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Entrevistas

14 de Mayo de 2023

Kathya Araujo: “No tenemos que preocuparnos por un nuevo estallido social, porque tenemos el estallido frente a nuestros ojos”

Kathya Araujo. "No tenemos que preocuparnos por si hay un nuevo estallido social, porque tenemos el estallido frente a nuestros ojos". Foto: Joaquín Alvujar. Fotos: Joaquín Alvújar

La renombrada psicóloga e investigadora social plantea que el país está sumergido en "mini" estallidos institucionales que requieren de una solución de fondo, que va más allá de una nueva Constitución. Sobre la irrupción del Partido Republicano en el Consejo Constitucional, dice que la colectividad supo capitalizar las preocupaciones ciudadanas, pero que eso no significa que tenga una elección asegurada a futuro. "Nadie puede jactarse en este momento de tener seguridad en sus votaciones, nadie que esté en los bordes", afirma.

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La socióloga Kathya Araujo dice que el estallido social sigue presente. No como el que se desencadenó en octubre de 2019, con manifestaciones en la vía pública, pero sí con “mini” estallidos institucionales que, a juicio de la renombrada investigadora social, no se resolverán sólo con una nueva Constitución.

Hace tiempo que la directora del Centro Núcleo Interuniversitario Individuo, Lazo Social y Asimetrías del Poder (NIUMAP) plantea que la solución de fondo es un “verdadero pacto” entre las fuerzas políticas que atiendan los problemas centrales del país, para que la irritación en la sociedad y el desapego político no sigan aumentando.

Ese desencanto con la política, señala la profesora titular del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), se evidenció con la elección para el Consejo Constitucional, en la que 2.689.570 personas votaron nulo o blanco. Para Araujo, esa cifra representa dos problemas: la desinformación y el sentimiento antipolítica. 

“Las dos cosas son muy mala noticia -afirma-, porque quiere decir que tienes más de dos millones de votantes que no tenían la información o no se dieron el tiempo para informarse, pero es dudoso que todo sea solamente por desinformación. Ahí dentro tiene que haber un porcentaje también de personas que voluntariamente fueron a hacer el voto nulo o blanco”.

Pero ese alejamiento de las personas con la política no es una sorpresa para la investigadora social. “Tiene bastante tiempo”, dice -e incluso asegura que proviene desde antes del estallido social-, y explica que no solo se representa en los procesos electorales, sino también en la desconfianza de la ciudadanía con los partidos políticos.

Uno de los problemas que identifica, además, es que el país está “paralizado desde hace más de una década” y que “hay demasiados cálculos electorales” que impiden un pacto real con consecuencias concretas. Esa inacción -advierte- “es algo que se va a pagar por largo tiempo”

“Todo lo que estaba en juego en el estallido social del 2019 sigue ahí”, insiste.

¿Por qué plantea que sigue presente el 18 octubre de 2019?

-Las demandas siguen vigentes y no hemos conseguido resolverlas realmente. Hacemos algunos avances, pero para hacer esos avances necesitamos algunos cambios estructurales que no hemos hecho. Pero esa no es la única razón de por qué el 18 de octubre de 2019 nos acompaña.

Octubre de 2019 fue un momento de grandes protestas y manifestaciones, por supuesto, pero en donde los partidos políticos estaban ausentes y nadie aceptaba a los partidos políticos como representantes, como liderazgos, y ese sentimiento antipolítica no nos ha dejado. Los grados de irritación que se produjeron y expresaron en ese momento siguen presentes en la sociedad, pero no están presentes en las plazas ni las manifestaciones, sino que tenemos mini estallidos institucionales permanentes.

¿En qué se reflejan esos mini estallidos institucionales? 

-Los colegios están poblados de conflictos, agresiones y violencia entre estudiantes, de estudiantes contra profesores, de roces entre los estamentos dentro de la escuela, de apoderados contra los profesores o contra los directivos de las escuelas. Tenemos un mundo habitado por la violencia, por el roce y por el conflicto.

Piensa en las instituciones públicas, salud es un buen ejemplo. Los casos de agresión y de violencia contra funcionarios solo han ido en aumento. Las calles están llenas de conflictos y de irritaciones relacionales que aumentan. La gente piensa que si sales tienes un chance muy grande de ganarte un conflicto, porque las cosas se arreglan a codazos porque sí.

¿Problemas de convivencia social?

-Hay un desamor o falta de cuidado a la sociedad en su conjunto y con una cantidad de demandas que no se cumplen. Entonces, decir que eso fue una especie de cosa que ocurrió y felizmente terminó, es un error. Todo está ahí, lo estamos mirando. Es muy dañino, independiente de la derecha o izquierda, no ver que eso está ahí y que hay que resolverlo. Cuando lo que haces es extremar alguna de estas tendencias la bomba te va a explotar en la mano, porque no tienes ninguna posibilidad de estar seguro de que vas a manejar esto.

-¿Y qué significa esta explosión? ¿En que podría materializarse?

