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Festival de Viña

24 de Febrero de 2023

Del barrio al Festival de Viña: la historia tras la amistad de Polimá Westcoast y Young Cister

Polimá Westcoast y Young Cister Captura YouTube

Hace tres años, las estrellas del género urbano chileno que se subieron hoy a la Quinta Vergara, conversaron con The Clinic sobre su origen en el género, el Estallido Social y los desafíos que tienen para sus carreras.

Por Camilo Espinoza

El primero en acercarse es Esteban Cisterna, aka Young Cister. Me estrecha la mano y me dice: “Me gusta The Clinic, es el mejor diario”. “¿En serio?”, le pregunto incrédulo. “Sí, lo leo siempre”, responde. Esteban es una de las piedras angulares del trap chileno. Creció en la población La Palmilla de Conchalí y de niño mostró inquietudes musicales. Con sus amigos del barrio incluso formó un grupo de cumbia de villera. Sin embargo, con el tiempo cambió el güiro y los teclados por los sintetizadores y el auto-tune. Se metió de lleno en el movimiento en su adolescencia, donde mostró talento en la producción musical y trabajó con precursores del estilo, como Gianluca y Pablo Chill-E.   

Luego aparece Polimá Ngangu Orellana, aka Polimá Westcoast. Poli, para sus más cercanos. Me da la mano, me acerca a su hombro y me palmotea la espalda. Luego toma un pote con fideos tailandeses y come. Le pido disculpas por interrumpir su almuerzo. “No, tranquilo”, me dice. Su padre de origen angoleño lo dejó cuando era un niño. Fue criado por su madre chilena y sus abuelos en un barrio de Independencia. Partió cantando en los coros del colegio y la iglesia como un hobby. Cuando salió de cuarto medio entró a estudiar ingeniería, pero abandonó la carrera para dedicarse de lleno a la música y ahora se perfila como una de las figuras de exportación del trap nacional.

Estamos en una oficina de Sony, la disquera con la que ambos firmaron en junio del año pasado. Estamos flanqueados por dos ventanales en el piso 14 de un edificio de Las Condes. Mientras les ponen los micrófonos, Cister le muestra a Poli una base musical que le mandaron por audio de WhatsApp y ambos la escuchan con atención. Cuentan que la primera vez que tocaron juntos fue gracias a Duki, trapero argentino que “estaba pegando fuerte” en Chile y que en su visita del 2018 les pidió que lo telonearan. “Al Duki le gustaba mucho una canción, la primera que hice yo con Poli, que se llama “Actitud”. Nunca nos habíamos presentado juntos, la gente se volvió loca, le gustó mucho”. 

Por estos días, tienen una agenda apretada y aprovechan cualquier pausa para hablar de su trabajo. En la sala también hay otros miembros de Brokeboyz, el colectivo musical del que son las dos caras más visibles. Recientemente lanzaron “Luismi”, tema que formará parte de “Equilibrio”, su primer disco juntos y que esperan sacar antes de presentarse en Lollapalooza 2020.

El estallido

Desde las evasiones masivas al Metro hasta el reciente boicot a la PSU, los protagonistas de este estallido social han sido principalmente los jóvenes. ¿Sienten este movimiento como propio? ¿Se sienten parte de él?

YC: Es parte de una generación que no tiene miedo, que también se expresa en nuestra música. Va en contra de cosas que están establecidas, quieren salir de esos márgenes, de esa burbuja o de su zona de confort. Todo eso ha llevado a que los jóvenes influencien a los más adultos, a que vuelvan a pensar si realmente estamos viviendo bien, si realmente tenemos la dignidad que merecemos. Hablo de esta generación, de los estudiantes, de los artistas jóvenes. Nosotros somos parte de esa generación, estamos en la edad, hemos vivido cosas parecidas. Eso nos une mucho a la lucha.

PW: Es lo que conversamos siempre. Lo que nos cuestionamos cuando empezó todo esto, nos sirvió para aceptar, ver todo lo que está pasando y tratar de hacer un cambio interno, porque primero hay que estar bien con uno mismo para estar bien con el entorno.

Los dos tienen un origen de barrio. Cister era de Conchalí y ahora vive en Quilicura, Polimá es de Independencia. ¿Qué les pasa a ustedes cuando aparecen estas noticias de jóvenes que son de su generación, son de población y resultan gravemente heridos en las protestas?

