disputa, dividiendo a inmovilistas y transformadores, condenados después del plebiscito a convivir dentro de barrios y colegios, y a lo largo de un proceso constituyente que promete revivir viejas rencillas y luchas actuales. 

Referencias

Bishop, B (2008), The big sort. Boston: Houghton Mifflin Company.

Méndez, M.L. & Gayo, M. (2019) Upper Middle Class Social Reproduction: Wealth, Schooling, and Residential Choice in Chile, Palgrave Pivot Series, New York

Morris, J. (1967) “Las élites, los intelectuales y el consenso: Estudio de la cuestión social y del sistema de relaciones industriales de Chile”. Santiago: Editorial del Pacífico.

PNUD (2017). Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile. Santiago de Chile, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

*María Luisa Méndez es académica IEUT-UC y directora del Centro de Estudios del Conflicto y la Cohesión Social, COES.

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