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29 de Julio de 2009

Cuando el vocero es weBon

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Por Patricio Araya G.

Pegarse un balazo en el pie. El abrazo del oso. Un salvavidas de plomo. No hay peor astilla que la del mismo palo. Cagarse en defensa propia… Tal vez existan cientos de frases más como éstas para referirse a la estupidez por antonomasia de autoinfligirse daño. Eso hizo el senador Eduardo Frei cuando eligió como coordinador de su comando a un joven sin experiencia política alguna, como el ex Techo para Chile, Sebastián Bowen, cuyo principal baluarte es un montón de mediaguas levantadas para tapar la extrema pobreza, trabajo hecho al amparo del ministerio ignaciano de vivir la pobreza hoy día para entender mañana la riqueza que les corresponde por derecho propio.

Todo mal. Como muchas de las decisiones de los últimos años en la Concertación, donde el resultado del ejercicio ensayo-error es negativo; tanto, que se ha institucionalizado la excusa del error endémico y reiterativo. Incluso el concepto de delito común se ha relativizado, bajándolo a la categoría del mero error, de la falta nimia, infantil, involuntaria. Ya hemos escuchado miles de excusas al amparo de “errores” o “faltas” para justificar el uso de bienes fiscales o rendiciones de cuentas electorales o para salvar de acusaciones por malversación de caudales públicos, desde una señora que repartía frambuesas en el auto ministerial, a connotados tribunos que terminaron enredados con empresas brujas, hasta autoridades comunales cuestionadas por la Contraloría por miles de millones de pesos perdidos. Entendible. Sobre todo si su contexto es el “piolismo”, aquella distorsión de la democracia que sirve para restarle gravedad a todo lo malo en virtud de la buena marcha del Estado y el prestigio de sus instituciones. Errar es humano, perdonar es divino, dicen.

Hace algún tiempo el columnista Patricio Navia cuestionó el rol del ex vocero de gobierno Francisco Vidal, comparando sus comentadas salidas de madre con la rigidez de los voceros norteamericanos, que sólo se limitan a leer comunicados oficiales, y no a debatir con los medios, evitando de esta forma meter la pata. En verdad eso esperaría uno de un vocero. Pero, en la práctica, las cosas en nuestro país se hacen de otra manera, todo se enreda; de la noche a la mañana un “coordinador” se las da de vocero y deja la embarrada. Lo que hoy tenemos es un exceso de voceros, tantos, que el riesgo de meter la pata es enorme. Pero entretenido.

El desembarco con bombos y platillos de Sebastián Bowen en el comando de Frei, mucho más que el súbito propósito inclusivo de darle a cada uno su vela en el entierro, se hizo para demostrar que la reciente patada en el traste a la juventud meísta, no era sino una cuestión personal contra MEO®, y no una decisión de sacar de una a la cabrería concertacionista. Los viejos se echaron para atrás y dejaron que el niño Bowen los mandara. Por un rato. Hasta que la cagó. Todo de nuevo. Punto para MEO®.

La ruta del cagazo

Poco antes de la debacle de estos días que sacó de escena a Bowen, los genios de la comunicación freísta, previendo que lo del ex Techo era cuestión de días, rescataron de las cenizas del Chaitén a la locuaz y sensual sicóloga escalonista Paula Narváez –dotada de una innegable vocación exhibicionista y pugilística–, con el objeto de contener a este niño. Pero algo salió mal. Si Bowen solito era un riesgo inminente para los intereses comunicacionales del candidato oficialista, ya sea por su tibieza mediática o por su nula performance política, con su nueva compañera de fórmula estratégica, lejos de restarse de los medios, dejando que ella asumiera la vocería, se sintió en confianza para cruzar el límite del “coordinador” que se suponía ser, para convertirse él en vocero (otro más, entre tantos otros en el comando).

Y la oportunidad se presentó sola, sin que nadie ni nada la provocara. Bueno, no tanto, porque el vicepresidente DC Andrés Palma puso el carbón en la parrilla, cuando cuestionó en radio Cooperativa la impronta de la conductora de televisión Karen Doggenweiler en la campaña presidencial de su marido. Entonces la ex chica del reality de Chaitén tiró el primer fósforo encendido al carbón, lanzando con este gesto un certero peñascazo al comando de MEO®, cuyas esquirlas dieron en otro ventanal, mucho más poderoso y sensible: las oficinas de TVN, lugar de trabajo de la periodista-esposa. “Entendemos que evidentemente cuando hay un personaje que es un rostro importante de un canal, el cómo eso puede influir en una campaña política yo creo que merece revisión institucional de parte de TVN”. El resto lo hizo el niño Bowen. “Es complejo para una institución, y lo tienen que resolver, tener un rostro emblemático de su respectiva pantalla, al mismo tiempo rostro emblemático de una respectiva campaña. Es algo que TVN va tener que definir”. (Ambas citas son de El Mercurio). Y, en menos de lo que canta un gallo, el propio Frei sin haber abierto la boca estaba metido al medio de la pelea, por obra y gracia de sus incontenibles voceros. Pensar que por harto menos otros pierden pegas mejores.

De nada sirvieron los salvavidas que le lanzaron del comando al coordinador-vocero. La sangre ya había llegado al río. Su destino ya estaba en manos de otros muy influyentes. Por su parte, la sacada al baile de la esposa de MEO® sólo le reportó beneficios al matrimonio, y en particular a ella y a su ascendente imagen en clave de futuro político propio, de hecho, en un dos por tres Karen apareció con un look a lo Evita en el canal de Piñera tuteándose con los miembros de Tolerancia Cero, donde manejó los tiempos televisivos, escuchó, respiró, pensó, y contestó lo que quiso y dejó al respetable con ganas de seguir viéndola en esa nueva esfera, alejada del griterío farandulero de estos últimos años, después de ser la niña símbolo del 24 Horas de los noventa. De paso, Doggenweiler marcó una diferencia sustancial con las otras “aspirantes” a Primera Dama (con la excepción de la médico internista y candidata a diputada Ana García, pareja del senador Navarro): es joven, profesional y para nada empaquetada.

Todo de nuevo. El ejercicio ensayo-error vuelve a sus números rojos. “GRACIAS SEBASTIÁN BOWEN POR FAVOR CONCEDIDO”. MEO Y Karen.[1]

[1] MEO es una creación intelectual de este servidor.

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