-Vas a perder el apoyo de todas maneras. Y lo que yo creo que está en el centro de todo esto es cómo logramos que la sociedad encuentre formas de resolución de conflictos, que encuentre canales para la resolución de sus demandas, que encuentre fórmulas de relación unos con otros y de confianza mínimas en las instituciones para hacer posible la cooperación y coordinación que hace posible la vida social. 

¿No encontrar esas fórmulas significa un paso a un nuevo estallido social?

-No tenemos que preocuparnos por si hay un nuevo estallido social, porque tenemos el estallido frente a nuestros ojos. No será ese estallido de las plazas ni político, pero nos está estallando la sociedad en un montón de lugares. ¿Qué más estamos esperando que ocurra?

Está creciendo la delincuencia, pero la delincuencia es un problema social, quieras o no. Está creciendo la violencia entre las relaciones, está dificultando el funcionamiento de muchas instituciones, el Estado pierde confianza por parte de la ciudadanía, la ciudadanía pierde espacios públicos, la vida colectiva se empobrece. Eso es un estallido social real. Lo otro fue un estallido político-social, este es un estallido social que es el mismo estallido, con los mismos sentimientos, las mismas emociones, las mismas demandas. Eso está ocurriendo.

También se ha hablado de un antiestallido.

-Hay una reacción a algunas de las consecuencias que han sido atribuidas al estallido político social. Hay una reacción que ha sido de intentar ir a lugares de más moderación, de considerar que algunas cosas fueron excesivas. Es una lectura que se instala en ciertos sectores de la sociedad, en otros sectores no, aquí tenemos muchos sectores. Pero, hay una lectura que existe, que es esa lectura sobre que “eso no queremos”, una lectura antiestallido. 

¿Y por qué nace esta reacción?

-El grado de incertidumbre es muy alto y creció con la pandemia. La pandemia ha sido una especie de detonador o de magnificación del sentimiento de incertidumbre, de la necesidad de piso y de certezas. Y como el proceso no se cierra y seguimos dándole la mayor importancia al proceso constitucional en vez de darle la importancia al pacto político social que nos permita avanzar, el sentimiento de inestabilidad en todos lados continúa. Es una inestabilidad, en realidad, que nos podríamos ahorrar.

Kathya Araujo. Foto: Joaquín Alvujar.

“Esta votación no es una votación segura de Republicanos”

¿Y ese antiestallido es, por ejemplo, un espejo de la elección del domingo pasado, con la irrupción del Partido Republicano como principal partido político?

-Hay un grupo que probablemente tenga esta perspectiva, pero no generalizaría, porque hay una parte de esa votación que está vinculada con la coyuntura.

¿Cómo se explica que el 35% del padrón electoral se inclinara por el Partido Republicano? Una cifra superior a la que incluso los expertos planteaban.

-Uno puede explicar este voto como un voto que tiene que ver con este premio a los actores que están como fuera del sistema o que coinciden con esta idea, al menos parcialmente, de crítica fuerte al sistema, o de antisistema institucional político. Ahí hay un premio muy fuerte a ese tipo de actores y personajes.

-¿Tiene que ver también con que el Partido Republicano supo capitalizar las demandas y preocupaciones de la ciudadanía, por sobre otros partidos políticos?

-Los clivaje políticos no le hacen sentido a mucha gente, yo no digo a todo el mundo, pero lo que le hace sentido más bien son cuestiones que tienen que ver con su vida ordinaria, con sus urgencias y con sus experiencias, y en los últimos meses lo que hemos visto es una instalación muy fuerte del tema en agenda de seguridad y migración, que son los temas del Partido Republicano y a los que se sumaron todos los otros actores políticos, pero probablemente para qué la copia si está bien el original, ¿no? O sea, si ellos son los que han insistido en eso más tempranamente y con más fuerza, entonces la instalación y el copamiento de la agenda con esas dos temáticas sin duda beneficiaron al Partido Republicano.

Igual uno tiene que considerar que en el país tradicionalmente ha habido un 40% de voto de la derecha y que la derecha tradicional para esta elección tuvo un 20%. O sea, uno podría pensar que en su votación hay un corrimiento.

¿Ese corrimiento quiere decir que un grupo de personas que tradicionalmente votaron por la derecha representada por Chile Vamos se inclinó por el Partido Republicano?

-Lo que estamos observando, me parece, no se explica con la idea del péndulo que se ha puesto de moda, porque esa teoría quiere decir que el péndulo está a un lado y vuelve al otro. Aquí lo que hay es un fenómeno de volatilidad muy alta y esa volatilidad no es por la izquierda a la derecha, es una volatilidad que se define en otros términos.

¿Qué términos?

Lo que estamos viendo es que se cambia de pronto de un lado a otro, pero no necesariamente es porque ahora las personas votan derecha o izquierda. Eso es porque esa es la oferta que te están dando. La volatilidad tiene que ver con lo que engancha en el momento, con las preocupaciones, con ciertas formas de percibir el mundo, reacciones a las formas amenazantes. Lo que creo que ha pasado es que esa distinción entre derecha e izquierda no tiene ningún sentido para las personas y lo que hacen es resolver en función de otros criterios.

-A su juicio, ¿sería un error pensar que el país se derechizó?

