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Opinión

28 de Agosto de 2014

Mauricio Ruiz, las razones y convicciones del primer uniformado en hacer pública su homosexualidad

Ayer al mediodía el marinero primero de la Armada de Chile dio una conferencia de prensa en la sede del Movilh para hacer un anuncio histórico: se trata del primer funcionario en servicio activo en reconocer públicamente una orientación sexual diversa. “Es fome ver que un camarada de armas, al que uno le tiene aprecio y es un amigo, vaya con su polola a una cena de fin de año y yo no pueda ir, y tenga que prácticamente andar escondiendo a mi pareja. Siento que no es digno”, afirma.

Melissa Gutierrez
Melissa Gutierrez
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mauricio ruiz movilh

A Mauricio Ruiz, de 24 años, le costaba encontrar las palabras precisas para responder a los periodistas que ayer llenaban una pequeña sala en la sede del Movimiento de Liberación Homosexual, Movilh. Ruiz se convertía en el primer funcionario en servicio activo de alguna Fuerza Armada en reconocer públicamente su homosexualidad.

El anuncio se da dos meses después que se creara una mesa de trabajo entre organizaciones de la diversidad sexual, los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y el Ministro de Defensa, Jorge Burgos, con el objetivo de adaptar los reglamentos internos de estas instituciones a la Ley Antidiscriminación, además de revisar y modificar los criterios de ingreso de los postulantes. Esto luego de que en 2012 se revelara la existencia de un documento que aconsejaba rechazar a homosexuales y evangélicos. Poco después se dio a conocer también una encuesta hecha a nueve mil funcionarios del Ejército, la que indicaba que el 96,6% rechazaba el ingreso de homosexuales y el 65,5% pensaba que “la homosexualidad es incompatible con la disciplina de la carrera militar”. En esa ocasión el Comandante en Jefe de la institución, Juan Miguel Fuente-Alba, se comprometió a capacitar a los militares de todo el país en la Ley Zamudio.

Ruiz, sin embargo, no quiso hablar ayer de discriminación o de su experiencia dentro de la Armada de Chile, de la que forma parte desde que hizo el servicio militar. Confesó haber pasado por “situaciones incómodas” y “pequeñas complicaciones con algunas personas”, pero se apresuró en decir que sus superiores habían tomado las medidas necesarias para que no se repitieran. También quiso dejar claro que el anuncio se hacía con la autorización de sus jefes.

Siendo el mayor de seis hermanos, Ruiz, a diferencia de tantos jóvenes, no quiso sacarse el servicio militar porque le llamaba la atención la carrera militar: “lo encontraba entretenido, me imaginaba ahí todo un Rambo jajaja”. Pero no hubo nada de extremo en su experiencia. De Chillán, donde había crecido, se fue al puerto de San Vicente en Talcahuano: “fue todo lo contrario. Estaba en una Capitanía de Puerto y de repente salíamos en un zodiac y eso era como lo máximo”, dice riéndose.
mauricio ruiz
FMau
Al segundo año de su servicio postuló a la Escuela de Grumetes y fue trasladado a Valparaíso. Tenía 21 años y ni siquiera había pensado en la discriminación que pudiera sufrir en las filas, principalmente porque aún no tenía asumida su orientación sexual: “tenía miedo de que supiera mi familia, de hacerles daño. Y como que no me importaba mucho este tema de ser homosexual en la Armada. Simplemente me gustaba, el día a día es cero rutina y me encanta eso”.

Habiéndose criado con sus abuelos evangélicos, su familia tenía una fuerte influencia en su proceso personal: “Yo creo que no aceptaba mi sexualidad porque no lo veía como algo normal. Un lado me decía que sí lo era, pero otro lado más fuerte decía que no. Hasta que en un momento decidí que no iba a estar toda la vida con esta pelea que tenía conmigo mismo, sin saber lo que soy de verdad”. No fue un camino fácil, tuvo una polola durante tres años hasta que ella misma le dijo “te amo y por eso te dejo ir, porque quiero que seas feliz”.

Después vino el tema de contarle a la familia. Sus hermanos lo apoyaron inmediatamente, pero para su madre fue más difícil: “Siempre me he preguntado por qué se produce ese trauma. Mi mamá lloró y lloró. Pero me ha ido aceptando de a poco”.

La siguiente etapa fue la de contarle a sus compañeros y amigos. Pero antes de eso, tuvo que fingir algún tiempo: “Igual fue un poco difícil, pero también entretenido porque inventaba mis historias, jajajaa”. Pero dice que finalmente sus amigos lo apoyaron. Quien más dudas tuvo sobre el hacer pública su homosexualidad, fue su pareja. “Él tenía miedo porque, quizás es muy extremista, porque el tema de los nazis todavía está vigente en Chile. Pero entre vivir con ese miedo y hacer algo para tratar de dar un paso a favor de mi sexualidad, yo creo que es mucho mejor ponerse los pantalones , aunque cueste de repente. Puede que el día de mañana me muera y no haya hecho nada, y la sociedad va a seguir siendo igual. Más vale intentarlo”.

De hecho, no fue hace mucho que Ruiz decidió que su caso era parte de una lucha más grande. “Me di cuenta que la vida personal afecta mucho en el ámbito laboral. Es muy importante tener una vida personal, familiar o privada muy tranquila”. Y él, escondiendo su realidad, no lo estaba. Dice que incluso le costaba concentrarse en sus labores. Además, agrega que “es fome ver que un camarada de armas, al que uno le tiene aprecio y es un amigo, vaya con su polola a una cena de fin de año y yo no pueda ir, y tenga que prácticamente andar escondiendo a mi pareja. Siento que no es digno”.

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