YC: En el estallido social, yo subí el caso de un joven que lo entrevistaron, que lo habían herido con perdigones que. de hecho, era de Conchalí, de la población donde yo vivía cuando chico. Lo vi en Instagram, estaba siendo viral, era un niño de como 17 años que lloraba porque no entendía a la gente lo criticaba por estar encapuchado en las calles. Él demostraba su rabia. Tenía tanta angustia dentro suyo, porque tenía que trabajar al otro día y ayudar a su abuelita que no tenía ningún peso, tenía que comprarle pañales, tenía que pedir tarjeta para comprar comida para el día a día, se endeudaba en cosas. Tenía tanta angustia e impotencia. Yo me puse en contacto con él, nos juntamos un día y conversamos.

Ese es el reflejo de muchas personas, hay muchos que están pasando por lo mismo, que por cosas básicas tienen que endeudarse. Uno está en la música, en grandes escenarios, y esas cosas te hacen volver donde uno realmente partió, también tuvimos esas necesidades en un momento y te llega al alma. Con Poli estábamos angustiados durante todo el estallido social porque te acordai de tu mamá, de tus hermanitas chicas, de tus sobrinos y de todo lo que tuvimos que pasar. No podemos quedarnos callados ante eso, por más que de repente pongamos en peligro nuestro trabajo, porque es así. Pero lo hacemos igual porque es algo humano, de persona, tenemos que estar ahí.

PW: Intentamos hacer algo, hermano, pero es tan injusto que, ¿qué podemos hacer desde nuestra posición más que tratar de difundir más esas cosas y que la vea la mayor cantidad de gente? Ahí quedamos y eso es lo que te deja angustiado todos los días, no poder hacer nada más allá.

Luismi

¿Cómo se conocieron?

PW: Lo mismo de siempre (se ríen y se dan la mano). El Cister hacía música con el Pablo Chill-E y otros artistas que empezaron esto del trap y yo los seguía, escuchaba su música. Eso me motivó a hacer mi música. Él organizaba sus eventos y para uno me contrató, yo fui y ahí nos conocimos.

YC: Cuéntales cuánto te pagué… 

PW: ¿Me pagó? (se ríen)

YC: (Alcanzó) pa’l Uber.

PW: Me pagó harta plata. Para esos momentos era harta plata, en realidad.

YC: Claro, si no ganábamos nada.

PW: ¿Quién más me iba a contratar, hermano? ¿Cuántas visitas tenían mis canciones? 10…

YC: Mi mamá, mi papá…

PW: Él creyó en más talentos que estaban ahí y sucedió lo que está pasando ahora.

¿Echas de menos esa pega de productor?

YC: Sí, era entretenido, ¿sabí? Desde conseguir el lugar para hacer la fiesta, ser DJ, ser animador. A esa fiesta que invité al Poli le puse Ice Cream, porque era verano. Me acuerdo que a cada persona que entraba a la fiesta le regalaba un helado. Era entretenido. Ahora más grande, como que estai más estresado, tení tantas cosas que hacer, estai preocupado de otras cosas que no queda mucho tiempo para eso. Algún día me gustaría volver a hacer un ciclo de fiestas. Estaría bueno. Pero por ahora estamos en otra. 

PW: Me tiraste las segundas voces…

YC: Te hice las segundas voces, era el DJ de él.

PW: Auto-tune, de todo.

Hablemos un poco de “Luismi” ¿Es un giro más decidido al pop?

PW: Es raro. No lo pensamos tanto. Sólo son impulsos.

YC: Te cuento, estábamos en el estudio. Oye, hagamos algo que no sea trap. ¿Pa qué? Si ya hacemos mucho trap, mucho reggaetón. Con el Poli nos gusta mucho Pharrell Williams, ese funk medio pop. Hagamos una pista. La escuchamos de YouTube y empezamos a grabar encima. Entonces, nos daba rasgos un poco de Luis Miguel, él sonaba así en los ‘90. Nos quedamos pegados con esa idea de Luismi. De ahí salió el nombre y todo. Yo creo que sí, pero no es algo que vamos a hacer toda la vida. Son cositas que nos gustan mucho y que las vamos a ir sacando así. Pero como te digo, podemos montarnos en cualquier ritmo. Mañana puede ser una salsa…

PW: O a fin de mes, un reggaetón.

Una de las cosas que me gustan de sus temas son las referencias que hacen a la cultura pop. Está el mismo Luis Miguel, o en otra canción mencionan a Miguel Bosé. También hablan de monitos: Hora de Aventura, Hamtaro…

PW: Es una recopilación de lo que nos ha pasado en toda nuestra vida. Es como un reflejo de eso.

