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LA CALLE

19 de Abril de 2010

La guerra contra drogas y las libertades individuales

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Por Mauricio Martínez / elquintopoder.cl

Todos los medios de comunicación -excepto algunos más alternativos como The Clinic o revista Cáñamo- están de acuerdo en que las drogas son la epidemia y el karma de nuestra sociedad y hay que hacerles la guerra para eliminarlas de la faz de la tierra. Este objetivo es utópico. Todas las drogas, aunque en distinta forma, han estado entre nosotros desde antes que tuvieramos noción u opinión al respecto y han sido usadas por innumerables culturas a lo largo de la historia.
El enfoque de represión y prohibición que se da al tema de las drogas no hace más que enriquecer a quienes usufructúan de este lucrativo negocio. El riesgo implica un precio elevadísimo como en cualquier otro tipo de transacción ilegal. Siendo un negocio ilegal, además, quienes se enriquecen con él utilizan formas también ilegales y violentas para proteger sus ingresos. Se crea así un submundo de violencia y perdición para quienes son usuarios o, peor, adictos.
Lo malo de todo esto es que, independiente de todos los decomisos que haga la policía y de todas las medidas legales de represión y prohibición que puedan crear nuestros “honorables” legisladores y políticos en general, la demanda no baja. Las drogas siguen encareciendose y bajando en calidad, lo que para un usuario implica acudir al narcotráfico y arriesgarse a asaltos, delitos, decomisos y cárcel, además de ver mermada su salud por los ingredientes con los que incrementan la cantidad de droga para hacer más rentable el negocio. El ejemplo de México, en este sentido, es relevante: la violencia y la corrupción en torno a las drogas se han tomado el país. Si no se hace algo al respecto todos los países llegarán a estos niveles.
Existen programas de reducción de riesgos -escasos en Chile por el conservadurismo extremo criollo- los cuales ayudan a que quienes son adictos lleven su problema con dignidad y no caigan en las garras de inescrupulosos traficantes que no miran caras, corazones ni edad de sus “clientes”, matándolos día a día.
Un mundo sin drogas es imposible. La guerra a muerte que sostiene la mayoría de los países no es sustentable, ya que está demostrado que la demanda, lejos de aminorar, no deja de crecer. EE.UU. es el más estricto en el tema y tiene la mayor demanda del mundo.
Año a año se gastan miles de millones en la guerra contra las drogas, pero ¿qué sucedería si se comenzara a mirar con un nuevo enfoque y todo se legaliza y regula? Se podría gastar mucho menos en la reducción de daños que en la represión; se podría legislar impositivamente para quienes decidan ser parte de un negocio legal y, finalmente, se podría prestar ayuda a quienes la necesiten, llámense usuarios problemáticos o no.
Soy Ingeniero en electrónica y soy usuario de drogas. Tengo un buen trabajo, jamás he cometido un delito y no he tenido ningún problema con la autoridad; fui de los mejores estudiantes de mi carrera y me siento un aporte a la sociedad. Sin embargo, cada vez que quiero usar mi libertad de conciencia como dueño exclusivo de mi cuerpo, debo cuidarme del qué diran, de la autoridad y de la intransigencia de quienes nos dirigen y “protegen”. Yo y sólo yo mando desde la piel hacia adentro y no creo que nadie tenga la autoridad para decirme qué puedo o no consumir.
¿Estamos evolucionando o involucionando?, Miren las estadisticas del CONACE y verán que no son distintas a las de los países que tienen las mismas políticas: un rotundo fracaso. Seamos realistas y objetivos, tengamos un debate al respecto y démonos cuenta de lo que existe en nuestro alrededor. Apostaría que cualquiera de ustedes conoce a algún usuario de drogas -somos muchos- pero en una sociedad tan hipócrita como la nuestra no se muestran por miedo al qué dirán.
Infórmense y tendrán opinión.

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