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Opinión

23 de Diciembre de 2013

Cristián Monckeberg: “No sería bueno que producto de una renuncia masiva a RN se forme un nuevo partido”

La semana pasada el senador Antonio Horvath renunció, tras 12 años de militancia, al partido. Lo mismo hicieron Carmen Ibáñez y Hernán Larraín Matte, pero el temor real es que se produzca un éxodo colectivo de piñeristas para conformar un nuevo referente liberal, algo que Monckeberg considera “un poco tirado a las mechas”.

I. T.
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Cristián Monckeberg es uno de los pocos parlamentarios que se lleva muy bien con el presidente de RN, Carlos Larraín, y al vez tiene buena llegada con el sector liberal de Renovación Nacional, por eso su nombre suena como el que podría generar consenso para una directiva que dé confianza a dos de las facciones más importantes del partido. Él dice que le encantaría asumir el desafío, especialmente porque asegura que la candidatura de Evelyn Matthei permitió que figuras que no han estado siempre en la primera línea asumieran desafíos clave en la derecha. “Para mí la vida partidaria es una debilidad, entonces la posibilidad de dirigir RN sería un tremendo orgullo, de producirse una convergencia para que llegue a presidir RN uno de los puntos relevantes es reconocer las distintas vertientes de Renovación y darle cabida a todos, para que se sientan cobijados y parte del partido”, apunta.

-Parece que Antonio Horvath no se sintió tan cobijado.
– Se veía venir. Él cometió muchos errores. Yo no creo que en estas renuncias haya solamente un responsable. Cuando alguien se va de la casa, el que se queda también tiene responsabilidades, pero acá el fue adoptando decisiones que lo fueron alejando del partido, quizás porque no lo escuchamos lo suficiente. Creo que el quiebre se produjo cuando el apoyó la candidatura presidencial de Michelle Bachelet dos semanas antes de la segunda vuelta. Tras eso era insostenible su permanencia.

-Pero eso tiene pasos previos.
-Claro. Había una desafección total. Lamento esto porque más allá de los números es triste que se vaya alguien que construyó su vida partidaria en el partido.

-Otros también han dejado RN, Carmen Ibáñez, Hernán Larraín Matte, ¿crees que tenga que ver con la Fundación que está armando Sebastián Piñera y que podría convertirse en un referente político?
-Yo no sé por qué a esta Fundación se le da un cariz distinto que a otras fundaciones de ex Presidentes. Creo que, como otros jefe de Estado, está buscando un lugar donde caer, para no transformarse en un jarrón chino que estorba y complica, entonces buscamestas alternativas para tener un lugar cómodo de retorno, porque es difícil para un Presidente volver a la vida política toda vez que sus opiniones se convierten en algo mucho más potente que la de otro militante. Entonces está bien que quiera proyectar su obra, porque es un poco tirado a las mechas pensar que la Fundación de Piñera es un referente político o partido.

-Se estima que sería un buen lugar para la facción liberal que no se siente representada por el mandato de Carlos Larraín.
-No sería bueno que producto de una renuncia masiva de RN se forme un nuevo partido, pero debemos trabajar para que eso no se produzca. Carlos Larraín ha hecho una directiva bien inspirada, en su mandato se logró la Presidencia de la República, pero hay camino que recorrer para mantener la unidad en el partido. Si permitimos que las alternativas se diseminen, no vamos por buen camino.

-¿Crees que Piñera debería volver a RN?
– Me encantaría que volviera, de hecho yo modificaría la obligación de renunciar a los presidentes electos a su partido. Más allá de la formalidad, creo que el Presidente Piñera debe volver a RN, porque este fue el partido que lo hizo surgir a la vida política, como senador, presidente del partido y luego Presidente de la República, además eso serviría para fortalecer los partidos.

-Debe ser complicado para él teniendo a figuras como Manuel José Ossandón o Pedro Sabat diciendo que nunca volverían a votar por él.
-En nada aporta al debate el indicar con un dedo a Piñera como el único responsable de la derrota. Hay más factores. Yo soy partidario de la crítica política, pero de ahí a vociferar que no se va a votar por Piñera en cuatro años más, es un despropósito.

-¿Tú votarías por él otra vez?
– De todas maneras, votaría por cualquier persona que me represente en principios y valores y que tenga posibilidades de conquistar el Gobierno. También está Andrés Allamand, por quien yo trabajaría. Lo que no haría sería votar por la centro izquierda.

-¿Estimas que Piñera es responsable de la derrota de la derecha en la presidencial?
– Todos nos equivocamos. Las descoordinaciones estos años fueron desde el Gobierno y los partidos y eso provocó que la gente no sintiera confianza en la centro derecha, entonces se da la paradoja de hacer un buen gobierno y no conquistar a la gente. Nuestro sector tiene mucho de planilla excel y poco de corazón. Somos eficientes en el Gobierno o en municipios, pero algo hace que la gente no haga click con nosotros con nuestras políticas públicas. Entonces hay una razón política ahí en la comunicación de nuestro contenido. No creo que en el mundo un Gobierno con las cifras que tiene esta administración pierda de una manera tan estrepitosa, que golpee tan duro. Esos errores lo comete el gobierno, la indisciplina del sector, las declaraciones rimbombantes de nuestros dirigentes.

-¿Por qué en la derecha pesan más las divisiones que la vocación de poder?
– Se supone que el poder une. En el caso nuestro no fue así. Y los errores son de larga data. Cuando parte el Gobierno y parlamentarios del sector le ponen un disco pare al Presidente, cuando se le cuestiona permanentemente, cuando no se actúa con disciplina, se socava la unidad.

-Larraín tampoco facilitó las cosas.
-Insisto, hubo errores de todos. Las mesas directivas responden a mayorías circunstanciales dentro de los partidos y a consensos en otras ocasiones, pero no podemos pretender que todas las facciones estén representadas en una mesa, porque además RN tiene muchas vertientes, radical, agraria, liberal, conservadora, agnóstica. Lo que sí es cierto es que el partido debe abrir los brazos para que todas esas vertientes se sientan cómodas. Ese es un punto, aunque hay casos en que no se puede hacer mucho. Horvath llevó las cosas al extremo al abrazar una candidura de centro izquierda, y cuando alguien abraza los postulados del bando contrario es poco lo que se puede hacer.

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