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Nacional

19 de Diciembre de 2012

La operación de Carlos Larraín para sacar a la palestra a Andrés Allamand

Hasta la noche del lunes, la mesa directiva de Renovación Nacional se encontraba en una encrucijada: por más tratativas y cariñitos, Carlos Larraín mantenía su renuncia a la presidencia del partido en protesta por la salida del gobierno del ex ministro de Justicia, Teodoro Ribera. Ni los oficios de Mario Desbordes ni las palabras de […]

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Hasta la noche del lunes, la mesa directiva de Renovación Nacional se encontraba en una encrucijada: por más tratativas y cariñitos, Carlos Larraín mantenía su renuncia a la presidencia del partido en protesta por la salida del gobierno del ex ministro de Justicia, Teodoro Ribera.

Ni los oficios de Mario Desbordes ni las palabras de Francisco Chahuán hacían retroceder al senador, que la noche del lunes sorprendió a la derecha al presentar su renuncia al mismo tiempo en que en La Moneda el presidente Piñera le tomaba el juramento a Patricia Pérez en reemplazo de Ribera en la secretaría de Justicia.

Larraín excusó su salida como la última señal de molestia ante lo que definió como una falta de coordinación entre el Gobierno y los partidos de la Alianza.

Sin embargo, la sorpresiva crisis en el corazón de la derecha daría un giro que para más de uno pareció parte de un montaje perfectamente calculado al interior de la tienda de Antonio Varas, cuando el martes en la tarde apareció en escena el candidato presidencial de RN, Andrés Allamand.

Desde temprano varios representantes del partido del presidente habían pedido que Allamand interviniera para frenar la salida de Carlos Larraín, como el caso del ex alcalde de Puente Alto Manuel José Ossandón, hablando de dar prioridad a la campaña presidencial y el sentido de unidad con miras a las primarias, donde el propio Allamand tiene un difícil panorama frente al abanderado de la UDI, Laurence Golborne.

Por eso, cuando al caer la tarde el ex ministro de Defensa llegó hasta la sede de RN y habló de que trataría de sacar “humo blanco” en su encuentro con Carlos Larraín, las cosas comenzaban a oler a una operación, algo que se confirmaría solo media hora más tarde, cuando el propio Allamand apareció en el patio de la sede acompañado de Larraín para anunciar que su gestión había llegado a buen puerto.

En unas pocas horas, el candidato de Renovación Nacional, perdido de la agenda pública pese a sus intentos por marcar pauta durante los alegatos orales en La Haya, volvía a la prensa vestido con traje de superhéroe potenciando el rol que desde que salió de La Moneda ha querido adoptar: el estadista con capacidad de gestión política que Golborne nunca -dicen desde RN- podría llegar a ser por su falta de experiencia.

“Tenemos humo blanco y don Carlos Larraín accedió a la petición de diversos dirigentes y ha resuelto retirar la renuncia a su cargo”, dijo Allamand y aprovechó para enviar un recado a La Moneda: “es una buena noticia para mí y también para el gobierno”.

Así, bajo la excusa de un “nuevo pacto” entre RN y La Moneda, el precandidato dio un golpe mediático con el que espera acortar la ventaja que su competidor de la UDI le saca en carisma y llegada en las calles.

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