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Opinión

17 de Mayo de 2017

Columna de Natalia Henríquez: El valor del trabajo

Natalia Henríquez
Natalia Henríquez
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Condición para resolver cualquier problema es reconocerlo. Y hay que empezar diciendo que la valoración del trabajo y el trabajador en Chile es algo que está en desuso. Las causas no están únicamente en el abuso que pueda generar el empleador, sea este un particular o el Estado, sino en la propia falta de conciencia que tiene cada trabajador sobre el rol social y político que desempeña, sobre el aporte que su trabajo implica para la sociedad. Vivimos en la vorágine de una cultura exitista en que el fin sí justifica el medio y de a poco nos hemos convertido en individuos capaces de aceptar situaciones que desconocen el valor de nuestro trabajo.

Fui becada, parte de los miles de jóvenes médicos que pasamos por programas de formación de especialistas que el gobierno de Michelle Bachelet anuncia como un gran logro en salud. Sin duda que faltan especialistas en nuestro país, pero corresponde señalar que gran parte del costo de esta formación acelerada de profesionales ha recaído en los hombros de estos becados. Se trata de una doble carga: de maltratos y abusos al interior de los recintos de salud y de un maltrato sistemático de parte del Estado hacia estos becados. Vamos por parte.

Desde mi previa vivencia como residente (médico en formación de especialidad o comúnmente llamado “becado”) observé maltratos, abusos y descalificaciones entre colegas. La cultura jerárquica y de poder instaurada en el gremio médico facilita, o al menos eso he llegado creer, un trabajador acostumbrado a ocuparse de ser bueno en lo técnico/académico sin cuestionar la estructura que lo alberga, evitando las opiniones personales, políticas, sociales. Anulando la posibilidad de plantear sus propios problemas, asumiendo el maltrato como una condición incuestionable.

Mucho más grave es para la médica porque si ya Chile es machista, la cultura médica es mucho más machista. Estos problemas de abuso se sienten mucho más siendo mujer. Está mucho más mal visto el solicitar derechos relacionados con ser mujer, especialmente con la maternidad. Si estas embarazada, se burlan, “yo no te embaracé”. Y hemos debido defender a colegas que las tienen haciendo turno hasta los últimos meses de embarazo. En esta cultura individual, falta conciencia en el hecho de que ser madre y tener a alguien que va a mantener la sociedad es también una preocupación social.

El Estado, por su parte, parece todavía acostumbrado a intimidar y amenazar para resolver sus problemas. Las condiciones en que se han entregado las 4.000 becas de especialistas en este gobierno y en los dos anteriores, son totalmente draconianas y punitivas. Y aún cuando los becados trabajan a la par de todo el equipo de salud, sus derechos laborales siguen sin ser reconocidos. La posibilidad de obtener la condición funcionaria para los Residentes implica una presión de parte de todo el gremio, ya que no veo que exista una intención por parte del gobierno de aceptarlo. Buscan fragmentarnos como comunidad, porque saben que unidos somos más efectivos. Esta es la debilidad de la carrera médica, estamos fragmentados y nuestra capacidad de negociación está debilitada. Por eso nuestra opción es apuntar a una carrera médica única, unificando la asociación médica. Nos parece necesario que los beneficios de uno sean para todos y que los conflictos de unos sean de todos.

En este sentido, hay que decir que la falta de conciencia no sólo tiene que ver con la desvalorización del trabajo, sino también con cómo éste se proyecta hacia el futuro. Hoy el gran problema de los médicos es no pensar en el momento de la jubilación, y se someten a toda clase de relaciones laborales en el sector privado que los dejan completamente desprotegidos desde el punto de vista de la seguridad social. La estabilidad, el pago de tus beneficios sociales se deja de lado al optar por los recintos privados, pero cuando eres mayor y tus redes se van cerrando se siente el peso de tu carrera. Y ahí se vuelve muy relevante haber construido un buen camino. Hay muchos médicos que están totalmente desprovistos de toda seguridad y eso es algo de lo que el Colegio Médico debe ocuparse.

Por supuesto que no todo es remuneracional. Las condiciones en que ejercemos nuestro trabajo son fundamentales, ya que ahí radican las posibilidades de atender a nuestros pacientes con dignidad y calidad. En ese sentido, vemos una gran deuda en el ámbito de la Atención Primaria en Salud (APS). Hay una falacia en creer que las condiciones de APS van a mejorar sólo por el hecho de decirlo. Hay que generar políticas y hasta ahora, más allá de reconocerlo como importante, no ha habido ningún avance. Los Médicos Generales de Zona asignados a zonas urbanas han demostrado que mejorando las políticas de recursos humanos, hay muchos más médicos que se quedan en APS. Esto es: dando posibilidades de formación, de relación con la comunidad. Pero la ley que tenemos hoy los deja sometidos al municipio y las decisiones coyunturales.

El Colegio Médico es una voz reconocida a nivel de opinión pública y de quienes están a la cabeza del sistema de salud. Creemos que corresponde partir por casa, cambiando la cultura médica y en eso el Colegio Médico cumple un rol fundamental. El gran desafío, es entonces ocuparse de temas gremiales que abarcan todo el ámbito laboral, no exclusivamente lo remuneracional, sino también el bienestar laboral, cotidiano. Y en esto hay que ser claros en decir que lo que está en juego no es sólo el valor del trabajo de los médicos, sino la calidad de la atención que brindamos a nuestros pacientes. El desafío es que los nuevos especialistas nos quedemos en el ámbito público porque contamos ahí con una carrera médica desafiante, regulada por una ley única que no discrimina y porque el valor de nuestro trabajo es reconocido y respetado. Donde los médicos podamos trabajar para las necesidades de las grandes mayorías de nuestro país. ¡A eso apuntamos!

*Dra. Natalia Henríquez, médico internista y candidata de Izquierda Autónoma al Regional Santiago de Colegio Médico.

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