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11 de Septiembre de 2008

Ni un Pelo de Tonta: “Sin pelos en la lengua”

¿Por qué cuidar el pelo? Porque es sencillo, porque es la raja ver un pelo lindo, porque es el marco de nuestra cara –como diría mi profe, ultra cursi pero cierto- y, porque, como me explicó la psiquiatra, dice mucho de las personas.

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Por Lorena Penjean, periodista-peluquera

Bueno, tal vez exagero, pero lo que quiero decir es que es tan re fácil y entretenido hacerlo que bien vale la pena. No se trata de andar como recién salido de la peluquería, no, por nada del mundo, eso no es cool. Se trata de dar con un buen corte y después, que se vea brilloso y suave. 

¿Han visto cosas más mata pasiones que un pelo sucio, grasoso o con caspa? ¿Se han fijado que cuando uno anda medio frikeado el pelo se pone feo, como de perra envenenada? ¿Cuándo fue la última vez que te dijeron que tenías el pelo lindo, que te quedaba bien ese peinado? Preocúpate.

Desde que me metí en esta volada de la peluquería he descubierto un mundo insospechado. Verdad. Como que le quiero cortar el pelo a todo el mundo, como que me dan ganas de parar a la gente en el metro y decirle algunas cosas que los ayudarían a verse mejor. Porque convengamos, detrás de esto no hay nada más que estética. ¿Por qué afearse si es tan grosso lucir espléndida? Intentémoslo. Como que seguriza, como que te envalentona. Luego a jugar: trenzas, rulos, chasquillas y coletas. Ultra chic. Un día puedes andar ultra ordenadita con unas trenzas choris y al otro chascona, con un look salvaje. Onda leona. No está mal.

El pelo dice mucho de nosotros. Ya lo dije. Y valga repetirlo porque cuando lo interiorizas le encuentras sentido a su cuidado.

Entonces, vamos por la primera máxima: Aceptar el pelo que uno tiene. Dejar de luchar contra él. En el camino entre lo que uno quiere y lo que puede hacer queriendo lo que tiene se descubren muchas cosas. Como que es mejor un crespo bien ruliento a un liso a medias, algo opaco de tanto secador, ultra artificial de tanto plancharlo. No se trata de conformidad, se trata de entregarse a él porque lo otro es una batalla perdida. Tu pelo es el que tienes después de la ducha y punto. Podemos definirlo, texturizarlo y enchularlo pero es básicamente ese. No otro.

Conforme avance les contaré cosas sencillas para que se vean bien. Necesitaremos tijeras, algunos productos (dependiendo de qué tanto logre engrupirlos) y sobre todo, ganas de intentarlo. Digámoslo ya: hay que atreverse. Nada más fome que la rutina. Yo lo he visto: no bien pasaron dos semanas en mi curso de peluquería, y ya todos los estudiantes nos habíamos hecho algo. Casi todas estaban rucias y adictas a las extensiones, -la verdad es que algunas se veían mejor que otras-, pero lo más importante de todo es que se creían la muerte y sólo eso ya las hacía más minas.

Nada más latero que verse en fotos con el mismo peinado de hace diez años. A veces uno la caga, qué duda cabe, pero el pelo crece. EL PELO CRECE. Eso es lo mejor, porque siempre nos da la posibilidad de experimentar con él. Me atrevo y qué tanto. Eso se llama actitud. Díganmelo a mí, que he pasado por todas las modas y anti modas. Desde tener el pelo como canuta de largo hasta parecer Gokú de lo corto. Y busqué el estilo Sheena Easton, las ondas de Madonna y el escalonado de Katy Salosny. Y heme aquí, esperando a que crezca para… ¡¡¡Cortármelo nuevamente!!!

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