YC: De la década de los 2000.

PW: Daft Punk… En realidad, el rapeo que hice yo lo saqué de un juego que se llama GTA San Andreas. Hay una radio de un tipo que habla así, un locutor, por eso lo hice así. Es un juego en realidad. No lo pensamos para los críticos de la música. 

YC: Para los críticos, nosotros estamos jugando, nos estamos divirtiendo.

Pero yo los he escuchado muchas veces decir que lo importante de su música es que tenga un mensaje. Si hubiera que identificar cuál es ese mensaje en dos o tres conceptos, ¿cuáles serían?

YC: Yo creo que el mensaje es hacer música que, de alguna forma le guste a la gente, pero que no sea lo típico. Nunca en tu vida alguien ha escuchado una canción pop, y que hable de que no tengo ningún peso, pero voy a andar en un Ferrari. Normalmente, en esto podrías cantar otras cosas, otras letras. Pero siempre viene un mensaje que es de la calle, de donde nosotros venimos, y tratamos de adaptarlo a ritmos que sí le cuelan a personas de otros estratos sociales. Pero siempre con nuestra esencia, que es la calle, de donde nosotros venimos, por eso el estilo del Poli en el tema, rapeando, sin olvidar sus raíces. El mensaje va en eso, en romper esquemas, en hacer lo contrario, lo que no se nos impone, siempre tratar de hacer algo distinto.

PW: No creo que sea literalmente la letra el mensaje. El mensaje somos nosotros, que somos los mismos que el año pasado no estábamos haciendo nada, no teníamos nada, y estamos haciendo todo ahora. Como el Pablo Chill-E, que sus letras no te dicen algo, no te dejan una moraleja, pero él está reflejando una realidad. Ese es el mensaje. Quiere decir que se puede hacer lo que nosotros queramos, que podemos perseguir nuestros sueños y lograrlo.

YC: La gente que nos sigue ahora, hace un año nos veía cantando en discos o pubs pequeños, y ahora nos ve en grandes escenarios. Entonces, ese es un mensaje igual. Aunque no lo cantemos, se ve y se nota. A pesar de que estemos cantando en Lollapalooza, al otro día estamos en el barrio con nuestras familias y todo sigue igual. Ese es un mensaje, no olvidar de dónde uno viene y que todo es posible si uno quiere hacerlo. Nosotros estábamos estudiando en la U, nos salimos y aquí estamos ahora, haciendo música.

La música galáctica del trap chileno

¿Qué queda de la cumbia villera que hacía Cister cuando niño o del coro de la iglesia donde iba Polimá en la música que están haciendo ahora?

PW: Lo que somos ahora es un reflejo de todo lo que fuimos y así va a ser siempre. Todos los días vamos aprendiendo, adaptando cosas.

YC: La cumbia está hasta el día de hoy.

PW: Él hace poco sacó uno (Cister se levanta la polera y muestra un tatuaje que dice: “100% Negro Cumbiero”).

YC: Es harta influencia lo que tenemos de niño, la música de iglesia sobre todo. El gospel y todo ese estilo, está ahí.

PW: Pero la música está avanzando a pasos gigantes, evoluciona, cada vez suena como más galáctica. Todo el día estamos en ese proceso de aprender, no sé, es tan raro. A veces nos sirven cosas antiguas, como esta (se refiere a Luismi). Pero otras veces no.

YC: Hacerlo a tu manera igual.

PW: Exacto.

YC: Rescatar esto del pasado, pero hacerlo a lo que es ahora.

En entrevista con The Clinic, a Koko Stambuk de Glup! le pregunté a qué artistas de la escena nacional actual eligirías y casi sin pensarlo dijo: Polimá Westcoast y Gianluca. ¿Cuál es su relación con esa música chilena de la vieja escuela? 

PW: A mí en lo personal me encanta la música de Los Prisioneros, de la Fran Valenzuela, de Denise Rosenthal, de Javiera Mena. Me gusta como ese tipo de cosas, me gusta lo pop, ahora estoy haciendo ese tipo de música igual, como tratando de experimentarla, pero eso me gusta a mí. Me gusta mucho la música chilena. Y tengo mucha fe en los talentos emergentes que van a salir ahora, que va a ser una nueva generación. 

