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Opinión

24 de Junio de 2011

Allende y Neruda

(*) Eduardo Contreras Salvador Isabelino del Sagrado Corazón de Jesús Allende Gossens (Allende) nació en el puerto de Valparaíso el 26 de junio de 1908. Cuatro años antes, el 17 de julio de 1904, había nacido en la ciudad de Parral Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto (Neruda). Dos hombres, dos nombres, que forman parte muy importante […]

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(*) Eduardo Contreras

Salvador Isabelino del Sagrado Corazón de Jesús Allende Gossens (Allende) nació en el puerto de Valparaíso el 26 de junio de 1908. Cuatro años antes, el 17 de julio de 1904, había nacido en la ciudad de Parral Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto (Neruda). Dos hombres, dos nombres, que forman parte muy importante del ADN de las fuerzas de la Izquierda chilena y de amplios sectores de la política y la cultura en el mundo. Sus vidas transcurrieron por caminos convergentes. Ambos lucharon por un mundo mejor. Convencidos de la necesaria unidad del pueblo, Allende desde el Partido Socialista y desde su indiscutido liderazgo, Neruda desde el Partido Comunista y desde la altura de su poesía fueron figuras emblemáticas de aquellos torrentes poderosos que confluyeron en la Unidad Popular y en el Gobierno de los años 70.

Pero además fueron entrañablemente amigos. Encontrándose Neruda en París informado extraoficialmente de la posibilidad del Premio Nóbel, su primera reacción fue “Quiero comunicárselo primero que a nadie a Salvador Allende, con quien he compartido tantas luchas. El se pondrá muy alegre de ser el primero que reciba la noticia“.He visto la fotografía de ambos juntos, sonrientes, alegres, para el último cumpleaños de Neruda el 17 de julio de 1973 cuando el Presidente fue a saludarlo a Isla Negra. Nadie podía imaginar lo poco que faltaba para la traición de los generales y el inicio de la peor tragedia de nuestra historia. En sus Memorias, Pablo Neruda, a 3 días del golpe de Estado escribió sobre su entierro : “aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las ametralladoras de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile”.

Los caprichos de la Historia han vuelto a unir sus nombres, esta vez en la búsqueda de la verdad acerca de sus propias muertes, demandando justicia. Nadie ha planificado nada. Simplemente han coincidido en el tiempo las evidencias que, a lo menos, ponen en discusión las versiones aceptadas y justifican la legitimidad de la duda. Y ante ella no queda sino actuar, exigir una investigación judicial. El haber callado, el taparse los ojos, el buscar pretextos para no hacer nada, sería complicidad con los golpistas del 73, los que, de todas maneras, cualquiera sea la causa precisa de sus muertes, les llevaron a ambos a ese final. Como a decenas de miles de chilenas y chilenos.

Sobre el proceso en el caso de Allende ya se ha escrito bastante y hay que esperar el veredicto de tribunales. En el caso del poeta fue por una publicación de prensa que se conoció el testimonio de Manuel Araya, chofer y guardaespaldas de Neruda que desde hacía tiempo buscaba quien le escuchara. Su relato es coherente. Es una de las personas que estuvo más cerca y hasta últimas horas con el Premio Nóbel y declara saber que éste fue inyectado la tarde del domingo 23 de septiembre del 73 en la clínica Santa María, lo que confirman las versiones de prensa de la época. Pero mientras El Mercurio señala que la inyección era para calmar dolores, que le produjo un shock que provocó a su vez el paro cardíaco, Araya sostiene que Pablo les hizo venir a él y a Matilde desde Isla Negra adonde les había enviado a buscar sus últimas cosas pues al día siguiente, lunes 24, viajaba a México y que les dijo que mientras dormitaba les habían puesto esa extraña inyección que él no había solicitado.

Un médico de la clínica, continúa Araya, le mandó por un remedio a una farmacia distante pero en la calle fue detenido y baleado por militares y llevado al Estadio Nacional donde permaneció 2 meses sometido a torturas y donde se enteró de la muerte del escritor y político. Otros testigos, como el ex embajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá, han confirmado que Neruda no se encontraba en el estado que señala su certificado de defunción. El embajador habló largamente con él el sábado 22 y afirma que nada indicaba que su muerte estuviera próxima. El juez Mario Carrosa acogió la querella, dispuso orden de investigar, decretó traer a la vista los antecedentes médicos y citó a los testigos. La petición de una exhumación para pericias legales es inminente. La querella del Partido Comunista, del que Neruda era miembro de su Comité Central, ha abierto otra posibilidad de conocer la verdad.

(*) Abogado de DDHH, miembro del CC del PC de Chile

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