-En términos políticos, es correcto decir que los resultados muestran un triunfo de la derecha, no hay ninguna duda de que eso es así. Pero, eso es bien difícil hacerlo equivaler con que en realidad el país se derechizó, en el sentido de que tenga un compromiso ideológico con las premisas de los partidos de derecha. Creo que puede tener una cercanía a ciertas propuestas y promesas que coinciden con algunas de estas urgencias, pero yo creo que esta idea de que sea ideológicamente y orgánicamente de derecha, que esto sea un voto ideológico, no. 

No es una adhesión ideológica completa, entonces no hay ninguna garantía de que la próxima elección vaya a ser exactamente el mismo resultado. Depende de lo que ocurra de aquí en adelante. Hace algunas décadas, los partidos podían contar con una estabilidad de sus votos y eso ya no es así

¿Se podría decir que las personas votan por promesas más que por un sector político?

-Votan por los líderes, por las figuras, por cuánto se acercan a los problemas que ellos creen que son los más importantes o la manera en que se hacen las promesas, pero siempre con el ingrediente de la antipolítica. Hay una cuestión que uno encuentra de manera transversal y es que incluso las personas que van a votar y que han ido siempre a votar tienen un sentimiento antipolítica, o sea, tienen un desencanto con la política muy grande.

Entonces, por eso digo, esta votación no es una votación segura de Republicanos, va a depender mucho de lo que ocurra, porque en estas cosas eso no quiere decir que no puedas volver a ganar, pero va a depender mucho de lo que ocurra en el mundo político y de la capacidad de responder a ciertas cuestiones.

No hay votos asegurados.

-Nadie puede jactarse en este momento de tener seguridad en sus votaciones, nadie que esté en los bordes. Hay un grupo muy grande que vota coyunturalmente y hay grupos más pequeños que votan fielmente. 

Kathya Araujo. Foto: Joaquín Alvujar.

La figura de la autoridad

-¿Cómo se configura la imagen de autoridad de José Antonio Kast?

-La manera en que aparece siempre es obviamente de una autoridad fuerte, una autoridad tradicional, una autoridad autoritaria en el sentido tradicional. Es decir, una autoridad fuerte que va a lograr que las cosas ocurran, o sea que será eficaz con el uso de la fuerza y que va a dar pruebas de su fuerza logrando obediencias maquinales, que yo no sé cómo nadie puede hacer eso frente a una sociedad como la que tenemos, en donde mantener tu autoridad es extremadamente difícil, porque las personas no quieren aceptar autoridades. 

Es una oferta bien riesgosa, es súper riesgosa, porque cuando no puedes mantener tu autoridad tienes que hacer más uso de la fuerza.

¿Al Presidente Boric le ha costado mantener su autoridad?

-Creo que está en intentos de construir su imagen de autoridad, intentando construirla con otras herramientas, pero muchas veces uno ve que la idea de la fuerza aparece también en esta construcción de autoridad. Las figuras de autoridad hoy son probablemente las más complicadas en una sociedad que más bien tiene la tendencia a ser crítica y a no respetar y a no subordinarse. Entonces, pienso que cualquiera que esté colocado en ese lugar va a tener dificultades, ya sea que elijas una autoridad tradicional -fuerte, basada en la obediencia, la eficacia y en la aplicación de la fuerza- o intentes armar otro modelo de autoridad. 

No hay un camino seguro para ninguna figura de autoridad.

-En la sociedad hay una tensión entre un modelo más democrático dialogante de ejercicio de la autoridad basado en el cuidado y el respeto a los principios de horizontalidad y reciprocidad, y un modelo tradicional que se sostiene en un ejercicio “fuerte” de la autoridad, que aspira a una obediencia maquinal de aquellos sobre los que se ejerce la autoridad. 

¿Y por cuál de esos modelos se inclina más la ciudadanía?

-Aunque la primera parece la más aceptable, la segunda, aunque es criticada ampliamente,  aparece aún considerada como la forma de ejercer la autoridad verdaderamente eficaz. Es una tensión no resuelta que explica las oscilaciones en las percepciones, juicios y conductas de las personas. 

Esta creencia en la eficacia de formas tradicionales de ejercicio de la autoridad que las personas llaman autoritaria puede explicar el voto de confianza a una figura como la de Kast, que busca encarnarla, aunque en su versión más paternalista, y las promesas respecto a resolver de manera rápida y definitiva problemas de seguridad o de migración.

¿Eso complica la imagen de autoridad del Presidente Boric?

-Explica la tensión que a veces se aprecia en la construcción de la autoridad del Presidente Boric, tensionado entre encarnar una autoridad “fuerte” -que hagan creíble su eficacia- y fórmulas más dialogantes o cercanas de ejercerla -más cercanas a las demandas de trato de la población-. Es una tensión que atraviesa la sociedad. Eso hace que las personas pueden aceptar y aún desear una autoridad fuerte aplicada a un otro que consideran amenazante o antagónico, pero no están dispuestas a aceptar este tipo de autoridad cuando se dirige a ellas mismas, y más bien tienden a resistirla o no reconocerla como tal.

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