YC: Yo igual. En mi casa Los Prisioneros siempre, Violeta Parra, Víctor Jara.

PW: Nunca Lucho Jara (se ríen a carcajadas).

YC: La música chilena tiene mucho sentimiento y realidad. Eso es lo que nos llevaba a hablar con el Poli que en Chile no hay artistas vivos, como en Estados Unidos, que llegan en limusina, con cadenas de oro. Una vez intentamos llegar en limusina a unos premios, pero nos salió súper flaite.

PW: Estaba el Pablo Chill-E adentro y mi abuelita.

YC: Era una limusina de cebra (le soplan desde la oficina). 

PW: Empezaron a sacar las fotos afuera y salió mi abuela. ¡Quedaron locos! (se ríen)

YC: En Chile llegamos a decir que hay muchos artistas, pero ninguno está en una posición de divo o diva como en otros países.

Pasa harto en el género urbano el llamado “culto al lujo”. Autos caros, ropa cara. ¿Cómo lo ven eso?

YC: Esa cultura está inserta en los barrios, de ostentar o querer mostrar. En parte es entendible porque los cabros de allá de mi barrio en Quilicura escuchan música así y está bien, ellos nunca tuvieron nada. Entonces, en lo personal, si querí tener un auto y pensai en un Ferrari, bacán. Al menos yo, antes pensaba más así, pero he reflexionado tanto el último año que basta con comer, tener un auto, tener a mi mamá bien, a mis amigos cerca y una piscina (Se ríe).

PW: Yo no le tengo mucho apego a las cosas materiales. Sí cuando firmé me compré un auto, lo admito. Porque nunca lo habíamos tenido, hermano. Y teníamos la posibilidad de tener uno. Pero nunca hacemos ese tipo de cosas respecto a la ropa. Siempre utilizamos marcas nacionales, de hecho. 

YC: Ropa americana.

PW: Siempre. No somos tan así.

YC: Las zapatillas son imprescindibles.

¿Qué significa para ustedes organizarse creativamente en colectivos? Están los Brokeboyz, los Shishigang…

PW: Y los Shishibroke.

YC: La unión de los dos.

PW: Están. Existen. Ahí hay dos (apunta a dos personas en la sala). Shishi y Broke. Somos grupos de amigos que vienen de antes, se mantienen con los mismos ideales y se mantienen real. No es algo organizado ni tan disciplinado. Cuando grabamos un video, llegamos todos para allá. Cuando vamos al estudio, vamos todos, nos divertimos, compartimos y hacemos música. De eso salen proyectos de repente.

YC: No es algo tan organizado, en verdad. Fluye. Es gente que ha vivido lo mismo que nosotros, entonces como que nos llevamos muy…

PW: Y todos nos conocemos de antes de que ocurriera todo. La gente que nos sigue, también. Siguen toda la historia, es como si fuera una teleserie.

Hace poco les tocó un momento bien complicado con su productor, ElAmbidieztro. Ustedes fueron bien claros en sus declaraciones en su momento, cuando se desvincularon de él por los casos de abuso sexual. ¿Cómo han enfrentado su ausencia musical y creativamente?

PW: Musicalmente me superé como el doble. No he parado de grabar desde que pasó. Cister también. Yo me sentía muy aferrado a él, porque empecé con él. La mayoría de las canciones que tengo las hice con él. Yo no sabía que era de esa manera, era como si lo desconociera y lo que hizo iba en contra de mis valores, entonces no quería hacer nada vinculado a él. Fue un desafío contra mí mismo ver qué podía hacer solo por mi cuenta. Nos afectó mucho personal como grupalmente. El grupo se dividió de cierta manera también. Aquí estamos, aprendiendo y levantándonos con mucha más energía. Estábamos quizás muy cómodos, ahora estamos realmente sintiéndolo, viviéndolo y moviéndonos más de lo que lo hacíamos. Eso fue un aprendizaje muy doloroso, pero así es la vida y hay que estar preparados para todo.

Bueno, se viene un nuevo disco ¿Nos pueden adelantar algo?

PW: ¿Te cantamos? (se ríen).

YC: “Luismi” es un adelanto de ese álbum de dúo con Poli, “Equilibrio”. Así que antes de Lollapalooza esté ahí en la calle. Son 12 canciones.

PW: Muchos productores.

YC: De Chile y de afuera.    

Revisa la entrevista completa a Polimá Westcoast y Young Cister publicada originalmente el 14 de enero de 2020 haciendo click aquí.

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