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11 de Diciembre de 2008

Ni un pelo de tonta: Cada candidato tiene el pelo que merece

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Ya, me puse buena. Esta navidad en tiempos de crisis y sin que ninguno me lo pida,-como deben ser los regalos bienintencionados- asesoraré a los candidatos presidenciales: Frei y Piñera. Tomen nota.

Por Lorena Penjean, periodista-peluquera.

Eduardo Frei: Su pelo luce graso, lacio. “Pelos necios” como diría mi hermana. Le queda mal con gomina, le queda mal sin gomina. Se valora el esfuerzo de despeinarse un poco, de querer variar y sacarse esa imagen de viejo tanguero que no baila tango porque no sabe. Eso le quedaba bien a su padre, que además era más delgado, menos cachetón, al parecer más alto y usaba otra ropa (muuuyyy cool). Pero bien. Una merendina a Frei por la teoría. Y se quito al tiro por la práctica: hacerse de un look menos acartonado, lucir más joven y más casual es algo posterior al sentimiento. A ver, cómo decirlo sin que suene mal: nadie se la cree. Desde el 2004 que se habla de su cambio de estilo. O sea, ya debiéramos habernos acostumbrado, no debiera ser tema, pero lo es, porque hay resistencia al cambio, porque parece artificial. Porque para ser natural no basta con sacarse la gomina y la corbata. Como decía un buen lector, no es el pelo que da actitud, es la actitud que uno le da al pelo. Qué onda la pose. Eduardo (te puedo tutear, obvio, estás ultra relajado): la jovialidad se mide con otra vara.

Pero veamos. Con gel parecía Drácula. Sin gel parece El Conde Pátula. O sea, si nos sacamos el engrudo, hagámonos un buen corte. No tiene sentido mantener el mismo si lo único que consigue es que dos mechones caigan sobre su frente aumentando el tamaño de sus entradas y que convergen sobre ¡SU NARIZ! Madre mía, cuál es el afán de potenciar los defectos. ¡Se trata de lo contrario! Que Martita le diga algo, que lo lleve a su peluquera.

Ahora, bien por el teñido. Pasa piola. Creo. Eso sí, nada de cambiar el tono. Mal por el corte, ya lo dijimos. Ya que queremos vernos renovados, bueno, a cortarlo. Se lo dejaría cortito de manera que no cayera sobre su cara. Sobre la forma de su rostro y su nariz, malas noticias, nada qué hacer. Dignidad ante todo.

Resumen: mantener el teñido, cortarse el pelo, masajes con limón o enjuague con unas gotitas de vinagre para quitar ese aspecto grasoso. Luego, algún producto para disminuir el volumen. No abusar, la idea es que se vea natural.

Miguel Juan Sebastián Piñera: ¿Va a la peluquería? ¿Cuida su cabello? O sea, ¿Se lo lava? Como sea, algo hay en su pelo que no se mueve, que no brilla. Como todo lo suyo (menos las lucas, obvio), carece de vida. La peluca de Kramer anda por ahí con el original.

Hemos visto como su cabello se ha puesto cano en poco tiempo. He ahí la prueba, amables lectores, de cómo una vida de ansiedad a poco andar nos pone, entre otras cosas, el pelo como perro envenenado.

Del corte: nada nuevo, desde el año uno que lo lleva así. Tal vez sea lo más cómodo y está bien, para qué cambiar si se siente cómodo. Además la forma de su cara es armónica. Entonces bien, es un corte clásico que no molesta. El problema va por otro lado: que siempre está dos centímetros más largo de lo conveniente. Otra cosa ¿Quién le corta el pelo? ¿El mismo que le hace el blog? (Tienen que ver el video en el que felicita a Obama por ganar las elecciones. Parte con Miguel Juan Sebastián de espaldas viendo un discurso de Obama, luego le pone pausa y se gira para hablar a cámara…). Bueno, estaba en el corte: qué onda una fortuna de 1300 millones de dólares y no llevar un buen corte de pelo. Ya sé, no tiene tiempo para eso, pero sí para operarse los ojos. Lo sabemos, eres vanidoso y quieres lucir menos cansado. Pues bien, parte por el pelo, es simple.

A su favor: no se lo ha teñido. Y que no lo intente. Eso se hace a medio camino, cuando estás en vías de y todavía puedes pasar piola. Ya es tarde pero está bien. Igual le dan su caché.

Resumen: Miguel Juan lo tuyo no es tan fuerte, pero se trata de detalles en los que no te puedes caer. No pues. Corte y lavado, perdón, brillo. Corte y brillo. Anda más seguido a la peluquera, lávatelo siguiendo los consejos que di en otra columna (“Rico, suave”) y finalmente métete la mano al bolsillo e invierte en un par de productos, un antifrizz (puede ser el St. Ives, cuatro lucas) o con “Light” de Elgon (siete-ocho lucas).

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