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Cultura

17 de Marzo de 2015

300 años perdidos: Confirman que restos hallados en Madrid son del escurridizo Miguel de Cervantes

No había certeza de la ubicación del cuerpo del padre del Quijote desde comienzos del siglo XVIII, cuando fue inhumado y trasladado desde su ubicación original.

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cervantes wiki

El forense y director de la búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes, Francisco Etxebarria, confirmó hoy que “es posible considerar que entre los fragmentos” encontrados en la cripta de la iglesia madrileña de las Trinitarias “se encuentran algunos” pertenecientes al escritor, sin “discrepancias”.

La Agencia Efe informó el pasado día 11 del hallazgo de los restos de Cervantes y su esposa, Catalina de Salazar, cuyos detalles desvelaron hoy los investigadores en rueda de prensa, a la que asistió también la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, quien afirmó que este hallazgo contribuye a la historia y la cultura de hispanoamérica.

Según explicaron los investigadores, en la búsqueda aparecieron restos muy descompuestos asociados al escritor del Quijote, a su esposa y a las primeras personas enterradas en la iglesia primitiva, que estaba ubicada en un punto distinto al actual.

Esos restos fueron inhumados entre 1612 y 1630 de la iglesia primitiva de las Trinitarias, ubicada al contrario de lo que se pensaba hasta ahora en un lugar distinto al actual, y que fueron trasladados juntos a la cripta entre 1698 y 1730, en el momento en que estaban terminando las obras de construcción del convento.

Según la antropóloga Almudena García Cid, concretamente hay restos de un mínimo de cinco niños y un mínimo de diez adultos (de ellos cuatro masculinos, dos femeninos, dos indeterminados y dos probablemente masculinos), lo que se corresponde con los 17 enterramientos documentados en la iglesia inicial.

No se han practicado pruebas de ADN porque, según informó el forense Francisco Etxeberria, solamente podría contrastarse con el de una hermana del padre de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, cuyos restos están en un osario común de un convento de Alcalá de Henares, a las afueras de Madrid.

Los restos estaban en el subsuelo, en el conjunto que los investigadores nombraron con el número 32, y aparecieron junto con elementos y ropajes que permitieron datarlos con los del siglo XVII y contrastarlos con la documentación histórica.

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